Zitarrosa antes de Zitarrosa

Una visita al origen del cantor más oriental y la historia de cómo nació su primer disco, Canta Zitarrosa

" La vida, la creación, la justicia, la libertad. Son los grandes valores que uno defiende y siente como su tarea, aquello que debe decir una y otra vez, aunque aburra "

Una voz única, en el momento justo

El locutor se había convertido en cantor profesional. Sus temas copaban las radios y encantaban al público, que ya reclamaba saludos y autógrafos. Él se ponía incómodo porque no se adaptaba a la fama repentina. Muchas veces usaba anteojos oscuros para caminar tranquilo por Montevideo, pero esos intentos a menudo fallaban y terminaban en un "mirá, Zitarrosa de lentes". 

En 1965, con 29 años, Alfredo Zitarrosa era una revelación en la música nacional. Su disco simple El canto de Zitarrosa, que incluía los temas "Milonga para una niña", "El camba", "Mire amigo" y "Recordándote", había sido un éxito de ventas y lideraba rankings en competencia con los Beatles. Cuando al año siguiente publicó su primer larga duración, Canta Zitarrosa, que en 2016 cumple 50 años, esa voz grave y profunda ya se esparcía sin freno por todo el país. 

¿Qué había pasado? ¿Por qué ese sonido atraía tanto? ¿Quién era ese poeta escoltado por guitarras y con perfume gardeliano? El 10 de marzo se cumplen 80 años del nacimiento de Zitarrosa y la excusa es perfecta para revisitar los inicios de la voz más oriental.

CANTA ZITARROSA. CRÓNICA DE UN DISCO

La fórmula no es innovadora y, sin embargo, allí hay algo especial: las razones hay que buscarlas en la personalidad del intérprete y en el fenómeno que provocó su obra. Muchos ritmos criollos estaban en desuso en esos momentos, en parte porque ya no le hablaban de la misma manera a una sociedad que clamaba renovación. Es entonces cuando Zitarrosa aparece con un repertorio que resignificó géneros que olían a viejo. Vidalita, cifra, estilo, huella, gato, cielito. Y suena como una paradoja que estos ritmos tradicionales acompañaran a la voz que lo estaba cambiando todo.

El compositor y cantante tacuaremboense Carlos Benavides lo explica de esta manera: "Alfredo nos mostró que era posible otro tipo de canción que no fuese una postal de una imagen de Blanes. Y que no precisaba disfrazarse de gaucho para cantar determinada música".

Zitarrosa no se definía como folclorista, sino como cantor popular, y en ese concepto reunía elementos camperos con paisajes urbanos, en una poesía sencilla y directa, al alcance de todos.

Zitarrosa avanzaba en la poesía acompañada de sonidos de raíz folclórica. "¿Por qué siempre tenemos que cantarle al gaucho que está faenando, que está en la yerra?", se preguntaba con 15 años el joven Benavides, que encontraba en Alfredo un camino que los unió hasta compartir escenarios y canciones.

Yamandú Palacios, cantor y amigo de Zitarrosa, comenta que en este artista nuevo convivían distintas fuentes musicales. "Tiene una vertiente flamenca, que se nota más que nada en el canto. Tiene influencia de la música moderna, empezando por Beethoven, y también del candombe y la murga, ni que hablar del estilo y la vidalita".

Palacios sostiene que eligió expresarse en milongas por una "decantación de su esencia", que le permitía crear con un sólido fundamento artístico.

"Es imposible ver a Zitarrosa descontextualizado de su pensamiento, sentimiento y convicciones", escribe Guillermo Pellegrino en la biografía Cantares del alma. El periodista relata que al cantor "le dolía la felicidad" porque vivía preocupado por la injusticia social y la necesidad de una solución a ese problema. Alfredo fue un artista herido.

" El proceso de elaboración es inconsciente. La guitarra te enseña una canción. Tú no conocés la guitarra. Todos los días ella te dice algo nuevo. Es un ser vivo "

Una historia familiar compleja

Zitarrosa nació en el Pereira Rossell el 10 de marzo de 1936. Durante su infancia se mudó varias veces. "Recuerdo numerosos barrios: Belvedere, La Teja, Carrasco, Villa Dolores", dijo alguna vez. Luego vivió en el pueblo Santiago Vázquez y después en el kilómetro 29 de la ruta 1, en el departamento de San José.

