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¿Qué tan blancos somos los blancos?

El dilema de los hijos de Oribe
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14 de mayo de 2019 a las 05:02

Los blancos somos -según todas las encuestas- los desafiantes al Frente Amplio. Si fuera una película, el final anunciado sería que los blancos, después de 30 años, volverían a ser Gobierno. Sin embargo, como toda película con un guión decente, sobre los minutos finales, aparece un elemento nuevo, desconcertante y que le pone al espectador un poco de incertidumbre. El elemento nuevo y extraño es Juan Sartori.

El crecimiento de Sartori coloca una nota de incertidumbre en la interna blanca y también sobre el sistema político uruguayo.

Cómo un magnate que hace unos meses no vivía en Uruguay, que no conoce datos imprescindibles de nuestra realidad, puede poner en jaque al sistema de partidos que es de los más antiguos del mundo.

Qué pasaría si Sartori vota bien y se transforma en un elemento de poder en el próximo tiempo. Más aún, qué pasaría si ganara la interna blanca. De hecho Sartori, en Nuevo Berlín, departamento de Río Negro, en la previa a un acto, señaló ante un grupo de cuatro personas, que tenía datos de encuestas que serán divulgadas en los primeros días de mayo que le permitirán “pegar un batacazo” en la interna blanca, según informó el diario El País. 

Tres semanas después apareció una Encuesta de Factum que lo daba segundo. Era bueno el dato.

Más allá de la pregunta de por qué Sartori tenía datos de encuestas que se divulgarían un mes después, su irrupción en la política nacional valida algunas preguntas.

La primera es cómo reaccionaremos los blancos frente a este elemento extraño¨ que apareció en ¨nuestra película¨.

Los blancos nos hemos jactado siempre, con orgullo, de nuestra historia. Es que hemos sido un Partido pugnaz, al que le ha tocado desafiar al poder desde la intemperie. Como alguien ha dicho, los colorados ganaban el Gobierno y los blancos ganábamos la historia. Por eso la liturgia de los blancos ha sido siempre mayor que la de los colorados. Cada año rememoramos la gesta de Leandro Gómez, la revolución saravista, el legado de Herrera y de Wilson Ferreira Aldunate. Sin embargo, esa característica está en ¨modo off ¨en este tiempo.

Lacalle Pou ahora es Luis, y ha preferido bajar el volumen de las reivindicación histórica. Al bisnieto de Herrera no se le escucha hablar de Herrera ni hacer de la historia blanca, una bandera. Acaso por convencimiento, acaso por estrategia frente a un escenario donde el tiempo que viene obligaría a estar asociado con los rivales históricos.

Dentro de los blancos, son los wilsonistas los que en este tiempo han levantado la reivindicación histórica. Larrañaga, en el discurso de lanzamiento de su candidatura ha reclamado para el wilsonismo el turno de gobernar, ya que según él ¨han gobernado socialistas, han gobernado marxistas, batllistas, herreristas y la visión que falta es la visión nacional, wilsonista¨. Es cierto.

Y aparece Sartori, quien se revela como ¨ignorante feliz¨ de todo lo que sucede a su alrededor. Alguien sin historia partidaria que promete levantar la bandera de un Partido de 183 años.

Quizás por eso el Diputado Gandini en momentos de la aparición pública del magnate ironizó con tomarle prueba: ¨si se entrevista conmigo le voy a pedir que me cante la marcha de Tres Árboles" (nuestro himno).

En una entrevista con el programa Todo Pasa de Océano FM el pasado 14 de diciembre Sartori fue consultado acerca de su decisión de aterrizar en el Partido Nacional: ¿qué encontraste ahí que te hizo tomar esa bandera?

Sartori respondió: ¨Varias cosas. Yo dije el otro día que cuando uno estudia la historia del Uruguay creo que, por lo menos a mí, me convence de ser blanco. Después el proyecto que yo tengo hoy, ya van a ver a lo que vamos a ir evaluando propuestas y proponiendo, son muy similares a esa visión de libertad, de crecimiento de la economía, de un Uruguay más próspero que para mí están en sintonía con el Partido Nacional, entonces yo evalué en qué partido me sentía más cómodo, veía en los próximos años de actividad política y estoy convencido que fue el buen partido (…)¨.

Sartori fue repreguntado y salió airoso: ¨¿Pero evaluaste hacerlo en el Frente Amplio también?¨

La respuesta de Sartori fue contundente: ¨No nunca. (Risas) Nunca se me hubiera ocurrido¨.

Pero Mariano López, que era el entrevistador, notó una contradicción en puerta: ¨¿Y evaluaste hacerlo en el Partido Colorado Juan?¨.

¨No tampoco¨ señaló atento Sartori.

Pero no pudo sortear la segunda repregunta:

(M.L.): ¨Porque dijiste que estuviste evaluando a ver en qué partido político desembarcabas¨.

(J.S.): ¨No yo nunca dije eso¨.

(M.L.): ¨Sí, nos dijiste recién, que evaluaste en qué partido político podía ser mejor hacer política y dijiste Partido Nacional¨.

(J.S.): ¨No, bueno, estudié el panorama político nacional.

No fue una decisión de, bueno vamos a elegir cuál de estos. Entonces yo me afilié del Partido Nacional hace unos meses. Todo esto es lo que pasa que quizás lo que sorprendió un poco fue la sorpresa, es que fue todo muy rápido¨.

Con este panorama, a menos de 70 días para la elección que define el candidato de los blancos, surgen más preguntas.

Según el Semanario Búsqueda, el Movimiento de los intendentes blancos primero, y Sartori luego proponen que sea la Convención blanca la que defina el candidato si es que no se dan los extremos formales (mayoría absoluta  o votación superior a 40% y diferencia de 10% con el segundo).

Por su parte, los lideres mayoritarios, Lacalle Pou y Larrañaga se han pronunciado por un criterio menos formalista pero más ligado a la tradición del Partido que luchó por el derecho al voto en el país: ¨el que gana, ganan los blancos en las urnas si se  historia, camuflarse con el entorno y ser parecido a todo y no parecerse a si mismo para capta¨.

Por tanto, son varios los dilemas que se nos presentan a los blancos.

¿Tiene el Partido Nacional que apagar su historia, camuflarse con el entorno y ser parecido a todo, y no parecerse a sí mismo para captar votos?

El Partido que hizo causa de la lucha por el voto, ¿podría desconocer al ganador de una elección y enmendar la plano de los votantes mediante una Convención?¿qué pasaría con el ganador -y sus votantes- si sienten que pierden en La Liga lo que ganaron en la cancha? ¿Soportaría eso el Partido Nacional o implosionaría?

¿Qué pasará con el linaje oribista?

Todas estas interrogantes se responderán de una sola manera, la responderemos los blancos en las urnas.

Si ser blanco es el orgullo por su propia historia, ser consecuentes con las luchas de nuestros predecesores, ser una identidad y no hoja al viento, en junio habrá que ver qué tan blancos somos los blancos.
 

Rodolfo C.Turek

 

 

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