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Barbra Streisand: la vida de una estrella que nunca para

A los 74 años, desde su palacio en Los Ángeles, la celebridad reconoce que la serenidad no es un atributo suyo: presenta disco, gira y próximamente una autobiografía
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19 de agosto de 2016 a las 05:00
Por Ben Brantley - The New York Times.

Barbra Streisand –cuyo álbum de duetos, Encore: Movie Partners Sing Broadway, presenta a un elenco de reparto estelar que incluye a Melissa McCarthy y Jamie Foxx– está hablando de otro dueto con otra cantante célebre, fallecida hace mucho tiempo.

Se trata de Judy Garland, cuyo programa televisivo Streisand visitó en 1963, en lo que hoy se señala como un momento trascendental en la historia de las legendarias vocalistas estadounidenses.
Streisand dice varias veces que no le gusta repasar su pasado. Pero desde que ha estado investigando para una autobiografía, se encuentra en un estado mental más retrospectivo que lo habitual.

Streisand siempre ha estado a cargo de su imagen, de su carrera y, en lo posible, de su entorno inmediato desde que empezó a cantar en clubes nocturnos de Nueva York cuando era una desgarbada adolescente ataviada con ropa de tiendas de segunda mano a principios de los años de 1960. Su determinación la convirtió en una de las estrellas estadounidenses más perdurables, adoradas y aborrecidas.

Esa es también la razón de que parezca poco probable que se retire por completo detrás de las puertas de hierro de la propiedad que dice es el único lugar donde se siente totalmente cómoda. Necesita asegurarse de que la versión de Barbra que el mundo conoce es la versión que ella ve, tan exacta como sea posible. A diferencia de muchas estrellas de su generación y estatura, rara vez ha cedido el control a cualquier representante o pareja.


Lo que nos lleva de vuelta al tema de Garland, una cantante con quien Streisand fue comparada y contrastada a lo largo de los años. Streisand apenas tenía veintitantos años cuando se conocieron, pero ya estaba en la cúspide del estrellato astronómico; Garland, de 41, estaría muerta seis años después, una de las víctimas más notorias de la fama devoradora de Hollywood. Sin embargo, cuando cantaron dos clásicos estadounidenses en contrapunto –Happy Days Are Here Again (Streisand) y Get Happy (Garland)– parecieron combinar a la perfección.

Cada una interpretó una canción alegre con una gran voz atronadora que no obstante insinuó al personaje pequeño y solitario que había dentro. La felicidad, como fue entonada en estas interpretaciones, nunca se alcanza fácilmente.

"Después de eso, ella acostumbraba visitarme y darme consejos", dice Streisand. "Venía a mi departamento en Nueva York, y me decía: 'No dejes que te hagan lo que me hicieron a mí'. No supe entonces a qué se refería. Yo apenas estaba empezando".

Quienesquiera que fueran "ellos", nunca fue probable que le pudieran hacer a Streisand lo que le hicieron a Garland. Desde los primeros días de su carrera, Streisand exudó una fragilidad garlanesca y una apertura emocional. Pero sus largas uñas y ojos juntos, tanto burlones como beligerantes, hablaban de la dureza de alguien singularmente capaz de protegerse.

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Ambos lados de esa dicotomía siguen estando muy en evidencia durante mi visita a Streisand en su propiedad, un recinto de tres edificios principales que evocan una Nueva Inglaterra de fantasía, incongruentemente situados por encima de la deslumbrante extensión del océano Pacífico.

A los 74 años de edad, se parece a una versión más blanda y más sumisa que la que uno conoce de seis décadas de películas, desde su debut que le hizo ganar un Oscar en el musical Funny Girl (1968) hasta la comedia The Guilt Trip (2012), con Seth Rogen.

Streisand ha creado su propia realidad alternativa sui generis aquí, una que comparte con su esposo, el actor James Brolin.

El disco nuevo se llama Encore, álbum de estudio número 35 de Streisand. (Hasta la fecha, sus discos han vendido 245 millones de copias en el mundo; y con Partners, su compilación de duetos de 2014, se convirtió en la única cantante en alcanzar el sitio N º 1 con un álbum seis décadas consecutivas.)
Dice que trabajar en las canciones con los otros cantantes –artistas conocidos principalmente por su trabajo cinematográfico como Antonio Banderas, Alec Baldwin, Anne Hathaway y Seth MacFarlane– fue más bien como producir una serie de mini películas. Añadió diálogo y, en algunos casos, alteró las letras de clásicos de Broadway.

Para su interpretación de Anything You Can Do de Annie Get Your Gun, de Irving Berlin, ideó un prólogo en el cual ella y McCarthy se pelean después de enterarse de que ambas van por el mismo papel cinematográfico.

El mundo está lleno de esos errores exasperantes y Streisand se ve como si le correspondiera la tarea sisifea de erradicarlos. Trabajando en su autobiografía, cuya publicación está programada para 2017, se ha vuelto más consciente que nunca de las malas interpretaciones en muchísimos relatos de su vida que ya existen.

La residencia de Malibú, tan hecha a su gusto y necesidades como lo sería un vestido de alta costura, parecía ofrecer un lugar donde una persona podría liberarse de su caparazón. Le pregunté si se siente serena aquí. No respondió de inmediato. Así que pregunté: "¿Alguna vez se siente serena?" "Esa es una buena pregunta", dice.

Así que la hice de nuevo. Murmuró su respuesta: "No, realmente no, es triste decirlo".

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