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“Ohitorisama”, consumidores solitarios y codiciados en Japón

Se ha convertido en uno de los nichos más lucrativos del mercado nipón, donde cada vez es menos tabú realizar en solitario actividades que han sido pensadas para grupos
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15 de noviembre de 2018 a las 05:00

Cada cierto tiempo, a Masaki Kitakoga le gusta refugiarse en una pequeña cabina de karaoke, en medio del animado barrio de Shinjuku, en Tokio, y cantar a pleno pulmón durante 90 minutos completamente solo. 

La figura del consumidor solitario —hay muchos en Japón— tiene un nombre: “ohitorisama”. Este “querido cliente solo” es uno de los nichos favoritos del mercado, pues es muy lucrativo. 

Cantar solo “es una experiencia liberadora” que permite “evacuar el estrés”, afirma este empleado japonés de 33 años. 

Kitakoga también acude a veces con amigos, pero el karaoke en solitario tiene un sabor particular, pues Masaki puede ejercer su pasión plenamente, entonando las canciones que elige y sin tener que escuchar a los demás. 

En el archipiélago, cada vez es menos tabú llevar a cabo actividades en solitario que, en principio, están pensadas para realizarlas en grupo. Hay quien defiende esta tendencia en nombre de la libertad. 

Además, cada vez hay más personas en Japón que viven solas. Más de un tercio de los hogares del país, de 126,4 millones de habitantes, están ocupados por una sola persona. La sociedad nipona moderna no favorece el contacto espontáneo y encontrar pareja se ha vuelto más difícil que antes, cuando las empresas hacían de celestinas. 


Escapada solitaria 
En la categoría “ohitorisama”, además de ancianos viudos o alejados de su pareja (hospitalizada o en una residencia) en un Japón que envejece rápidamente, figuran numerosos jóvenes que han renunciado a buscar a alguien y prefieren la autonomía del celibato, sobretodo cuando obtienen descuentos comerciales.

La cadena de karaoke Koshidaka creó hace seis años “1Kara”, las minúsculas cabinas para cantantes solitarios.
La red se ha ampliado a ocho establecimientos, con “decenas de miles” de reservas al año solo en la sede de Shinjuku, según Daiki Yamatani, portavoz de Koshidaka.

La tendencia a complacer al “ohitorisama” está por todas partes: en los estantes de los supermercados 24 horas, donde no faltan los platos preparados para una persona, en los cines, donde se pueden reservar (pagando un extra) asientos aislados por mamparas o en las ofertas de viajes en solitario.

Cuando no va al karaoke, Masaki Kitakoga a veces se va solo de viaje. El año pasado, visitó una pequeña isla del sur de Japón.
“Por supuesto, hubiera sido agradable viajar con amigos también. Pero tenía una idea muy precisa de lo que quería hacer y fue fantástico, porque pude hacer todo lo que quería al ritmo que quería”, cuenta.  


Mozo invisible 
Harto de acumular horas extras en la oficina y de estar conectados a las redes sociales permanentemente, muchos japoneses necesitan tiempo para ellos, lejos del frenesí cotidiano.  

“Nuestros datos muestran que algunos individuos, sociables, tienen tendencia a buscar actividades en solitario”, subraya Motoko Matsushita, consultora en el instituto de investigación Nomura.

Esta madre de dos hijos aprecia, también, ir por su cuenta, admite sonriendo. 

“Las empresas proponen toda suerte de productos y servicios para adaptarse a esta tendencia de hacer cosas solo”, agrega la analista. “En vista de su tamaño y diversidad, es una tendencia claramente en boga”. 

En los restaurantes de la cadena Ichiran incluso es posible comerse el plato de ramen (fideos) sin tener ningún contacto humano, o casi. “Empezamos con este concepto de ‘espacio personal’ antes de que se volviera una moda”, afirma Satomi Nozaki, portavoz del grupo. 

Al contrario que en los locales tradicionales, en los que los chefs cocinan directamente delante de los clientes, en los restaurantes Ichiran aportan “unas condiciones que permiten a los clientes disfrutar de su comida sin preocuparse por la mirada de los otros”, una discreción que gusta especialmente entre las mujeres, asegura.

Aquí, los clientes realizan su pedido a través de una máquina (algo corriente en Japón) y luego se sientan en un cabina, donde una persona anónima, de la que solo le ven las manos o el rostro de forma furtiva, les sirve la comida. (AFP) 

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