Ricardo Peirano

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¿Diálogo o monólogo?

Podemos recurrir a todo tipo de eufemismos, pero lo mínimo que se puede decir es que hay una autocracia y lo más normal sería que dijéramos que hay una "dictadura electiva"
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27 de mayo de 2018 a las 05:00
Vamos a los hechos. El pasado domingo Nicolás Maduro ganó unas elecciones fraudulentas en Venezuela e inmediatamente llamó a un "día de diálogo" con la oposición, sin fechas, sin temas, sin nada, sin siquiera buena voluntad. Fraudulentas no por lo que ocurrió el domingo en las urnas, (el candidato opositor Henri Falcon denunció muchas irregularidades y fueron notables los "puntos rojos" donde acudían quienes habían votado a mostrar su "carnet de la patria" para asegurarse alimentos), sino por lo que ocurrió antes: políticos y partidos proscriptos, presos políticos, elecciones sin un sistema de garantías independiente (algo ya denunciado en ocasión de la elección de la Asamblea Constituyente por la firma de software encargada de realizar el conteo), violación de la separación de poderes, anulación de los poderes de la Asamblea Nacional donde tiene mayoría la oposición a Maduro. En fin, lo que dijo Danilo Astori: "Una elección con proscriptos y presos políticos no tiene el valor democrático qu¡e los demócratas queremos para Venezuela". Y cabría añadir, para ningún otro país libre.

El gobierno uruguayo, por su parte, en un aguado comunicado, habló de la "necesidad de un diálogo nacional, amplio, inclusivo y respetuoso entre todos los actores políticos y sociales de Venezuela como la única herramienta viable" para encauzar al país en la senda democrática de los "derechos humanos, la plena vigencia del estado de Derecho y la superación de la crisis económica y social".

El diálogo entre gobierno y oposición se inició (y fracasó) en dos oportunidades, desde que Maduro perdió el control de la Asamblea Nacional y entró en pánico. Una de ellas fue impulsada por el papa Francisco, a quien Maduro usó para llevar agua a su molino. De hecho, las instancias de "diálogo" previas fracasaron porque Maduro se negó a concesiones mínimos como son la vigencia del Estado de Derecho, la libertad de presos políticos y del contralor de los resultados de los comicios. En buen romance, Maduro no está dispuesto a ceder en nada que pueda poner en peligro su poder. No está dispuesto a irse, quizá porque no lo dejan quienes se han aprovechado de estos años de poder absoluto para enriquecerse, quizá porque no tenga donde irse (¿Cuba? ¿Rusia? ¿Irán? ¿Nicaragua? ¿Bolivia? ¿El Salvador? ¿Turquía?, que son los países que lo han felicitado).

Lo cierto es que no hay bases para un diálogo franco porque para dialogar hacen falta por lo menos dos. Y Maduro está en fase de monólogo. Leyendo entrelíneas del propio comunicado de Uruguay, se observa que allí se destaca que en Venezuela no se respetan los derechos humanos y no rige plenamente el Estado de Derecho. Y ¿cómo se llama quien gobierna un país donde ocurren esas cosas? Podemos recurrir a todo tipo de eufemismos, pero lo mínimo que se puede decir es que hay una autocracia y lo más normal sería que dijéramos que hay una "dictadura electiva", y, en este período, elegida sin las condiciones mínimas para que pueda tener legitimidad de origen, que era lo único que le quedaba al régimen chavista. El propio Chávez llegó a perder un referendo revocatorio pero luego ganó la reelección. El propio Maduro perdió elecciones legislativas pero allí perdió definitivamente la fachada: no aceptó las firmas para convocar a un referendo revocatorio de su presidencia, convocó una dudosamente legítima Asamblea Nacional Constituyente y la dotó de todos los poderes propios de un Parlamento para anular al Parlamento legítimamente electo, de modo tal que la ANC se dedicó más a gobernar que a redactar una nueva constitución para sustituir la que había redactado el propio Chávez.

En una palabra, fueron tantos los atropellos de la última época de Maduro que poca relevancia tienen los comicios del domingo pasado. Solo se sabe que, aún a tenor de las cuestionadas cifras oficiales, fue la elección con menor afluencia de votantes desde 1958. Y que el amedrentamiento de los "puntos rojos" cercanos a cada centro de votación, influyeron en que más gente fuera a sufragar. Aun así, Maduro obtuvo apenas el 25% de los votos del total de habilitados para votar. El famoso "núcleo duro" del chavismo.

¿Qué se puede dialogar? Es muy sencillo. Plena vigencia del Estado de Derecho (lo que implica liberación de presos políticos y desproscripción de partidos y personas, devolución de poderes a la Asamblea Nacional, convocatoria a elecciones con amplias garantías, respeto de los resultados, libertad de expresión y de reunión). Nada que no se pueda encontrar en otro país de América Latina y nada que no haya en Uruguay. Y nada que Maduro no pueda proveer. Pero ello implica de parte de Maduro voluntad democrática. ¿Es algo tan difícil de encontrar? No, pero no parece existir.

Mañana no hay diarios

Adelantamos hoy la edición Fin de Semana con sus suplementos, debido a que mañana sábado 26 no se editarán los diarios, al cumplirse un nuevo aniversario de la muerte de Adrián Troitiño, fundador del Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas.

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