Su historia familiar fue tormentosa. Su madre, Blanca Iribarne, lo tuvo a los 19 años y encargó la crianza del niño a la pareja compuesta por Carlos Durán y Doraisella Carbajal. Blanca era bailarina y solía trabajar en el exterior. Alfredo pasó a llamarse Zitarrosa recién a los 14 años, cuando recibió el apellido del marido de su madre y padre de su única hermana, Cristina. 

El desprecio de su padre biológico y la relación (amor-odio) con su madre marcaron a fuego la personalidad del cantor.

"Me siento muy responsable de estar vivo, de lo que va a pasar en el futuro. Creo que, de algún modo, mi existencia tiene un sentido con referencia estricta a los demás y al tiempo en que vivimos".

Palabra, poesía y canción

De adolescente Zitarrosa trabajó como vendedor en diversos rubros. A los 17 años fue contratado por radio Ariel para hacer locuciones. Luego pasó a El Espectador, donde terminó consolidándose. En las radios se dedicó a animar programas, leer los informativos y escribir libretos, pero también aprovechaba los ratos libres para ensayar canciones.

El Flaco, como lo llamaban sus amigos, siempre estuvo inmerso en un universo artístico: de niño cantaba boleros y ya más de grande escribiría cuentos y poemas, otra de sus grandes pasiones. En 1959 ganó el Premio Municipal de Poesía por su libro inédito Explicaciones. Un año antes había debutado como actor en una obra de teatro. Las personas cercanas a él siempre destacaron su gran sensibilidad, inteligencia y cultura, fruto del amor por los libros. También sobresalía la madurez del joven Alfredo, que siempre quiso aparentar más edad. La anécdota que pinta mejor esta faceta cuenta que usaba lentes sin necesidad, solo para verse mayor y poder así conseguir trabajo.

Sus primeras armas musicales las hizo con su colega y amigo Bobby Pimentel. "Los primeros tonos de la guitarra, las primeras cosas me la enseñó él, que cantaba zambas", recordaría Zitarrosa, exiliado en México. La zamba era el ritmo folclórico argentino omnipresente en el Río de la Plata. Zitarrosa, junto a Los Olimareños, fue de los primeros en animarse a cantar zambas uruguayas. "Yo me sensibilicé con la cosa del folclore a partir de las grabaciones de los Hermanos Ábalos, de Evaristo Barrios, Amalia de la Vega, Los Chalchaleros", contó en 1976 durante una entrevista realizada para el diario bonaerense El Cronista Comercial.

" El texto tiene que tener un ritmo y una medida que la melodía le está proponiendo casi como una exigencia. A veces podés modificar la melodía para que el texto quepa; en general, la que manda es la melodía "

La casa del Barrio Sur

 

"Recuerdo dos barrios que son los que están impresos en mi sensibilidad: La Unión y el Barrio Sur", comentaría años más tarde Zitarrosa en una entrevista del programa español A fondo. Alfredo vivió ocho años en una casa ubicada en la calle Yaguarón, a media cuadra del Cementerio Central. Allí comenzó a componer canciones y ese era un lugar frecuente de encuentro para sus amigos. "Pasábamos horas, cantando y tocando la guitarra", comenta Lucio Muniz, coautor de "De no olvidar", canción incluida en el primer disco de Alfredo.

"De tanto vivir frente
del cementerio
no me asusta la muerte
ni su misterio"
(Coplas del canto)

La madre de Zitarrosa alquilaba habitaciones de la vivienda. Cristina Zitarrosa recuerda la importancia que la casa de Yaguarón tuvo para su hermano: "En esos escalones conoció a Vallejo y a Rilke". Era común que los conocidos de Alfredo tiraran piedritas a la ventana para no molestar a los inquilinos con el timbre a altas horas de la noche.

Cristina cuenta que "allí vivía toda clase de gente, era una especie de zoológico". La casa tenía cinco cuartos y en un entrepiso con ventana a la calle dormía Alfredo. Esa habitación, conocida como la "buhardilla", era una pieza muy pequeña, donde convivían una cama, dos bibliotecas, la guitarra, un busto de Beethoven y la calavera Josefina, en la que Alfredo había escrito: "No pienso, pero existo".

