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Una amistad milenaria e insustituible

Se suma a las aves rapaces destinadas a la cetrería en la terminal de pasajeros; ¿cuál es el pasado y el futuro de este arte que es, al mismo tiempo, una práctica de seguridad?
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27 de mayo de 2019 a las 05:00

Por Bruno Gariazzo, especial para Cromo.

Desde el buey para el arado de los cultivos hasta la mula para el transporte de carga, los animales han servido al hombre. Pero no todos los que lo acompañaron durante su historia han sido esclavos de sus fines. Con muchos se han forjado amistades milenarias. El perro sería el ejemplo más evidente, pero existen otros menos célebres con relaciones sorprendentes: las aves rapaces.  

La llamada cetrería es el arte de cazar empleando aves de presa entrenadas, como halcones o gavilanes. Se cree que esta práctica se expandió desde Asia hacia Europa Occidental. Aunque las armas de fuego mitigaron su popularidad, la cetrería fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2010. 

Patrullando desde los cielos

Mauricio Rattin es parte de un equipo de cinco cetreros que trabajan desde 2008 en el control de la fauna presente en el predio del Aeropuerto de Carrasco. La primera vez que se utilizaron aves rapaces para realizar controles biológicos en aeropuertos fue en la década de 1970 en España. 

Su trabajo consiste en utilizar una batería de métodos, tanto reactivos como preventivos, para desalentar que se instalen en la zona animales que puedan significar un peligro para el aterrizaje y despegue de los aviones. Entre los métodos preventivos se encuentran los trabajos de manejo del ambiente, como el drenaje de acumulaciones de agua que podrían atraer a la fauna, censos que permitan conocer el uso del espacio aéreo del aeropuerto por las aves y el control biológico con técnicas de cetrería; mientras que los métodos reactivos incluyen el uso de pirotecnia, perros de acoso de la raza Border Collie y aves de presa. Recientemente se agregó un nuevo elemento: un robot que intenta parecerse a un halcón peregrino para usarlo de manera intercalada con las aves de carne y hueso.

La empresa Cetrería del Sur, a la que pertenece Rattin, no solo trabaja para el aeropuerto sino también para el área agrícola e industrial para controlar plagas, como la paloma doméstica o la cotorra. “Buscamos generar una zona insegura para la fauna y así reducir su presencia dentro del predio, ya que por el miedo natural a sus depredadores, reducen su tránsito y permanencia en el sitio para preservar su existencia”, explicó el cetrero a Cromo.  Como lo que motiva a las aves rapaces a cazar es la posibilidad de alimentarse, se les permite alcanzar al menos una presa, pero principalmente se busca ahuyentar a la fauna y no cazarla. 

Para cubrir un mayor abanico de presas se utilizan diferentes especies de aves cazadoras, como el halcón aplomado, el halcón peregrino, el gavilán mixto y el águila mora. Al tener varias modalidades de vuelo y de caza, cada una cubre diferentes sectores del espacio aéreo. El gavilán mixto, por ejemplo, es una especie que es utilizada para la modalidad de bajo vuelo, partiendo desde el puño o desde el vehículo del cetrero en vuelo directo hacia las presas. En cambio, el halcón peregrino caza desde las alturas y es el animal más veloz del planeta, superando los 340 kilómetros por hora cuando se lanza en picada tras su alimento. 

“El halcón peregrino caza por altanería, busca ganar altura realizando vuelos concéntricos sobre el cetrero, y el cono de ataque que puede cubrir es mucho mayor que un gavilán, que vuela a 20 o 50 metros”, contó Rattin. Y añadió: “El halcón aplomado tiene una cola muy larga que le sirve como un gran timón para maniobrar en persecuciones directas, algo que el peregrino no puede hacer porque está diseñado para la velocidad; su estructura anatómica no está hecha para eso”.

“El halcón aplomado tiene una cola muy larga que le sirve como un gran timón para maniobrar en persecuciones directas, algo que el peregrino no puede hacer porque está diseñado para la velocidad; su estructura anatómica no está hecha para eso”.

Cetrería del Sur tiene aproximadamente 40 aves; algunas se reproducen en cautiverio en el propio aeropuerto de Carrasco y otras han sido rehabilitadas (porque se criaron con seres humanos y no se reconocen con otros de su especie o porque tienen alguna lesión o discapacidad física). 

