La cumbre de la Liga Árabe del 19 de mayo aprobó tres principios rectores para adoptar: soberanía, unidad y asociación.

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Arabia Saudita tracciona un realineamiento estratégico de los países árabes

El papel y la influencia del reino saudita se fortaleció en Medio Oriente, sobre todo a partir de su reconciliación con Qatar luego de turbulentas relaciones en los dos últimos años y del restablecimiento de sus vínculos diplomáticos con su archienemigo Irán
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22 de junio de 2023 a las 05:00

Hay una realineación notable en las relaciones diplomáticas de los países de Medio Oriente. El proceso comenzó el año pasado a partir del deterioro de las relaciones entre Riad y Washington, cuando el reino saudita se negó a producir más petróleo para compensar la pérdida de suministros rusos por las sanciones occidentales por la guerra de Ucrania, según explica KN Pandita, director del Centro de estudios sobre Asia Central de la Universidad de Cachemira.

La decisión del príncipe heredero Muhammad Bin Salman (MBS), que se educó en los Estados Unidos, se basó en su visión de una Arabia Saudita ilustrada y moderna en lo social y político. Y su portazo al presidente Biden fue más una muestra por sostener una política exterior independiente que un acercamiento definido a Moscú, como se lo interpretó en algunos medios occidentales.

La postura de MBS fue descrita de manera precisa y sucinta por Hisham Hellyer, investigador del Centro de Estudios Islámicos de la Universidad de Cambridge, en Gran Bretaña: “Riad estaba en una ofensiva geopolítica después de salir del estado de paria en Occidente y luego del brutal asesinato del disidente saudita Jamal Khashoggi en octubre de 2018 por parte de agentes de seguridad en el consulado del reino en Estambul”.

MBS se esforzó mucho en utilizar la reunión de la cumbre de la Liga Árabe del 19 de mayo en Jeddah para inculcar en el mundo árabe el imperativo de buscar la unidad casi por primera vez en más de una década.

Destacó la “soberanía estratégica del mundo árabe” para poner fin a las guerras prolongadas entre los árabes, que no sólo se habían convertido en un drenaje de las riquezas y una causa de la destrucción de los recursos humanos, sino que también habían dado espacio a los extranjeros para entrometerse en los asuntos internos de los Estados árabes.

El Príncipe dio una prueba tan convincente de sus habilidades diplomáticas y sus intenciones sobre la unidad árabe que los 22 miembros de la Liga Árabe lo destacaron como una fuerte señal diplomática hacia los Estados Unidos. Lo más significativo fue que persuadió a los líderes árabes para que readmitieran al presidente Bashar al-Assad de Siria en la Liga después de un alejamiento de doce años.

Siria había sido expulsada por no ajustarse a la convención de la Liga y por su cercanía con Irán y Rusia. Por supuesto, Kuwait y Bahrein no apoyaron la medida, pero luego la Liga se decidió por mayoría de votos.

Otro paso significativo fue ofrecer una plataforma al presidente ucraniano Volodímir Zelensky, quien fue recibido formalmente por el anfitrión en Jeddah.

La invitación al presidente ucraniano cumplió dos propósitos. Una era enviar un mensaje de que Arabia Saudita era neutral en la guerra de Ucrania, una política que favorecía a Rusia.

En segundo lugar, equilibró el papel de los representantes: potencias rusas y occidentales. También podría considerarse una señal saudita de observar puntillosamente el acuerdo de paz recientemente firmado con Irán a través de la mediación china.

El tercer paso significativo fue que la Liga Árabe resistió la presión estadounidense para normalizar las relaciones con Israel. Recibió al presidente palestino Mahmoud Abbas y recordó su demanda de una solución de dos naciones para el drama palestino. Esta decisión de la Liga Árabe estuvo en consonancia con las posturas iraníes.

Mahmoud Abbas fue recibido por el emir adjunto de La Meca, el príncipe Badr bin Sultan, a su llegada a Jeddah.

Los medios pro-árabes tuvieron una impresión favorable de los procedimientos de la reunión. Salman al-Ansari, un comentarista político saudita, describió la reunión de Jeddah como “la cumbre de la soberanía estratégica árabe”, que implica adoptar un enfoque directo de desescalada para la gestión de conflictos regionales en el Medio Oriente y no depender de la mediación o el asesoramiento de potencias extranjeras como fue la práctica en el pasado.

Al-Ansari afirmó también que el evento estableció un rechazo absoluto a la polarización política y a las ideologías divisivas. En otras palabras, los Estados árabes no se dividirían por maquinaciones políticas o a causa de ideologías importadas.

Y lo que es más significativo, el evento rechazó el terrorismo basado en la religión para resolver disputas. La pregunta de Al-Ansari es: “¿Aprenderán los estados no árabes como Pakistán, Afganistán y Turquía algunas lecciones de la resolución de la Liga Árabe?”.

Al mismo tiempo, la cumbre aprobó tres principios rectores para adoptar, a saber. soberanía, unidad y asociación.

Para Kandita, esto sería el quid de la teoría de la “ofensiva geopolítica”. La soberanía árabe significa acabar con el concepto de estado cliente y admitir que cada estado es soberano en la elaboración de sus políticas. La formulación de políticas independientes no debe dañar la unidad ni interrumpir la asociación.

La asociación es quizás más importante para un comercio equilibrado y las prácticas de desarrollo. Sin embargo, el concepto pide una definición clara. Podría interpretarse como la “unión de estados independientes”, algo que se encuentra entre los Estados europeos. La Liga no da ninguna pista directa sobre la imitación de la Unión europea, pero el módulo que sugiere en términos generales es muy similar.

Se podría decir que los Estados árabes pueden aspirar a tener un mejor entendimiento de los Estados europeos con el consiguiente impacto favorable en el comercio bilateral o multilateral.

El papel y la influencia del reino saudita se fortalecieron en Medio Oriente, sobre todo a partir de su reconciliación con Qatar luego de turbulentas relaciones en los dos últimos años y del restablecimiento de sus vínculos diplomáticos con su archienemigo Irán.

KN Pandita afirma que los nuevos realineamientos del mundo árabe, en parte gracias a la intensa actividad diplomática de Riad, coinciden con la “Visión 2023” del príncipe heredero del reino para hacer crecer y diversificar su economía alejándose de la dependencia de los ingresos petroleros.

Las últimas decisiones de la Liga dan una nueva forma y espíritu a los países árabes. Ahora la expectativa es que el mundo árabe debería poder resolver finalmente los problemas de Siria, Yemen, Palestina y otros que obstaculizaron las relaciones entre los estados árabes durante mucho tiempo.

(Con información de agencias)

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