Esa fue una época fermental en lo artístico e intelectual para Zitarrosa. Eran tiempos del Café Montevideo y el Bar Outes, lugares donde celebraba frecuentemente un culto a la amistad y la bohemia.

En el exilio mexicano, Alfredo se refirió a su querido Barrio Sur de esta manera:

—De Montevideo, ¿qué es lo que más extraña?
—Se extraña todo, pero de la ciudad lo que más extraño es la rambla y algunos fragmentos del Barrio Sur.
—¿Cuáles?
—La placita... caray... me olvidé el nombre de la plaza. Tendría que escuchar la canción que dice "ya nadie me espera en la plaza". Extraño el olor a creolina de la fábrica de enfrente. Viví durante un período de mi vida en una buhardilla, justo enfrente de esa placita, al costado del Cementerio Central. ¿Cómo se llamaba esa placita?

" Te da grandes satisfacciones el trabajo de cantar, pero también causa dolor. Tiene de todo, como tiene que ser "

El cantor profesional

Zitarrosa quiso ir a Cuba en 1963. La revolución lo seducía y quería experimentarla de primera mano. Lo habían despedido de El Espectador y con el dinero que le pagaron se tomó un avión a Lima, Perú. Allí se rebuscó para trabajar como periodista en una revista, actividad que había ejercido con destaque en el semanario Marcha. Las necesidades económicas y la propuesta de un amigo, César Durand, lo llevaron a cantar en televisión. Así fue como el Canal 13 de Lima vio su debut profesional, casi por casualidad. 

La idea de llegar a Cuba se desvaneció al poco tiempo (la concretaría más adelante) y, tras un paso por Bolivia, regresó a Montevideo. Tuvo un breve pasaje otra vez por las radios y en 1965 cantó en el Sodre por primera vez ante el público uruguayo.

" La canción es nada más que un boceto de la realidad, en el que hay ciertos datos que la intención o el sentir subrayan como hitos, como fórmulas de interpretación de esta realidad "

Canta Zitarrosa tiene catorce temas. Es el primer larga duración de Alfredo Zitarrosa.

Fue grabado en los estudios de radio Ariel, en Montevideo, en julio de 1966. Los guitarristas son Hilario Pérez (primera guitarra) y Ciro Pérez (segunda guitarra). Zitarrosa toca el acompañamiento en varios de los temas. También tuvieron participación Lucio Muniz y Yamandú Palacios.

Historia de un ícono

El fotógrafo Jaime Niski cuenta cómo se hizo la imagen emblemática de la carátula del disco Canta Zitarrosa

Alfredo escribió en la contraportada:

"Si bien puedo decir que conozco al cantor, al autor de algunos de estos temas, al sujeto que resultó ser, en cambio, no voy a poder asegurar que canta ni que compone como se debe. Ni siquiera lo hace como quiere, debo señalar más bien, y en resumen agregaría, que compuso y cantó como pudo los temas de este disco, que lo representan bastante bien".

A este trabajo se le reconoce la inclusión de la ficha técnica de todos los involucrados en el álbum: los autores de los temas que no son propios, los técnicos (Juan Carlos Borde y Wilfredo de León) y el fotógrafo que realizó la imagen de la carátula (Jaime Niski).

Milonga de ojos dorados

1966

Uno de los emblemas de Zitarrosa. Fue escrita el mismo año que se grabó el disco. Alfredo toca el acompañamiento y la primera y segunda guitarra las hacen Hilario Pérez y Ciro Pérez. En versiones posteriores, decidió cambiar el orden de la segunda y tercera estrofa.

Milonga de ojos dorados,
cantale a la que yo quiero;
tu corazón compañero,
musical y acompasado,
vaya volando a su lado
y dígale que no puedo vivir.

Ella, como vos, tenía
los ojos color de oro;
mirándolos casi lloro
-vos bien sabés-, aquel día:
Nunca pensé que existía
una mujer con los ojos así.

