Tim Cook sube al escenario ovacionado por una audiencia fanática. Saluda a todos agitando el brazo por arriba de la cabeza, tal como lo hacía Steve Jobs en su época. Lleva puesto un buzo y un pantalón gris, el pelo blanco reluciente y unas gafas de marco grueso. “¡Gracias!, ¡gracias!”, se lo escucha decir entre los gritos y hace un pequeño gesto de reverencia con las manos.
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