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A cinco años del asesinato de Marielle Franco, líder socialista de las favelas y las lesbianas brasileñas
Marielle Franco había nacido el 27 de julio de 1979. Se recibió de socióloga, tuvo un hijo con un compañero varón, luego tuvo una compañera de vida. A los 38 años era dirigente del Partido Socialismo y Libertad de Brasil y una referente para las mujeres afrodescencientes de las favelas, para las lesbianas, para las asociaciones de Derechos Humanos. Ella se definía “mujer feminista, negra e hija de la favela”.
Contaba con muchos enemigos entre los seguidores de Jair Bolsonaro, a quien había denunciado por su racismo y por su supremacismo. El 10 de marzo de 2018 había denunciado a policías del 41 Batallón de Policía Militar por los atropellos contra los habitantes de la favela de Acari, en Río de Janeiro. El 13 de marzo, un día antes de ser asesinada, denunció la muerte de un Matheus Melo, también habitante de una favela, y tuiteó: “¿Cuántos más deben morir para que acabe esta guerra?”.
Al día siguiente, a eso de las 9 y media de la noche, cuando se desplazaba en un auto con un chofer, de nombre Pedro Gomes, desde otro auto les dispararon ráfagas de armas automáticas y los mataron a ambos.
La principal línea de investigación de las autoridades judiciales fue que se trató de una ejecución. De inmediato, la ONG Human Rights Watch dijo que era un asesinato propio de la "impunidad existente en Río de Janeiro" y al "sistema de seguridad quebrado" en el estado.
Desde hace cuatro años hay dos policías militares acusados del asesinato y encarcelados. Sin embargo, la Justicia carioca no avanza. Muchos llamados telefónicos y contactos de esos dos agentes fueron con el entorno más cercano del entonces presidente Bolsonaro.
Franco fue velada en el Ayuntamiento de Río de Janeiro, donde cumplía sus funciones, y enterrada al día siguiente en el Cementerio San Francisco Javier. Sus restos fueron acompañados de miles de personas de los sectores más humildes de la ciudad.
Los días posteriores fueron de protestas tanto en Río como en San Pablo. Una de las manifestaciones más emotivas que recogió la prensa carioca fue en la favela de Maré, donde fue criada Marielle. Alrededor de 3.000 personas recorrieron el barrio para pedir el esclarecimiento del asesinato de la dirigente.
En agosto de 2018, Raul Jungmann, ministro de Seguridad Pública de Río de Janeiro, un estado gobernado por bolsonaristas, reconoció públicamente la existencia de agentes del Estado implicados en el asesinato de Marielle.
Cinco años después, y con la asunción de Lula en la presidencia, Anielle Franco, única hermana de Marielle, fue nombrada ministra de Igualdad Racial de Brasil. Ella se formó como agrónoma y se incorporó al Partido Trabalhista del presidente Lula. La vida de Anielle dio un giro radical con el asesinato, aún impune, de su hermana. Ella tiene 38 años, la misma edad que tenía su hermana cuando la ejecutaron.
Pese a su formación como agrónoma, Anielle trabajaba como profesora de inglés en colegios secundarios. Había sido jugadora profesional de vóley, incluso pudo estudiar en la Universidad de Florida en los Estados Unidos. Pero su admiración por Marielle hizo que quisiera continuar con la militancia de su hermana mayor.
“Si llegué hasta aquí, es por Marielle y por mi madre”, le dijo al diario español El País un día antes del quinto aniversario de la muerte de su hermana.
Lula decretó que el 14 de marzo es el Día Marielle Franco contra la Violencia Política por Raza y Género. “Es un día que da un poco de sentido al esfuerzo de estos años, hace que la lucha y el trabajo arduo valgan la pena”, dice esta mujer que nunca pensó que un crimen tan horroroso la llevara a ser ministra y referente de las mujeres brasileñas.
El trabajo al frente del Instituto Marielle Franco le dio una proyección que su hermana nunca tuvo en vida. Tras rechazar ofertas de presentarse a las elecciones al Congreso, aceptó la invitación presidencial.