No digas que ella se ha ido;
decí más bien que algún día,
igual que tu melodía,
cantándome en el oído,
ella sentirá el latido
del amor que una vez le pedí.

Milonga, vos sos testigo
de que la quiero de veras;
vos no tenés sus caderas
ni aquella boca de trigo,
pero cantando conmigo
irán tus ojos a hablarle de mí.

Milonga de ojos dorados,
volá cantando a buscarla,
y si llegás a encontrarla
-después de haberla mirado-,
entregale, enamorado,
el corazón que una vez le ofrecí.

La Coyunda

1966

Es la única canción del larga duración en la que Zitarrosa se acompaña solo. En la contratapa del álbum, el autor afirma: "De los temas grabados el que me gusta más es La Coyunda; tal vez por ser el último que fabriqué, o por ser el último que se grabó al procesar la cinta original. Uno siempre cree que la última vez obtuvo una síntesis mayor".

Como lazo mi amor te asujeta;
cuanti más largo el lazo
más larga la ausencia.

No tenés más coyunda que el tiempo;
cuanti más tiempo pase
tendrás más ricuerdos.

Como perro trotando en la huella,
mi amor que te acompaña
te traerá de vuelta.

No tenés más coyunda que el tiempo;
él y mi amor te harán volver,
lo estoy sabiendo.

Coplas al compadre Juan Miguel

Esta chamarrita tiene letra de Yamandú Palacios y música de Óscar del Monte. Palacios se inspiró en un viaje a Bella Unión, en 1963, cuando fue a conocer el trabajo de los cañeros. Cuenta que allí se encontró con una realidad muy dura, que lo "tocó profundamente". La historia de Juan Miguel está basada en un personaje real, un dirigente sindical que tenía ocho hijos. Su familia vivía en un contexto de extrema pobreza, como era común en la zona.

Zitarrosa grabó el tema antes que Palacios. Le pidió autorización a su amigo para incluirla en el disco y lo invitó a tocar la guitarra en la grabación. Desde entonces, "esa canción se transformó para él en un caballito de batalla, porque la cantó siempre en todos lados, estaba incluida en todos sus conciertos", relata Palacios.

Al compadre Juan Miguel,
no le pagan el jornal
y aunque no haiga de comer,
lo mesmo hay que trabajar.
Pobre compadre Miguel,
la vida que le ha toca'o.

Todo el día lo ha pasa'o
trabajando y sin chistar,
por unos tragos de caña
el pobre compadre Juan.
Pobre compadre Miguel,
la vida que le ha toca'o.

Como cueva de peludo,
la arispuca de Miguel;
qué perro destino el suyo
que naide se acuerde d'él.".
Pobre compadre Miguel,
la vida que le ha toca'o.

El dotor y el comesario
siempre le hablan de la ley,
que hay que rispetar lo ajeno
aunque no haiga de comer.
Pobre compadre Miguel,
la vida que le ha toca'o.

Juan Miguel se ha resigna'o
a vivir entre el arroz,
mientras haiga caña y mate
hay que agradecerle a Dios.
Pobre compadre Miguel,
la vida que le ha toca'o.

Pero un día habrá de ser
que esto se ha de terminar,
y la suerte del compadre
pa' su bien ha de cambiar,
¡Cuando canten estas coplas
los hombres del arrozal!

De no olvidar

1960

Es una milonga con letra de Lucio Muniz y música de Zitarrosa. Muniz cuenta sobre la creación del tema: "Me gustó mucho una música que me mostró. Me dijo: 'Si te gusta, escribile versos'. Ya pronta la canción me dijo: 'Le sacaste una nota a mi música. Yo le voy a sacar una de tus estrofas".

La versión original de Muniz:
Fingen mis manos que te han tocado
Piel y cenizas, piel y cenizas
Fuego apagado

Zitarrosa la cambió por:
¿A qué has venido? Vuelve al pasado
Déjame solo, déjame solo
¿Quién te ha llamado?

En 2001, La Vela Puerca grabó una versión de la canción en su disco De bichos y flores.

Y tu recuerdo, permanecido,
me está diciendo, me está diciendo,
que no hay olvido.

Breve es mi canto, que no te olvida,
piel y latido, piel y latido,
sombra encendida.

