Gabriela Pallares

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Ministerio de diseño > arquitectura

Alejandro Aravena: El Pritzker sorpresa

El ganador de uno de los premios más importantes de la arquitectura mundial es un profesional dedicado a pensar la arquitectura desde lo social, algo todavía inusual en estos tiempos.
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23 de enero de 2016 a las 00:00

Que en épocas de despliegues urbanísticos centrados en grandes firmas y desarrollos inmobiliarios para público de alta gama (usualmente subhabitados a posteriori), el Premio Pritzker de arquitectura (máximo galardón mundial en esta disciplina) mire a Latinoamérica y sea para el chileno Alejandro Aravena no es un tema menor. Esto puede tener varias lecturas que, quizá, hagan reflexionar al establishment acerca del valor y la finalidad de la arquitectura y su contribución real al mundo en que vivimos.

Así como los Oscars no garantizan una buena película, este premio es foco de debates acerca de producciones arquitectónicas y gestiones de estudios. Pero más allá de críticas y debates, lo cierto es que Aravena, junto a Mathías Klotz y Smiljan Radjic conforman cierta ruptura en el panorama chileno y su percepción a nivel internacional. Con miradas centradas en el usuario y soluciones reales pensadas para un entorno social, tienen mucho que decir de la gestión y roles de la profesión y su resposabilidad civil como agentes de cambio.

Alejandro Aravena (1967) está graduado en la Universidad Católica de Chile. Del año 2009 al 2015 fue miembro del Jurado del Premio que hoy se le otorga, además de ser nombrado International Fellow del Royal Institute of British Architects. Posteriormente se trasladó a Italia donde estudió Historia y Teoría en la Università IUAV de Venecia y grabado en la Academia di Belle Arti de la misma ciudad. Entre 2000 y 2005 se desempeñó como profesor visitante en Harvard y ha dado clases en el London School of Economics, donde es miembro del Consejo Asesor del Cities Centre.

Sus obras van desde edificios educacionales a viviendas privadas y multifamiliares, dentro de las cuales destaca la labor que ha realizado como parte de Elemental, cargo que lo llevó a dirigir la reconstrucción de la ciudad de Concepción después del terremoto de 2010, gracias a lo que obtuvo el premio Holcim Silver Award por su contribución en construcción sustentable.

Recientemente ha alcanzado un nuevo logro al ser nombrado Director de la Bienal de Venecia 2016, evento en el que ya había participado en ediciones anteriores como expositor, llegando a obtener en 2008 el León de Plata por Elemental, como el arquitecto joven más prometedor.

Hoy es el galardonado nro. 41 del premio que otorga la Fundación Hyatt anualmente, y el 3o latinoamericano, Luego de Paulo Mendez da Rocha y Oscar Niemeyer.