El entrenamiento se produce por medio de reflejos condicionados: por su conducta natural, el ave asocia al cetrero con su proveedor de alimento. Por medio de un sistema de recompensas (o de ausencia de estas), comprende qué comportamiento debe adoptar para obtener su comida. “Una vez que te acepta el ave como su compañero de caza, ya se forma un equipo de trabajo”, comentó. 

La mayoría de las cacerías son simulacros, ya que se utilizan señuelos con forma de ave con un pedazo de carne atado, pero el estilo de vuelo de ataque es percibido a la distancia por el resto de la fauna, la cual se alerta y se retira. 

El ingreso de aves a las turbinas de un avión puede ser desastroso, pero los riesgos son mayores durante el despegue que durante el aterrizaje. “La fauna en un aeropuerto es un peligro latente; no se puede evitar, pero el objetivo debe ser la mitigación del riesgo”, aseguró Rattin.

“La fauna en un aeropuerto es un peligro latente; no se puede evitar, pero el objetivo debe ser la mitigación del riesgo.”

El aeropuerto de Carrasco, con base en reglamentaciones internacionales aprobadas por la autoridad aeronáutica, maneja como indicador aceptable de seguridad operacional un impacto cada mil operaciones. Hasta el momento, ningún encuentro de aviones con aves ha significado mayores consecuencias para los pasajeros que alguna demora. Además, según los registros, en el acumulado de los últimos 10 años, el indicador promedio fue de 0,14 impactos cada mil operaciones, lo que respalda el buen trabajo que se realiza las 24 horas, todos los días del año.

El juguete nuevo

Acerca del halcón robótico recientemente agregado al plantel de aves rapaces, Rattin consideró que es una herramienta más y que, de ningún modo, sustituirá a uno de sus halcones o gavilanes entrenados. El atractivo que representa el terreno del aeropuerto para algunas especies es muy grande como para que desistan de habitarlo si no se les presenta una buena razón para hacerlo. “Si utilizamos solamente un halcón robótico y no se caza nada es probable que identifiquen que no es un peligro real y con el tiempo empiece a perder efecto”, explicó. 

“Si utilizamos solamente un halcón robótico y no se caza nada es probable que identifiquen que no es un peligro real y con el tiempo empiece a perder efecto.”

Esta ave mecanizada, diseñada por una empresa colombiana, es un aeromodelo radiocontrolado que fue modificado en su estructura para parecerse lo más posible a la silueta de un halcón peregrino en vuelo. Los cetreros uruguayos se interesaron en incorporar esta tecnología innovadora como una forma de no quedar desfasados del mundo, ya que los robots están comenzando a ser utilizados en los aeropuertos, aunque el de Carrasco es el pionero en la región y un referente sobre esta práctica.

Rattin comentó que este halcón es muy efectivo para ahuyentar especies migratorias. Por el efecto de acostumbramiento antes mencionado, esta tecnología no sería del todo eficaz si se la enfoca solo a las especies locales. “Tenemos un altísimo porcentaje de especies residentes; especies que intentan permanentemente establecerse, como los teros. Si utilizáramos solamente este método, probablemente se generaría un acostumbramiento a corto plazo”, señaló el experto.

Para operar con esta herramienta, el equipo de Cetrería del Sur necesita aún una licencia de la Dirección Nacional de Aviación Civil e Infraestructura Aeronáutica (Dinacia) del Ministerio de Defensa Nacional. Cuando obtenga el permiso, se utilizará el halcón robótico de manera intercalada con las reales, en particular, en verano, en horas cercanas al mediodía, cuando el calor puede ser agobiante.

El entrenador de halcones sostuvo que “esta tecnología no podría nunca reemplazar a un arte de 4.000 años de antigüedad” y, aunque reconoció lo interesante de la sinergia entre ambas herramientas, declaró que “no es el sustituto de nuestros halcones”. 

Aunque la tecnología avance en su imitación de la naturaleza, la relación de mutuo beneficio generada entre dos especies durante miles de años de evolución no debería ser algo despreciable. Al respecto, Rattin describió cómo es la relación entre un ave rapaz y su entrenador: “Para ser cetrero se necesita mucha vocación y sobre todo mucho amor por la naturaleza. Si esto realmente no te apasiona es imposible que lo puedas sostener en el tiempo, porque tener un ave para cetrería requiere de trabajo diario y cuidados permanentes. Cuando te dedicás a entrenar un ave rapaz, tenés que ser 100% responsable y saber que no es una mascota. Siempre debemos pensar en su bienestar, con ellas trabajamos y convivimos; son parte de nuestra vida cotidiana”. 

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