Siento en el alma como puñales,
filos metidos, filos metidos,
en manantiales.

Ya no te espero, nada me explico,
madero muerto, madero muerto,
te crucifico.

¿A qué has venido? Vuelve al pasado,
déjame solo, déjame solo,
¿Quién te ha llamado?

Siento en el alma como puñales,
filos metidos, filos metidos,
en manantiales.

Milonga para una niña

1959

El punteo de la introducción de esta canción, autoría de Hilario Pérez, marcó la historia del tema, que tiene la estructura en décimas de la milonga típica de los payadores. Fue grabada en el simple El canto de Zitarrosa (1965). La versión de este disco incluye el acompañamiento de Lucio Muniz. Según Alfredo, este es el tema que lo llevó de la mano como cantor.

"Es una milonga que yo hice pensando en dos o tres mujeres distintas, pero no porque hayan sido mujeres mías ni nada, sino porque eran dos o tres imágenes arquetípicas del amor. En particular, pensando en una de ellas, que esa sí podría haber sido mi novia. Me gustaba mucho y yo a ella parece que también. Yo estaba de novio en esa época y ella también, pero había una atracción muy grande. Mi novia era medio posesiva y se ve que el novio de ella también. En una palabra, que la cosa no pudo ser. Y eso fue todo"(testimonio de Zitarrosa a Saúl Ibargoyen y a Alfredo Gravina, en México, en 1977).

El que ha vivido penando,
por causa de un mal amor,
no encuentra nada mejor,
que cantar y d'ir pensando.
Y si anduvo calculando,
qué culpa pudo tener,
cuando ve que una mujer,
no conoce obligaciones,
se consuela con canciones,
y se olvida de querer.

Por eso niña te pido,
que no me guardes rencor,
yo no puedo darte amor,
ni vos podés darme olvido.
Yo sé que en cualquier descuido,
me iba a bolear contra el suelo,
y aunque me ofrezcas consuelo,
yo no lo puedo aceptar,
puedo enseñarte a volar,
pero no seguirte el vuelo.

Yo no te puedo entregar,
un corazón apagado;
cuando falla el del costado,
no hay nada que conversar.
Hay una forma de amar,
que es un modo de conciencia;
hay un amor que es paciencia,
y otro que es solo aromar.
¿Cuál amor te podría dar,
quien amara tu inocencia?

Cuando te vuelva a encontrar,
no podremos sonreír,
prefiero verte partir,
como te he visto llegar.
Cuando vuelvas a pensar,
que una vez te conocí,
y que nomás porque sí,
te compuse una canción,
cantará en tu corazón,
lo poquito que te di.

Por Prudencio Correa

Esta serranera, como la catalogó el compositor Ruben Lena, fue grabada antes por Los Olimareños, según cuenta Zitarrosa en la contraportada del disco. "No pudiendo repetir aquella serranera que hacen López y Guerra, preferí reproducir exactamente la canción que le escuché a Lena en mi casa, tomando mate, cuando me la enseñó. Se que él va a preferir la sinceridad a la perfección", escribió Alfredo. A pesar de este comentario, la canción no figura en la discografía oficial del dúo de Treinta y Tres.

Cuenta la historia de un contrabandista de Treinta y Tres, conocido en la zona a principios del siglo XX. Lena iba a la escuela cuando la Policía le pegó un tiro en la frente a Correa. "Los niños del pueblo gritaban a coro improvisado: 'No lo maten, no lo maten a Prudencio'", cuenta el periodista olimareño Sergio Sánchez Moreno.

Yo no lo vi, pero sentí clarito;
¿y quién no oyó el temblor
de la descarga que le partió
la frente aquella tarde clara?

Y de aquellas soledades
sabía Prudencio Correa,
por las horas de silencio
vividas en la frontera.

Una vez que estuvo preso
por cuestiones de pelea
le quitaron hasta el mate
por ser Prudencio Correa,
y dijo cuando salió:
– Ni a las malas ni a las buenas,
preso no me han de llevar,
dijo Prudencio Correa.

Tiempo después lo citaron,
pero no hubo manera,
Prudencio Correa era hombre
de palabra, donde quiera;
y, aunque era gurí, me acuerdo
de aquella tarde serena,
cuando un bando de fusiles
fue por Prudencio Correa.

