Estilo de vida > ENTREVISTA ARIEL GOLD

"Si un niño cree que es un príncipe tiene probabilidad de desarrollarse como un tirano"

El psiquiatra de niños y adolescentes Ariel Gold habla sobre crianza, límites, rutinas, cambios generacionales y su última publicación Con-Vivir
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08 de mayo de 2019 a las 05:02

"Queramos o no, el niño va a ser libre", afirma el psiquiatra de niños y adolescentes Ariel Gold. Y pese a que advierte que no es quién para decirle a los padres cómo deben criar a sus hijos, se encarga de proporcionar herramientas para desarrollar la capacidad de convivencia en los más jóvenes. Por ahí va su libro Con-Vivir (Editorial Planeta, $590) que, tras su éxito en ventas, demostró que los temas de salud mental cada vez ganan más terreno en el escenario local.

Con más de dos décadas en el ejercicio de la profesión, el psiquiatra vio pasar diversas generaciones de niños y adolescentes en su consultorio. Y parte de lo que identifica en los pacientes que atiende tiene que ver con el contexto que los rodea. Los tiempos que corren –de inmediatez, de abundancia de estímulos tecnológicos, de erróneas concepciones de libertad– determinan muchas de las formas de crianza que adoptan los adultos.  Por eso no es de extrañar que en su última publicación –en 2015 y 2016 editó Psicoeducar 1 y 2– haya decido incorporar capítulos que abordan la convivencia con las nuevas tecnologías, el bullying y ciberbullying y el consumo de drogas. 

Gold divide su tiempo entre el trabajo en la clínica –donde se dedica principalmente a los problemas que afectan el aprendizaje académico y la convivencia– y su faceta como conferencista, dictando cursos a maestros y padres. Además es el vicepresidente de la Sociedad de Psiquiatría Biológica del Uruguay.

En diálogo con El Observador el doctor habló, entre otros temas, de los límites, el estrés, la depresión infantil y los efectos del castigo físico.

En Con-vivir profundiza en que establecer límites y rutinas a los hijos resulta estresante para los adultos. ¿Esto es algo que se acentúa en los tiempos que corren?

Los límites y rutinas son básicos para que un ser humano desarrolle la capacidad de convivir. Pero eso se va a dar si alguien le enseña al niño que hay cosas que se pueden hacer y cosas que no. Porque los “no” –junto con los “sí”– forman los límites. Y enseñar esto puede generar estrés en los padres, porque cuando le decís que no a un niño empieza un lío. Con los sí, no tenés un lío ahora, pero tenés grandes posibilidades de tenerlo más adelante y que ese sea un conflicto mucho mayor. Educar para la convivencia es complicado, porque es mucho más fácil no hacerlo. Marcar límites y rutinas es aburrido y rompe climas. Aunque después, va a ser notable la capacidad de disfrute gracias al sacrificio que hagan en el primer tiempo.  Lo que pasa es que estamos en una época donde esperar para tener resultados no es moderno y esta es una actividad cuyo premio va a llegar más adelante. Parte de lo que veo en los pacientes que atiendo tiene que ver con la consecuencia de no haber establecido estas normas en el momento en que había que hacerlo.

¿Existe alguna etapa del niño o adolescente donde les diga a los padres “ya es tarde para establecer los límites que nunca se marcaron”?

"Ya es tarde", nunca. "Es más complicado que antes", sí. Cuanto más temprano lo hagas tenés menos probabilidad de tener problemas. Y cuando te va mal uno se lamenta no poder poner rewind en la vida. En la adolescencia de por sí hay problemas en la convivencia porque el adolescente tiene un sistema de autorregulación donde los frenos empiezan a no ser usados de manera adecuada. Biológicamente hay un momento donde los frenos del cerebro pasan a ser más débiles en esa etapa, porque es la única forma en la que vos te animás a probar. Se empieza a complicar cuando los riesgos son muy importantes. Pero también se nota cuando hay problemas por no haber generado determinadas formas de crianza en los primeros años, desde la etapa preescolar tardía (4, 5 años) se puede identificar a un niño de difícil convivencia. De hecho hay niños que con 5 o 6 años no son invitados a los cumpleaños; los padres a través de las redes sociales dicen: "A este chiquilín no lo invité más porque me destruyó el cumpleaños". Es un chico que no tiene el concepto de la autoridad bien integrado y la convivencia con él es muy difícil.

¿Qué pasa, por ejemplo, con los padres que no invitan a los niños “complicados” a los cumpleaños de sus hijos?

Uno siempre quiere proteger a sus hijos y piensa que existen influencias que no son buenas. Yo trabajo con los excluidos y el nivel de sufrimiento en niños y padres es muy grande. Ese niño empieza a percibirse como una persona menos valiosa y a veces no tiene más remedio que actuar de una manera en la que siente que alguien le presta atención. El tema acá no es ¿por qué los niños se comportan de esa manera? sino ¿para qué lo hacen? Lo hacen porque los han puesto en ese lugar. Todo esto disminuye si tomamos medidas en los primeros años de vida. Estamos hablando, en este caso, de niños que no tienen ninguna dificultad propia, sino que fueron transformados por cierta forma de crianza. Cuando dejo que el niño haga lo que quiera, aprende que él es quien marca la cancha y eso es lo que hacen los príncipes con sus súbditos. Si un niño cree que es un príncipe tiene probabilidad de desarrollarse como un tirano, y es tremendo cuando vos tenés un déspota en tu casa. Y no te digo nada afuera, donde la corona no te la respetan.