Pero se puede decir ya que Chile en general viene dando ejemplos varios de arquitecturas que trascienden fronteras a fuerza de intervenciones en distintos ámbitos, algunas de ellas reseñadas en este post hace unos meses.
Pero en este caso en particular, hace rato que viene teniendo mucho que decir: entre los premios que ha recibido se cuentan, entre otros, la Medalla de Arquitectura Erich Schelling 2006 (Alemania), el Premio Avonni a la Innovación 2009 y el Premio Marcus de Arquitectura. Y ahora, el Pritzker.
Aravena es de los primeros relevantes en realmente trabajar en pos de soluciones concretas habitacionales para sectores carenciados y que se lo haga resaltar al mismo nivel que otros más volcados a sectores corporativos reiterados hasta el cansancio en miles de especulaciones inmobiliarias que resuelven poco y generan muchos problemas urbanos es bien inusual y una luz de esperanza para contribuir a la reflexion del camino real que debe tomar la arquitectura y el rol de los profesionales frente a las necesidades humanas que hacen a un derecho básico como la vivienda.
Con 48 años de edad, Aravena no solo presenta una nutrida producción de obras privadas, públicas y educacionales en Chile, Estados Unidos, México, China y Suiza, sino que ha logrado construir más de 2.500 unidades de vivienda social, involucrándose en el ámbito de las políticas públicas habitacionales y tomando las reglas del mercado como una oportunidad de generar un impacto real y de gran alcance.
En una muy interesante entrevista para El Pais de Madrid expresó: "Hemos estado marcados como profesión por tratar de responder a problemas que les interesan solo a otros arquitectos. Hemos sido poco entrenados a que nuestro punto de partida quede fuera de la arquitectura. Quizá por una especie de anticipación a garantizar un resultado pulcro, escultórico, hemos llegado a pensar que si la solución no se ve de origen puede que no llegue a hallarse. El precio que hemos pagado por esa manera de trabajar es el de la irrelevancia. No nos llaman para que nos encarguemos de ningún tema duro. Cuando hay una piedra en el zapato no se llama al arquitecto. “Como no tenemos tiempo ni recursos… Cuando los tengamos les llamaremos”. No es el caso de los economistas, los abogados o los ingenieros, a los que se recurre más cuanto mayor es el problema."
En otro pasaje le preguntan a Aravena: "El Pritzker siempre ha prestado atención a las modas. ¿Teme que la arquitectura humanitaria sea, como el deconstructivismo, otra moda?". Él responde: "Relacionar éxito y culpa es algo a evitar en un país ultracatólico como Chile. Cuando nos anunciaron el premio sentimos libertad. Ya no tenemos que probar nada a nadie. Lo vivimos como un quitamiedos para acercarnos a ámbitos que podían asustar por desconocidos".
Cuando le consultaron por la construcción de viviendas para 100 familias en Chile hace 10 años, Alejandro Aravena buscó una inspiración inusual: la sabiduría de las favelas y los barrios marginales. En lugar de construir un gran edificio con unidades pequeñas, construyó mitades de casas flexibles que cada familia podría ampliar. Era un problema complejo, pero con una solución simple... a la que llegó trabajando con las propias familias. Con una pizarra e imágenes de sus diseños, Aravena hace una guía a través de tres proyectos en una charla Ted (cliquee aquí para verla),en los que un replanteamiento inteligente conduce a un diseño interesante.
Autor de numerosos proyectos de viviendas incrementales –en las que en lugar de recibir un piso terminado el cliente obtiene una casa capaz de crecer cuando su economía lo permita-, Aravena y sus cuatro socios -Gonzalo Arteaga, Víctor Oddó, Juan Cerda y Diego Torres- han demostrado con sus diseños urbanísticos y sus viviendas sociales una preocupación por las ciudades y por la humanidad que, ciertamente, habla de una nueva dimensión de la profesión.

De hecho, asi surgio Elemental, un día en Cambridge: "Se podría decir que el inicio de Elemental fue cuando (Andrés) Iacobelli preguntó: ‘Parece que la arquitectura chilena está pasando por un muy buen momento, con mucho reconocimiento internacional. Si es cierto que la arquitectura chilena es tan buena, ¿por qué la vivienda social es tan mala?'".
El acta del jurado del nuevo premio, de hecho, señala que "Alejandro Aravena personifica el renacimiento de un arquitecto comprometido con la sociedad. Tiene un profundo conocimiento de la arquitectura y la sociedad civil, como se refleja en sus escritos, en su activismo y en sus diseños. El papel del arquitecto está siendo desafiado para servir mayoritariamente a necesidades sociales y humanitarias, y Alejandro Aravena ha respondido a este desafío de forma clara, plena y generosa".
Pero no todo es vivienda social, también hay tiempo para trabajar en nuevos edificios para el campus de Vitra, u otros corporativos para Novartis, residenciales y un largo etcétera.
Además, este genio de la arquitectura es responsable de la "chairless seat" presentada en una edición de la Feria de Milán que está inspirada en las tribus nómades:una banda alrededor del cuerpo que retiene las piernas y oficia de silla virtual.
Personalmente le daría el premio si es cierta su aseveración en una nota a Vanity Fair de que "no es un workaholic, nunca trabaja los fines de semana ni despues de las 7Pm y almuerza todos los días en su casa".
Más allá de eso, ojalá el premio sirva para empujar el avance en calidad de obras latinoamericanas, sus influencias regionales y el intentar llegar con mejores ideas y diseño para hacer una diferencia en la vida de mucha gente. Aprovechemos entre Papas, Messis, Suárez y demás el hecho de que Latinoamérica está de moda. Y de paso , educación mediante, hagamos que lo sea por algo de calidad y no solo por pintoresquismos o demagogias locales.
Más fotos de la obra de Aravena, aquí.

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