No se lo vio recular ni andar
buscando trinchera;
por cumplir con la palabra,
murió Prudencio Correa;
con el brazo arremangado
murió Prudencio Correa;
con el dedo en el gatillo
murió Prudencio Correa.

Prudencio Correa era hombre
de palabra, donde quiera.
Y de aquellas soledades
sabía Prudencio Correa.

Del que se ausenta

Es una milonga popular argentina anónima inmortalizada por cantores como Jorge Cafrune y Los Olimareños, que la grabaron para su disco Del Cojinillo(1965). La canción volvió a formar parte del repertorio de Zitarrosa más de una década después.

Empecé a quererla porque sí, por nada…
Fue como un dormirme sobre la guitarra
y soñar milongas, cifras y zambas.
Llegaba como llega el día en las enramadas:
un puña'o de trinos, un murmullo de alas,
y un beso prendido en el pico, como una calandria.
Yo andaba curando una herida que hacía tiempo sangraba,
de despecho y rabia, y ella con sus besos y sus manos blancas,
tejió telaraña pa' cicatrizarla.

Me alejo de ti, no puedo llorar,
se queda en la noche tendido mi canto,
marcando distancias.

Qué triste ha de ser el mañana
sin una esperanza.
Qué oscuro el camino la vida
si no hay luz en el alma.

Me alejo de ti, no puedo olvidar
que al cielo mirabas y el llanto a tus ojos
temblando asomaba.

La lluvia tal vez te diga al caer
que en algún camino se moja con llanto
mi pobre pañuelo.

No esperes en vano el regreso
tras de tu ventana,
las nubes que hoy cruzan el cielo,
no has de ver mañana.

Me alejo de ti, yo quiero llorar,
pero emocionado mirando el camino
mis ojos se empañan.

La vuelta de Obligado

Es un triunfo que fue compuesto por los argentinos Miguel Brascó y Alberto Merlo. Narra la historia de una batalla ocurrida el 20 de noviembre de 1845, entre la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas, y una flota combinada anglo-francesa compuesta por 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes.

En su segundo disco, Del amor herido (1967), Zitarrosa graba otro triunfo que en cierta forma está emparentado con esta canción. Del cardal, compuesta por Eustaquio Sosa, hace referencia a un combate de 1807 en el marco de las invasiones inglesas al Río de la Plata. Al cantar el verso "Qué los peló a los gringos" hay una referencia directa a La vuelta de Obligado, que tiene una frase igual.

Noventa buques mercantes,
Veinte de guerra,
Vienen pechando arriba
Las aguas nuestras.

Veinte de guerra vienen
Con sus banderas
Angostura del quebracho,
De aquí no pasan.

Qué los parió a los gringos
Una gran siete;
Navegar tantos mares,
Venirse al cuete,
¡Qué digo venirse al cuete!

Ahijuna con los franceses,
Quién los pudiera

A ver, vos Pascual Echagüe, Gobernadores
Que no pasen los franceses
Paraná al norte
Pascual Echagüe los mide,
Mansilla los mata

Recordándote

1958

Esta zamba fue la primera canción que Zitarrosa compuso. La escribió para Nelson Rodríguez, un amigo de radio El Espectador. Él estaba casado, pero se había enamorado de otra mujer. Un día su vida volvió a la normalidad: se reencontró con su esposa y nunca se vio con la otra muchacha.

"Traté de decir en ella lo que supuse que él hubiese querido decir", cuenta Zitarrosa años después, en una entevista citada por la biografía de Pellegrino. "Tiene ritmo de zamba porque en ese momento yo estaba muy influenciado por los ritmos folclóricos argentinos. La canción fue compuesta como si la fueran a cantar Los Chalchaleros", que después la grabarían

.

Oigo tu voz, llamándome,
recuerdos que devuelve el tiempo,
tu voz me nombra y me duele otra vez,
yo ya no puedo volver.

Tu voz me nombra y me duele otra vez,
yo ya no puedo volver.

Oigo tu voz, llamándome,
silencio en el silencio, y siento
que es el vino que me engaña, otra vez,
yo ya no puedo volver.