¿Cómo se da cuenta cuando un niño tiene problemas en la convivencia por un tema de la crianza o por una dificultad propia?

Ese es el gran diagnóstico diferencial. La labor de los que trabajamos en salud mental es ver si estamos frente a un trastorno que tiene una base propia donde determinadas redes neuronales no están cumpliendo con la función que tendrían que cumplir –por ejemplo, de regulación de la conducta y las emociones– o porque les han enseñado eso. En el primer caso pueden ser razones congénitas que pueden ser agravadas o mejoradas por el estilo de crianza.

¿Los padres aceptan o se rehúsan a admitir que sus hijos tienen una patología?

Es muy difícil que uno acepte que el problema es solo de su hijo. Me ha pasado de padres que vienen a la consulta porque los mandan de la escuela o el club. A veces se trata de padres que tienen una gran tolerancia a determinadas conductas y consideran que están creando un “niño libre”. El problema es confundir una persona libre con una omnipotente. También hay que entender a los padres, no es fácil cuando te dicen que tu hijo tiene un problema propio. Tratamos de que entiendan que es mucho mejor tener cierta idea de qué es lo que le pasa al hijo, que no tener idea o no querer nombrar determinados trastornos para no herir susceptibilidades. 

¿Los niños también pasan por situaciones de estrés?

Estrés es todo lo que el organismo interpreta como peligros. Cuando el niño está en una situación donde tiene una gran cantidad de estímulos y su cerebro no puede con ellos, hablamos de estrés. Pueden estar estresados por recibir demasiado de algo malo (maltratos, por ejemplo) o demasiado de algo bueno. Porque el empacho de estímulos materiales, el uso problemático de pantallas y la excesiva estimulación genera estrés, el cerebro no sabe qué hacer con tanta estimulación. Por eso hay que empezar a poner atención en esos excesos.

En el libro se promueve la comunicación saludable entre padre e hijo pero, ¿cómo logra un adulto enojado con su hijo moderar la ira y hablarle bien?

Entrenándose. Nada de lo que planteamos en el libro es imposible, pero tampoco decimos que sea fácil. Existe una forma de comunicación saludable, que no tiene que ser necesariamente la más efectiva. Pero es la que más nos conviene a todos porque toma en cuenta el respeto. 

¿Qué pasa con el castigo físico? Porque aún muchos padres golpean a sus hijos como forma de castigo y otros que aunque no lo hacen tienen pensamientos como ‘antes con un chancletazo se arreglaba todo’.

Eso tiene un problema  obvio que es que yo no estoy respetando a la persona que estoy castigando. Se hace en un contexto de descontrol importante de los padres. Y se agrede a alguien que no puede defenderse ni físicamente, ni en su cabeza en muchos casos, porque todavía hay niños que no se defienden cuando les pegan porque tienen incorporado que sus padres son sagrados. Existe un pilar en el desarrollo emocional que es la idea que uno tiene de cuánto vale como persona. Y esa idea empieza  a deshilacharse si yo recibo humillación de parte de las personas que se supone que más me quieren.

La gente que dice ‘antes con un chancletazo se arreglaba’ fue –o fuimos– educada a través de del miedo, que era un pilar que sostenía el concepto de autoridad. Y ese concepto se debería basar en el amor o admiración y el respeto como pilares. En aquella época, donde había un dominio de educación a través del miedo hubo gente que estudió el desarrollo emocional de los niños y advirtió que el castigo físico hacía daño. Pero cuando vos sacas un pilar de una viga tenés que suplantarlo por otro. Y el problema ahora es que se educa con amor, sin el pilar del respeto sustituyendo el del miedo.

¿Existe la depresión en niños? De manifestarse, ¿es necesario el consumo de psicofármacos?

Los estudios estadísticos muestran que existe la posibilidad de que cada 100 niños que entran a la escuela uno o dos tengan un cuadro depresivo en el correr de esos años de primaria. El niño con elementos depresivos puede ser, desde el punto de vista de las emociones, irritable –la tristeza ya sería algo más grave, ahí se trataría de una depresión más profunda–. Las conductas van acorde a la irritabilidad. Entonces se dan crisis de descontrol de disconformidad básica. Son comportamientos que suelen manifestarse en conductas basales (lo mínimo que exigís de una persona) como la alimentación, el sueño y el juego. Y desde el plano de los pensamientos, puede tener que ver con lo que uno mismo concibe “yo no valgo”, “soy un burro”, “no me quieren", “no hay nada que pueda hacer”, “no tengo esperanza”.

Cuando detectás que realmente es una depresión y que no es un cuadro adaptativo (por ejemplo, si el chico tuvo una gran pérdida y está en el medio de un duelo), debe tratarse con psicoeducación, psicoterapia y psicofármacos.

Trabajo multidisciplinario
Con-Vivir forma parte de un trabajo en conjunto entre Ariel Gold y un equipo coordinado por la licenciada Alicia Gómez. Participaron como colaboradores en determinados capítulos: Christian Cabane, Lucía Calderón, Nicolás Capote, Sandra Kiriakidis, Gabriel Rossi, Lorena Estefanell, Roberto Balaguer y Miguel Carbajal.

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