Apoyar a Israel y proteger a palestinos no son políticas contradictorias

Estos son los términos binarios en los que se desarrolla gran parte del debate sobre el conflicto palestino-israelí. Pero hablando con responsables políticos de Washington, Bruselas y otras capitales europeas, me sorprende que este no sea el planteamiento de la mayoría de los líderes occidentales que han interactuado con Israel durante la semana pasada. Sostienen que la mejor oportunidad de evitar una catástrofe humanitaria en Gaza es apoyar a Israel.

Esto suena paradójico, incluso hipócrita. Pero, pensándolo mejor, comprendo la lógica. Ya han muerto muchos civiles en Gaza y se avecinan muchas más tragedias. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) alerta de un desastre inminente.

Pero la mejor oportunidad de mitigar el sufrimiento de los civiles palestinos es partir de la base de que el propio Israel acaba de sufrir una tragedia sin precedentes y tiene el derecho y la obligación de garantizar su propia seguridad. Se trata de una política que un alto funcionario estadounidense denomina: "abrázalos fuerte". Describe a Israel como un país "traumatizado y asustado". "Tenemos que presentar esto como una situación a la que nos enfrentamos juntos y en la que podemos colaborar juntos", dice el funcionario.

La Casa Blanca piensa que solo así Joe Biden será escuchado cuando haga declaraciones públicas sobre la necesidad de que Israel respete las leyes de la guerra y proteja las vidas de los civiles. En privado, los políticos pueden presionar a Israel sobre las prioridades humanitarias más urgentes, como el restablecimiento de la electricidad y el agua en Gaza.

Este enfoque refleja una comprensión realista de la sociedad israelí. El Estado judío se basa en la premisa de que el antisemitismo es global e inerradicable y de que nadie salvará a los judíos excepto los propios judíos. Si, en este momento traumático, los extranjeros llegan a Israel con sermones y no con una profunda y genuina empatía, no serán escuchados. El gobierno israelí y la sociedad en general simplemente verán confirmada su opinión de que necesitan excluir las voces de un mundo hostil y concentrarse en la batalla por su propia supervivencia.

Muchos altos funcionarios europeos están siguiendo un enfoque similar al estadounidense. Uno dice: "He visto a Netanyahu muchas veces a lo largo de los años. Pero nunca lo había visto así. Está aturdido". Los líderes europeos que viajaron a Israel la semana pasada se encontraron con que tanto Netanyahu como el presidente Isaac Herzog habían trasladado sus oficinas al Ministerio de Defensa israelí, en Tel Aviv. Con la ciudad aún bajo el ataque esporádico de cohetes, algunas reuniones diplomáticas de alto nivel se han celebrado en el refugio antiaéreo del ministerio.

Pero la decisión de mostrar solidaridad emocional y estratégica con Israel — incluso mientras bombardea Gaza — es polémica en Europa. La visita a Israel la semana pasada de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha suscitado críticas.

Mujtaba Rahman, del grupo Eurasia, cita a un alto funcionario de la Unión Europea (UE), que acusa a von der Leyen de socavar las relaciones con el Sur global, poner en peligro a rehenes y diplomáticos europeos y darle a Israel "carta blanca" en Gaza. Escuché quejas similares en Bruselas.

Todas estas son preocupaciones comprensibles. Pero no son una estrategia para persuadir a Israel para que actúe con moderación. Von der Leyen, al igual que los estadounidenses, cree que Occidente tiene que empezar por escuchar a los israelíes.

EEUU cree que hay algunos primeros indicios de que su política puede dar frutos. Israel anunció el fin de semana que se restablecerá el suministro de agua al sur de Gaza, una decisión tomada durante una llamada entre Biden y Netanyahu. EEUU también señala la apertura de rutas seguras para los civiles en Gaza, que Israel dice que se abstendrá de bombardear durante ciertas horas. El gobierno de Biden no cree —a pesar de las conversaciones en las redes sociales israelíes y las declaraciones de algunos políticos — que el gobierno de Netanyahu planee expulsar a todos los palestinos de Gaza a Egipto.

Para muchos en Occidente, todo esto sonará como una respuesta exasperantemente leve a la muerte y destrucción en Gaza. Pero aunque las denuncias occidentales mucho más duras contra Israel pueden brindar la oportunidad de expresar indignación, es poco probable que hagan mucho por los palestinos que sufren.

A corto plazo, Israel es un país bien armado que cree estar luchando por su supervivencia. No se va a detener con una resolución del Parlamento Europeo ni de la Asamblea General de la ONU.

A largo plazo, Occidente está profundamente dividido en relación con el conflicto palestino-israelí, demasiado dividido para que el movimiento de "boicot, desinversión y sanciones" contra Israel pueda avanzar realmente. Esta iniciativa política denominada BDS ganará nuevos adeptos debido a lo que está ocurriendo en Gaza. Pero el grupo que cree apasionadamente en la defensa de Israel también aumentará en número debido a lo que hizo Hamás. La idea de que la UE o EEUU lleguen a formar un consenso para aislar y boicotear a Israel es muy poco realista.

La compasión por las personas inocentes que sufren en todos los bandos de este conflicto no es solo una postura moral. También es el único camino práctico.