Que es el vino que me engaña, otra vez,
yo ya no puedo volver.

La noche es tan amarga y lenta,
la zamba te recuerda tanto...
que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya murió tu querer.

Que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya no puedo volver.

Siento tus palabras, recordándote,
la noche agranda su silencio,
y en él te escucho, volviendo a decir:
sin ti no puedo vivir.

Y en él te escucho, volviendo a decir:
sin ti no puedo vivir.

Pero las palabras, como el aire son,
aliento que se vuelve viento,
y así tu amor, con el tiempo, murió,
el viento se lo llevó.

Y así tu amor, con el tiempo, murió,
el viento se lo llevó.

La noche es tan amarga y lenta,
la zamba te recuerda tanto...
que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya murió tu querer.

Que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya no puedo volver.

Si te vas

1961

Escribe Alfredo en la contracarátula: "Soy consciente de haber pagado tributo a la zamba, que me gustó siempre y que me sigue gustando, aunque hoy se estile decir que es "extranjera" en la Banda Oriental. Pagué ese precio con verdadera satisfacción, porque no puedo olvidar las zambas santiagueñas de los Abalos, ni las clásicas zambas norteñas que un día "nos colonizaron" —se dice— hace muchos años, pero que a mí me enseñaron a cantar lo criollo con las mismas ganas que hoy ponen muchos jóvenes en cantar cosas —esas sí— verdaderamente gringas"

Un año después, en 1967, la zamba fue grabada en Buenos Aires para el disco Del amor herido, junto a otros dos temas del Canta Zitarrosa: "Milonga de ojos dorados" y "No me esperes". Zitarrosa la describe esa versión como "nueva, tal vez más perfecta".

Si te vas, te irás solo una vez,
para mí habrás muerto.
Yo te pido que me lo hagas saber,
quiero estar despierto.
Porque si te vas, yo quiero creer
que nunca vas a volver.
Dímelo y será mucho menos cruel,
yo siempre supe perder.

Si te vas, quiero verte partir,
saber que te has ido.
Sin adioses, el amar y el morir
nunca son olvido.
Pájaro tu piel, viento mi querer,
yo te puedo comprender.
Sin saber por qué no te podrás ir,
yo te quiero despedir.

Y no será por eso
que estemos separados.
Aunque no te marcharas,
lo nuestro está terminado.
Pero si te vas, yo quiero creer
que nunca vas a volver.

Si te vas, con amor o sin él,
debes irte ahora.
Tus nostalgias y tus fugas de ayer
ya no me enamoran.
Mírate vivir, sangre de gorrión,
te ha faltado corazón...
Yo bien puedo ser, si te quieres ir,
el que te ayude a partir.

Si te vas, no te vayas así,
llévate tu vida.
Si no puedes olvidarme y partir,
volarás herida.
Vete sin dolor, debes comprender
que soy el mismo de ayer.
No hay mejor amor que el que ya pasó,
se siente al decir adiós.

No me esperes

1966

Zamba del estilo clásico argentino. Fue grabada en el segundo disco, Del amor herido, en 1967.

Niña, lo hubieras dicho
si estabas enamorada;
amor que no da nada
no es más que puro capricho.

Si te has quedado triste
no es porque yo me haya ido;
un amor bien sentido
no es como el que vos me diste.

No me estés esperando
pasarán muchos años;
me hiciste tanto daño
que te estoy olvidando.
Si volviera algún día
sé que por vos no sería.

Dicen los que han amado
que amar es dulce y que duele;
si eso es verdad se puede
querer y ser desdichado.

Yo sí que te he querido,
vos no podrás olvidarme;
mañana, al recordarme,
sabrás que yo sí he sufrido.

Zamba por vos

1966

Es una de las zambas más populares de las que escribió Zitarrosa. También fue versionada por Los Chalchaleros.

Yo no canto por vos;
te canta la zamba.
Y dice al cantar:
no te puedo olvidar;
no te puedo olvidar.

Yo no canto por vos;
te canta la zamba.
Y cantando así
canta para mí,
canta para mí.

Zambita cantá:
no la esperes más.
Tenés que pensar que si no volvió,
es porque ya te olvidó.
Perfumá esa flor,
que se marchitó,
que se marchitó.

