“Mamá, papá: Quiero ser vegetariano”, es una frase que, ante un mar de dudas, deja para padres y madres el vacío de una respuesta certera. Cuando un niño o adolescente decide que quiere cambiar el rumbo de su dieta tradicional, muchos padres caen bajo una disyuntiva. Algunos aceptan y le permiten a su hijo dejar de comer carne, pero otros apelan a un “no” rotundo y les dicen que podrán ser vegetarianos el día que ellos mismos se cocinen y compren su comida. Y algunos lo permiten pero sin un adecuado control de que la nueva dieta incluya los nutrientes que el chico necesita para crecer
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