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Barrera le puso título al triunfo de Peñarol ante Plaza: “Un suave rugido”

En Colonia, Referí vio el partido junot al presidente de Peñarol; ¿qué dijo durante el encuentro? ¿Cómo lo vivió? ¿Tiene cábalas?
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15 de abril de 2019 a las 05:00

Si tuviera que titular para El Observador la crónica del triunfo de Peñarol, de qué forma lo haría?”, le preguntó Referí al presidente de Peñarol, Jorge Barrera, luego de la victoria 1-0 de Peñarol ante Plaza Colonia. “¡¿Cómo lo haría?!”, inquirió enseguida, pidió el hándicap de tener dos opciones, se tomó unos segundos para reflexionar, pensó y expresó: “El primero y lo planteo desde el triunfo, sería: ‘Un suave rugido’; pero si lo describo por lo que fue el partido: ‘Una victoria sufrida’”.

Referí compartió junto al titular aurinegro el partido que se jugó el sábado en el estadio Suppici de Colonia, y comprobó el sufrimiento que experimentó en los minutos finales del segundo tiempo,  cuando este Peñarol gasolero, que encadenó cinco triunfos consecutivos entre Apertura y Copa –los últimos cuatro, ganando 1-0–, se metió muy atrás y Plaza con 10 hombres estuvo cerca del empate.

Había sido una jornada distinta para el presidente. Por la mañana, en el hotel que compartió con la delegación, hizo una sesión de aparatos ejercitando los hombros y caminando. Al mediodía, almorzó una ensalada César reforzada.

“No puedo comer harinas ni azúcar”, reveló a Referí. Los valores de la glucosa en los exámenes médicos le dieron muy altos, y está a dieta y realiza ejercicio físico. “Vengo bien. Bajé cinco kilos en un mes”, confesó.

Con su inseparable hijo Juan Pablo llegó cerca de la hora del partido y se tomó no menos de 30 fotografías con hinchas de Peñarol, de Plaza y hasta de Nacional.

“Vino un señor y me dijo: ‘Le aclaro que soy hincha de Nacional, pero tengo un sobrino de Peñarol y quiero enviarle una foto con usted. ¿Puede ser?’ Nos tomamos la foto y le pedí que le enviara mis saludos”, dijo Barrera.

El descenso de la temperatura se empezó a sentir en el Suppici poco antes del encuentro y el presidente sacó de una bolsa con el escudo aurinegro una campera de Peñarol para abrigarse.

“¿Es una cábala?”, preguntó el periodista. “¡No! Es que me vine a Colonia con esta camisa y sabía que iba a refrescar, entonces le pedí a Julio Herrera –integrante de la comisión de fútbol del club y dirigente–, que me comprara una en un shopping cuando venía de Montevideo para acá”, explicó.

También se olvidó –en el hotel de Colonia– los lentes, lo que no le permitió ver con normalidad.

Así vivió los 90 minutos

“Hoy hay que ganar como sea y no va a ser fácil”, dijo de entrada antes de que comenzara el encuentro. Como si fuera una profecía de Nostradamus, el partido se dio exactamente así para Peñarol.

El director deportivo, Carlos “Tío” Sánchez se sentó a su lado. Barrera se cruzó de brazos y vio muy tranquilo varios minutos sin emitir palabra ni gestos. Solo se animó a tararear una canción de la hinchada de Peñarol que alentaba en un momento, aunque en voz casi inaudible.

El Tío fue el primero en reaccionar. “¡Uh!”, dijo como con alivio y susto luego de que a los 15 minutos un cabezazo de Mario Risso pasó apenas afuera del arco de Kevin Dawson.

Instantes después sus primeras palabras en un encuentro que seguía viendo con mucha tranquilidad fueron: “Van 20 minutos, ¿no?”. Peñarol había hecho muy poco hasta allí. Y enseguida, Ezequiel Busquets cruzó la media cancha y de adentro, aunque en voz baja, le salió un: “¡Vamos!”.

Tres minutos después hubo una clara falta sobre Brian Rodríguez que el árbitro Andrés Matonte desestimó. “Hasta sin lentes lo veo a ese foul”, exclamó.

Sobre los 30’, se dio un penal de Mario Risso sobre Gabriel Fernández que el juez tampoco pitó. El Tío Sánchez se paró y gritó: “¡Penaaaal!”. Barrera se quedó sentado tranquilo. Pero segundos después, comentó: “Lo empujó. Fue clarísimo. Adelante del juez. ¡Es increíble!”.

La primera chance de gol para Peñarol se dio a los 38 minutos con un remate desde fuera del área de Jesús Trindade, que se fue muy cerca del palo, pero no se movió.

Cuando llegaron los 45’ y el cuarto árbitro levantó el cartel de los minutos de adición, preguntó: “¿Cuánto dio? ¿Uno?”. Había adicionado dos, pero en ese primer minuto llegó el gol de Guzmán Pereira para el 1-0 luego de una linda jugada de Brian Rodríguez. Era el primero del volante desde que llegó en 2016.

Allí se paró y gritó con los brazos arriba: “¡Peñarol, nomááá!”, e instantes después lo comentó: “Fue un golazo por toda la jugada previa”. Allí le cambió radicalmente el gesto de su rostro.

Bajó al vestuario en el entretiempo. Cuando volvió, no pudo sentarse hasta que iban 2 minutos del segundo tiempo porque se seguía tomando fotos con hinchas. Volvió al mismo lugar del primer tiempo. Cuando se registró el primer cambio aurinegro de Gastón Rodríguez, le preguntó al Tío Sánchez como si fuera Diego López: “¿A quién saca? ¿Al Toro (Fernández)?”. Cuando vio que se hacía esa variante, dijo: “Es lógica”.

Siguió sin hablar ni gesticular durante la mayor parte del segundo tiempo. Barrera vive el partido de una forma particular, sin nerviosismos, al menos, a la vista del periodista de Referí.
Como para calmar los nervios internos porque Plaza cada vez ganaba más terreno e iba en busca del empate, le contó a Sánchez y a Betingo Sanguinetti –quien estaba sentado atrás– unas jocosas anécdotas de los últimos dos partidos de la Copa ante Liga de Quito y Flamengo. Le pidió al periodista no revelar el contenido de las anécdotas.

A los 33’ de ese segundo período preguntó: “¿Cuánto tiempo va?”, y acto seguido vino un gran atajada de Dawson contra Nicolás Dibble que hubiera significado el 1-1: “Esa es la salvada por partido de Kevin, ¿no?”, inquirió.

Ya a los 85 minutos, el graduador de nerviosismo había aumentado. “Decime exacto cuánto tiempo va”, consultó.

De allí al final no se mostró nervioso por fuera. La procesión, como muchas veces le sucede, según confesaría después, iba por dentro. Terminó el partido y ganó Peñarol. Se paró y con los puños cerrados hizo el típico gesto del festejo moviendo sus brazos al aire.

Fueron tres puntos más sin jugar bien para Peñarol, pero tres puntos al fin que lo depositan nuevamente como único líder del Apertura. Le pidió a Juanpi (como lo llama a su hijo, con “n”) que se abrigara y se fue feliz del Suppici luego de pasar a saludar por el vestuario, con el título de la crónica: “Un suave rugido”.

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