En el marco del módulo propuesto por El Observador para que nuestros lectores nos envíen sus preguntas sobre Montevideo a través del módulo de Hearken ubicado en nuestra home, respondimos una inquietud repetida en varios lectores que nos escribieron: ¿Por qué no se hace algo con la estructura cilíndrica de la Rambla Sur que empobrece la vista? Investigando la historia del viejo e icónico Gasómetro y los planes para su futuro, encontramos una respuesta.
Los Gasómetros han sido un elemento característico del paisaje montevideano durante muchos años. Eran estructuras metálicas destinadas a almacenar el gas producido y que regulaban la presión necesaria para su circulación por las cañerías de la ciudad. El único que mantiene su estructura es un viejo conocido de los montevideanos, el gasómetro número 6 ubicado frente a la calle Carlos Gardel, entre Julio Herrera y Obes y Río Negro. Es un símbolo omnipresente de lo que fue el Montevideo industrial a la vez un punto focal del Barrio Sur, a pesar de estar inutilizado desde 2004 y de estar siendo sometido a un lentísimo y casi imperceptible desarme.
En el libro La Compañía del Gas de Juan Antonio Varese, se cuenta que a lo largo de la historia del Uruguay se han construido 6 gasómetros. De los 4 primeros no se tiene registro ya que fueron instalados dentro del recinto de la planta y eran tapados por las paredes de forma que eran inaccesibles e incluso invisibles para los vecinos de la zona. Del último, el número 6, no se sabe la fecha exacta de su construcción pero sí que fue reubicado entre 1934 y 1936 debido al ensanchamiento de la rambla y que en 1956 fue remozado. En 2004, la llegada del gas natural volvió innecesario su uso, quedando apenas la estructura.
En medio de eso, la historia del Gasómetro tuvo un nuevo hito: un proyecto de la mano del arquitecto Héctor Enrique Benech y el pintor Manuel Espínola Gómez para darle un tono más pintoresco al Barrio Sur y sus alrededores utilizando la estructura. La idea: colorear sus paredes en homenaje al barrio "y su pintor Alfredo De Simone". Ese mensaje registraban las paredes coloridas del gasómetro, ahora reconvertido a una suerte de mural circular hecho en homenaje al artista "del suburbio", como él mismo solía llamarse, y que falleció en 1950 (clickeando aquí se puede acceder a algunas de sus obras hechas en ese barrio).
Por su vinculación al imaginario montevideano, en 1997 hubo también un pedido de informes del Poder Ejecutivo a la Comisión del Patrimonio de la Nación para intentar declarar al Gasómetro como Monumento Histórico Nacional, trámite que no se concretó. El fundamento que se presentaba al respecto detallaba que su estructura podía ser reutilizada como contenedor para futuras funciones o incluso reaprovechada como sucede en otros países.
Finalmente, un comunicado de Presidencia de agosto de 2013 detalló que el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) cedió en comodato el viejo gasómetro de la Rambla para que allí se construya la Universidad de la Educación para la formación docente y el Centro Cultural de Candombe Sur. El entonces subsecretario del MIEM, Edgardo Ortuño, resaltó en su momento que esta cesión también representaba "un aporte a la ciudad de Montevideo" en cuanto a la recuperación de un área emblemática de su rambla y del barrio Sur.
Los dos acuerdos firmados por el MIEM fueron con la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y con artistas del candombe para la cesión de tres cuartas partes del terreno donde está el gasómetro. La Escuela de Candombe Integración y el Taller de Tambores ya está en funcionamiento. Al centro cultural se le otorgaron los espacios ya construidos donde antiguamente funcionaba la compañía del gas.
En cuanto al proyecto de ANEP, las inversiones para la construcción de la Universidad de la Educación serán responsabilidad de la institución. La obra consta de dos etapas. La primera ya está financiada e incorporada al presupuesto y permitirá construir las oficinas de esta nueva institución. Según Laura Motta, consejera del CODICEN, esta etapa estará pronta para el primer trimestre de 2016. La segunda etapa -que consiste en la construcción del edificio sobre la estructura del gasómetro-, estará prevista para empezar en 2018, tal como dijo Motta a El Observador. La idea es "tratar de mantener la estructura, y construir sobre o dentro de ella el edificio", según fuentes de la empresa constructora que se encuentra actualmente trabajando en el predio contiguo al gasómetro la construcción del Edificio Sede del Consejo de Formación en Educación. Por lo tanto, se espera que la estructura deje de permanecer tal como está desmantelada actualmente, para dentro de aproximadamente unos 4 años o más.
Otras miradas
Centro de espectáculos, escenario deportivo, complejo habitacional cilíndrico... se podría decir que cada montevideano preocupado por el gasómetro en desuso tiene una idea propia sobre en qué debería reconvertirse. En noviembre de 2012, las estudiantes de la Facultad de Arquitectura Laura Pirrocco y Daniela Soto ganaron el primer premio en el segundo Concurso Internacional de Estudiantes "Premio Red Alvar" con su proyecto de fin de carrera Dale Gaz!, que proponía reformar la estructura del gasómetro de Barrio Sur.
Tal como indica un comunicado de prensa de la página de la Universidad de la República, el proyecto de las ideadoras era concebir un "condensador de producción creativa". El propósito era el de aprovechar la estructura como multiespacio y como sitio para atender las categorías del ámbito cultural. Los tutores y profesores de la facultad, entre ellos el arquitecto y ex Vicepresidente de la Comisión del Patrimonio cultural de la Nación William Rey Ashfield, quien aseguró en su momento que se trata de "un proyecto excelente, de muy buena factura conceptual y de diseño, que debería incluso tenerse en cuenta para una real intervención en ese patrimonio edilicio.
Pero en este tiempo se ha propuesto de todo. En el libro de Varese, sin ir más lejos, se consigna el proyecto "Gran Tamboril", que plantea la construcción de un tambor gigante de 16 metros de alto y que en su interior lo que haría es "mostrar gráficamente en su interior el proceso de iniciación, formación, trayectoria, historia utilización y otros aspectos de interés sobre el tamboril". El tambor tendría un mirador a altura considerable y un detalle por lo menos particular: la ubicación de un "centro sonoro" que emitiría un "borocotó chas chas" (emulando el ritmo del tamboril) "cada seis horas, llegando su sonido a varios cientos de metros a la redonda en los barrios Sur y Palermo, tal cual las campanas de una iglesia".
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