Yo tuve un amor,
lo dejé esperando.
Y, cuando volví,
no lo conocí,
no lo conocí.

Dijo que tal vez,
me estuviera amando.
Me miró y se fue:
sin decir por qué;
sin decir por qué.

Cueca del regreso

1960

Esta canción fue compuesta por Alfredo Zitarrosa en Córdoba, tiempo antes de que debutara como cantor profesional.

La cueca es un ritmo que proviene de Argentina, Chile y Bolivia. Al igual que con la zamba, Zitarrosa sintió la necesidad de excusarse por la inclusión de temas propios de estilos extranjeros en la contratapa del disco: "Las zambas que canto aquí (y la cueca) me pertenecen; por tanto bien puedo llamarlas orientales; he de creer que de veras son nuestras, en tanto las hice y las canté en mi tierra, para mi gente".

Niña te he conocido
justo cuando partía,
¿por qué es que yo debía
sentir amor todavía?

Si tú lo sabes dime,
dime por qué sería;
para tus manos frías
hallé calor en las mías.

Cómo es la vida, niña querida,
si tú lo sabes di:
cómo un amor tan dulce sentí
en cuanto te vi.

Cuando te miro fijo
pienso que has de esperarme,
mirándote mirarme
ganas me dan de quedarme.

Dices que has de escribirme,
cuando yo me haya ido;
yo solamente pido
que no me echés al olvido.

Y si esperando
y si volando
perdiera tu querer,
no me lo escribas nunca,
mejor dímelo al volver.

Gato de las cuchillas

1966

"Un día resolví ponerme a cantar y tuve suerte. Cuando tuve que grabar un disco grande, en cuestión de días compuse cinco o seis temitas para ese long play". Este gato incluye a Hilario Pérez diciendo "zapateo" hacia el final del tema.

Hacete el bobo hermano
no seas tan opa
te han comido el puchero
tomá la sopa.
Y aguantate otro poco, no pases hambre,
vas a precisar fuerza, pa' la corambre.

Dicen los viejos criollos
y no es mentira
cuando viene creciente, adiós… tararira…
Van a temblar de miedo, los cajetillas,
cuando se oigan los gritos por las cuchillas.

" De tanto vivir frente del cementerio no me asusta la muerte ni su misterio "
(Coplas del canto)

El primer tema en la radio

"Recordándote" se abre camino en el dial

Homero Rodríguez Tabeira conoció a Alfredo Zitarrosa tiempo antes de que se conviertiera en un cantor reconocido. Lo vio por primera vez en la escalera de 18 de Julio y Olimar, donde entonces estaba radio El Espectador, cuando fue a realizar un pago. "Apareció un chiquilín, pero con tremenda voz de hombre", recuerda.

Tiempo después, Alfredo comenzó a trabajar como locutor en Radio Centenario, donde Rodríguez Tabeira ya tenía el programa Caravana. Durante esas dos horas nocturnas –y como era costumbre en la época- la única tarea de Zitarrosa era dar la hora. Para matar el rato, se iba a estudiar guitarra con Bobby Pimentel al estudio del radioteatro.

Un día, el operador Quito de Lema le dijo a Rodríguez Tabeira: "Quiero que escuches cómo canta este flaco". Sonaba la zamba "Recordándote". "No lo podía creer", relata el presentador. Y decidió ponerla al aire.

"Yo tenía la picardía de pasar una canción y dejar que la gente escuchara un rato sin saber quién era el intérprete". Ese día, se taparon los teléfonos. Decenas de personas llamaban sin parar para conocer la identidad de esa voz grave y profunda. En un ambiente donde casi todo lo que se escuchaba era importado de Argentina, el cantor oriental impactó y caló profundo en la audiencia uruguaya.

El Observador 2016

Producción, textos y videos: Juan Marra y Cecilia Arregui.

Desarrollo y diseño: Adrián Sosa.

Fotografía de portada: Jaime Niski.

Fotografía de cierre: Armando Sartorotti.

Agradecimientos: Bizarro Records, Julio Cobelli, Juan Origoni, Gastón Martínez, Valentina Quagliotti y Mauricio Marra.