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Black Mirror: Bandersnatch lleva al límite las posibilidades de la ficción

Con cinco finales distintos, Netflix le propone al espectador que elija su priopia aventura
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06 de enero de 2019 a las 05:00

Cuando Charlie Brooker presentó su serie de autoconclusivos Black Mirror en 2011 algo cambió. En el marco de la “primavera de la televisión” que cada vez se hacía –y aún hoy, se hace– más constante y presente, los unitarios británicos escritos por Brooker y dirigidos por luminarias del cine del viejo continente eran algo distinto. No de género, ya que de hecho utilizaban clásicas herramientas del horror o la ciencia ficción más tradicional, pero sí por sobre aquello que trataban: el mundo moderno, con su tecnología, su deshumanización, sus redes sociales, su nueva manera de categorizar todo mediante el “me gusta” (o no); todo eso era un potaje que Brooker servía bien revuelto. Con mayor o menor éxito, cada episodio de Black Mirror se presentaba como una reflexión, una manera de reinterpretar nuestro presente, nuestro futuro y, porqué no, tratar de entenderlo.

Nunca fui muy seguidor de la serie. Sus premisas me resultaron siempre muy atractivas, pero por distintas razones no la vi en su momento –quizá aturdido ante tanto grito que la aclamaba como el nuevo “no va más”, el correspondiente a esa semana– pero sí estuve siempre al tanto de su creador y sus intereses, así fuera mediante entrevistas (y, a pedido de algún medio de prensa para ser reseñado, vi un especial de Navidad con Jon Hamm que me gustó muchísimo pero aún así no me puse a completar su visionado). Pero en cambio, y compensando mi condición de neófito en la serie, sí que he jugado muchos multiaventura.

Elige tu propia aventura

Editados como Choose your own adventure y traducidos al castellano sobre inicios de la década de 1980, los Elige tu propia aventura causaron furor sobre mediados de esa misma década. Conocidos como “librojuegos” o libros de hiperficción explorativa, la idea detrás de estas publicaciones era lograr que el lector fuera –o al menos guiara los pasos– el protagonista de las historias, comúnmente indicando a pie de página al menos dos opciones que nos llevarían a las correspondientes páginas con la continuación de la historia según hubiéramos elegido. Con una docena de posibles finales como promedio, el lector-jugador podía ser por un rato un aventurero, un explorador, un científico, lo que fuera que requiriera el relato y encontrar cierta libertad y protagonismo a la hora de leerlo (limitada, obviamente a las posibilidades incluídas en el libro. Una libertad más total y completa solo se encontraría mediante los juegos de rol, que iniciaron su andadura un poco antes y merecerían toda otra nota aparte para explicar su funcionamiento).

Extremadamente populares e imitados en diversas colecciones, los libros de Elige tu propia aventura lentamente cayeron en el olvido con la popularización de los videojuegos, que en definitiva permitían de manera más inmersiva ser el protagonista de un relato. Pero era de esperar que Charlie Brooker en su constante búsqueda de los límites de la televisión –y porque comparte la franja etaria de aquellos que disfrutamos de estos libros en nuestra infancia o juventud– fuera el encargado de brindar una experencia interactiva televisiva. Un elige tu propia aventura en Netflix pero que es al mismo tiempo un episodio de su serie Black Mirror en toda regla.

Una muñeca Matrioshka de oscuridad

Black Mirror: Bandersnatch es la historia de Stefan Butler (un muy adecuado Fionn Whitehead, el que fuera uno de los protagonistas de Dunkirk), un joven diseñador de videojuegos quien se propone realizar uno, justamente, de multiaventura. Es el año 1984 y en Inglaterra no se han visto muchos de estos juegos anteriormente, menos aún uno como el que se propone Stefan: que adapte una de las mejores novelas de elige tu propia aventura de todos los tiempos: Bandersnatch de Jerome F. Davies, un enorme mamotreto mucho más famoso en realidad por la tragedia que rodeó su publicación. Obsesionado con las múltiples posibilidades, realidades paralelas y caminos infinitos, Davies terminó enloqueciendo y decapitando a su mujer, nada menos.

Pero lo cierto es que Stefan tiene la idea de adaptarlo a videojuego y una entrevista en Tuckersoft, una gran compañía de videojuegos, una donde su ídolo máximo Colin Ritman (un estupendo Will Pouter, la cara más reconocible del elenco) ha publicado todos su juegos. Y nosotros tendremos que ayudarlo a conseguirlo.

Primero con decisiones mínimas y banales –qué va a desayunar Stefan o que música escucha en el ómnibus rumbo a su importante entrevista– pero luego cada vez más determinantes, iremos guiando los destinos del joven diseñador a medida que descubrimos también su propia tragedia personal. Es más, a la mejor usanza de los libros multiaventura, no tarderamos en toparnos con callejones sin salida pero ahí es cuando la cosa comienza a ponerse interesante, ya que la narrativa reinicia y podemos retomar desde antes de nuestra decisión equivocada. Lo raro es que Stefan –por supuesto, es un episodio de Black Mirror; ¿qué esperaban?– parece darse cuenta y comenzar a percatarse de que quizá no es él mismo quien lleva adelante los controles de su vida.

Avanzar más en el relato ya sería adelantar demasiado, pero sí se puede reflexionar al respecto del éxito del experimento. Yo diría que es limitado. Primero que nada, porque en algún momento la toma de decisiones, el reinciado de la historia y los callejones sin salida terminan por entorpecer el propio ritmo del relato –si es que llega a tener alguno en algún momento– y por otro porque –a riesgo de haberlo “jugado” solo una vez– la posibilidad de llegar a un clímax narrativo satisfactorio es bastante escasa. Sin embargo, hay que aplaudir el riesgo intelectual de Brooker y del propio Netflix, plataforma sin cuya existencia la posibilidad misma de esta experiencia sería una idea mucho más peregrina, y la sombría sucesión de cajas chinas que propone su Bandersnatch. 

Un capítulo de televisión interactivo donde guiamos el destino de un diseñador de videojuegos interactivo que adapta una gran novela interactiva. 

No se puede pedir algo más Phillip K. Dick que esto. 

Más datos:
Duración: 
Aunque está acreditada de una extensión de 90 minutos, de jugarse todas las posibilidades y recorrerse todos sus caminos, el episodio de la serie alcanzaría las 5 horas, 13 minutos y 12 segundos de duración.
Banda sonora: 
La banda sonora posible es extraordinariamente adecuada a la época, con éxitos de Frankie Goes to Hollywood, Tangerine Dream y The Tompson Twins, entre otros.
Finales:
En total son cinco los finales posibles del episodio.
Dispositivos compatibles para verlo:
Solo disponible en dispositivos de última generación. Para poder disfrutar de la experiencia el espectador tiene que tener una Smart TV, celular (con la app de Netflix), computadora o consola de videojuegos. 

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