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¡Helsinki, tenemos un problema!

La única manera de solucionar la situación que atravaviesa MontevideoGas es que el gobierno uruguayo se decida de una buena vez a cumplir con las recomendaciones de la OIT
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28 de abril de 2019 a las 05:00

La famosa frase de la tripulación del Apolo XIII con la base de Houston dando cuenta de una avería que habían tenido y que habían logrado solucionar se ha usado hasta el cansancio para explicitar cuando hay un problema. Y ahora se ha vuelto a usar figuradamente. El pasado jueves 25 se concretó lo que tanto se temía y que parecía imposible: la toma de “control obrero” de la planta y de las oficinas por parte del sindicato de MontevideoGas, la distribuidora de gas propiedad de Petrobras. 

Se temía, porque las amenazas del sindicato eran cada día mayores y a duras penas eran contenidas con llamados a negociación por parte de las autoridades. Parecía imposible porque hasta el propio ministro de Trabajo, Ernesto Murro, dijo hace 15 días que ello era “ilegítimo” y  porqué el miércoles 24, la Justicia decidió prohibir al sindicato del gas (Uaeogas) “a obstaculizar el ingreso y egreso de otros trabajadores e integrantes de la empresa al lugar donde se desarrollan las tareas, debiendo abstenerse especialmente de asumir el giro empresarial, tomando contacto con clientes y proveedores mediante amenazas de iniciar el control obrero”. 

Es decir, la Justicia decidió en primer lugar, prohibir la ocupación de la planta, en línea con las recomendaciones que la OIT viene haciendo al gobierno desde hace más de 8 años sin que las mismas se cumplan. Recomendaciones muy claras en el sentido que ocupaciones y piquetes no pueden limitar la libertad de otros trabajadores y de gerentes de entrar y salir de las instalaciones de una empresa. Ahora, por si a alguien le quedaban dudas, lo dice un juez, acogiendo un recurso de amparo presentado por MontevideoGas. Y, en segundo lugar, que ni se le ocurra al sindicato realizar amenazas de tomar el “control obrero” de la empresa o tomándolo efectivamente como lamentablemente ocurrió en la madrugada del jueves 25 y se mantuvo hasta las 18 horas, cuando con la llegada de las fuerzas policiales los ocupantes decidieron desocupar el lugar y ceder el “control obrero”.

Con todo, el daño estaba hecho porque durante 12 horas la empresa estuvo bajo control obrero y ese control obrero fue dispuesto por el sindicato pese a tener una sentencia firme en su contra. En buena romance, desconoció la orden judicial o la desacató. Un caso parecido fue el de la Imprenta Vanni donde hubo primero ocupación y luego control obrero que despojó a su legítimo propietario, sin que hasta el día de hoy se le hubiera indemnizado por los perjuicios causados. 

Pero allí no había sentencia previa que se desconociera. Aquí hay un grave desacato al Poder Judicial. Un desprecio a la justicia. Un decir: lo sindical está por encima de lo jurídico. Y más grave fueron los argumentos que dieron algunos ocupantes y algunos visitantes que nada tenían que hacer más que robar tres minutos de cámara de televisión. Criticaron esta resolución judicial basándose en otras críticas a resoluciones judiciales como la que quitó la guardia policial a José Gavazzo, tema que nada tiene que ver con lo que ocurrió el pasado jueves.

Más grave, incluso, es que MontevideoGas tuvo que volver a acudir a la Justicia para que esta ordenara al Poder Ejecutivo la desocupación del lugar, cosa que se hizo recién en el correr de la tarde. Horas preciosas se perdieron, sobre todo de imagen ante el mundo exterior. Seguramente en Helsinki, capital de Finlandia y sede de la empresa UPM que está por definir la inversión de su segunda planta de celulosa en Uruguay y que una de sus preocupaciones son los temas laborales como los piquetes y ocupaciones, habrán seguido con atención lo ocurrido hoy. Y seguro que no les gustó lo que vieron. Aunque finalmente se resolvió correctamente.

Porque vieron un sindicato desacatando lisa y llanamente una sentencia, algo que antes no había ocurrido. Y se preguntaran que pasa si un piquete se opone a la circulación de trenes con celulosa. Porque aquí, incluso con la sentencia judicial, ni el Poder Ejecutivo ni los sectores más moderados del PIT-CNT lograron: a) impedir el control obrero y b) lograr que el mismo cesara sin intervención policial. 

Por tanto, el gobierno debe reconocer que tiene un problema. Y que ese problema se debe a que fomentó las ocupaciones y piquetes. Y a que luego, cuando vinieron las recomendaciones claras y precisas de la OIT, no tuvieron la capacidad y el coraje de llevarlas a la práctica. Aquellos polvos trajeron estos lodos. Que no se quejen pues quienes no dieron importancia cuando se levantaban polvos o no dieron importancia a la OIT como sí, en cambio, se apresuraron a sobrecumplir las recomendaciones de la OCDE en materia de secreto bancario.

Cada uno puede hacer lo que quiere en materia económica excepto escapar de las consecuencias de sus actos. Ojalá que Helsinki no se ponga a dudar. Ojalá que el gobierno se decida de una vez por todas a escuchar lo que dice la OIT. Es la única forma de solucionar el grave problema que tiene Uruguay.  

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