El área sembrada con arroz se achicó en torno a un 10% en relación a la campaña anterior, situándose en 140 mil hectáreas, la menor superficie desde que en la zafra de 1994/1995 se ocuparon 146 mil hectáreas.
Este nuevo registro está a la vez muy lejos de las 205 mil hectáreas que se llegaron a sembrar en 1998/1999. Desde la campaña de 2010/2011, cuando se sembró arroz en 195 mil hectáreas, el área ha ido descendiendo año tras año y, dados los problemas de competitividad que afronta el productor arrocero, es difícil que esa tendencia pueda revertirse.
Alfredo Lago, presidente de la Asociación Cultivadores de Arroz (ACA), tras confirmar y lamentar esa realidad, destacó a El Observador que lo positivo es que este año las tareas de instalación del cultivo se realizaron en una fecha óptima, principalmente en octubre y antes del 15 de noviembre, lo que establece que la primera etapa del desarrollo de las labores se cumplió a la perfección.
El presidente de la ACA reiteró que “no se recuerda un año tan bueno” en relación al cumplimiento de las labores de siembra en una fecha óptima, lo cual, reconoció, “anima un poco a los productores”.
No obstante, un detalle a tener en cuenta es que además del buen estado del tiempo en las últimas seis semanas incidió, para el cumplimiento de la siembra en la fecha adecuada, que se necesitó menos tiempo, porque el área descendió.
Si todo evoluciona en buena forma, sin contratiempos derivados del estado del tiempo durante el desarrollo de las plantaciones, se podrá obtener un buen rendimiento, algo imprescindible para cubrir los altos costos.
La caída en el área de siembra, en alrededor de 20 mil hectáreas en relación a la campaña de 2017/2018, se concretó de la mano de una menor cantidad de productores involucrados. Este año son de 500 a 510, un 8% a un 10% menos que los activos en la zafra anterior. Ello responde a que se acumularon ya cinco ejercicios con números en rojo para la mayoría de los empresarios, con costos productivos que no logran ser cubiertos pese a la excelente productividad alcanzada, distintiva del sector arrocero nacional en el contexto mundial.
En relación a la comercialización del grano (se exporta casi la totalidad de lo generado en las chacras), resta negociar del 25% al 30% del 1,4 millones de toneladas de arroz cáscara recogido en la última zafra, estimándose que, según recientes contactos con operadores del sector industrial, estará todo comercializado antes del 28 de febrero, cuando concluya un nuevo ejercicio anual.
Los precios, en ese marco, si bien ha sido un año con mucha variabilidad, han sido levemente mejores que los del año anterior. En los negocios acordados últimamente se logró un pago de US$ 490 por tonelada para el arroz elaborado.
La preocupación adicional la instaló, durante días pasados, un paro de 48 horas activado por la Federación de Obreros y Empleados Molineros y Afines (Foemya), que enlenteció la carga de un buque que, con 30 mil toneladas, finalmente podrá partir en las próximas horas hacia Irak, tras levantarse la medida señalada.
Se espera que en los primeros días de diciembre arriba a Montevideo otro buque que trasladará ese mismo volumen y al mismo destino (es el gran demandante actual del grano uruguayo), instancia en la que se espera no haya contratiempos para proceder a la carga del arroz en el barco.
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