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Bots, spam, fake news y el bajo precio de una campaña que se ensucia

Por pocos dólares se puede llegar a cientos de usuarios; una tendencia internacional que se hace visible en la campaña electoral uruguaya
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14 de mayo de 2019 a las 05:02

Este sábado varios usuarios de Twitter denunciaron haber recibido por Whatsapp una caricatura que parodiaba al precandidato nacionalista, Luis Lacalle Pou, en una modalidad que recuerda las estrategias sucias de las campañas de Estados Unidos y Brasil. Aquellos mensajes, que tenía por remitente distintos números con prefijo +91 de India, vinieron a sumar un nuevo episodio turbio en una carrera electoral marcada por las noticias falsas y la incidencia de usuarios ficticios.

En una de las caricaturas titulada “’Pompita’ en problemas”,  se muestra a Lacalle Pou dentro de una burbuja de jabón, cayendo en una gráfica que parece hacer alusión a las encuestas de intención de voto, mientras el precandidato nacionalista, Juan Sartori, sonríe al elevarse por encima de Jorge Larrañaga. En tanto, en otra ilustración, titulada “Las ‘bobadas’ de Los Lacalle” se muestran tres escenas de un diálogo ficcionado entre el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera y el senador Luis Lacalle Pou en el que hay alusiones a temas como la “motosierra” –dicho por su padre en la campaña 2009- y temas de corrupción.

Enviar mensajes de este tipo es extremadamente barato si se lo compara con otros mecanismos publicitarios, los cuales casi siempre dejan un rastro que seguir. Empresas como WhatsappMarketing  cobran hasta  158 euros (US$ 177) por lanzar  una foto y un texto a 5.000 usuarios de la red de mensajería móvil.

Para elegir sus objetivos se valen de distintas bases de datos, o de la detección aleatoria de teléfonos. Si bien crear listas de difusión limita la cantidad de mensajes simultáneos a 256 usuarios, existen plataformas que permiten ampliar ese número al infinito.

Este tipo de plataformas se pueden aplicar con fines legítimos, como enviar un mensaje a clientes de una marca, pero también pueden ser utilizados para difundir noticias falsas, o en el caso de la caricatura de Lacalle Pou, un agravio.

El hecho de que los números que enviaron la publicación tengan prefijo de India tampoco es una casualidad. Carlos Álvarez, socio director de la empresa de tecnología Idatha que realiza monitoreo de redes sociales para cuatro precandidatos de distintos partidos políticos, dijo a El Observador que las “granjas de bots” están generalmente en países árabes, Rusia e India. Menores controles de la información personal, así como facilidades para acceder a números telefónicos podrían explicar el mayor desarrollo de este tipo de negocios.

El especialista dijo que estas granjas no son otra cosa que un grupo de personas controlando de forma automatizada una importante cantidad de cuentas ficticias, para que publiquen algo, compartan una publicación preexistente o le den “me gusta”. Es difícil saber cuántas de estas cuentas ficticias interactúan sobre temas de política en Uruguay, pero para Álvarez, todavía no tienen la capacidad de incidir en la conversación.

Twitter, el paraíso de los bots

“De mis últimos 600 seguidores (de Twitter), más de 500 son cuentas falsas. Y desde el domingo pasado han sido utilizadas para agredir. Vamo arriba igual", había publicado en julio de 2017 el hoy precandidato del Frente Amplio Daniel Martínez. Otros políticos como Pedro Bordaberry también denunciaron en aquel entonces haber sido seguidos por cientos de cuentas falsas en la red del pájaro azul.

Es que Twitter es la red social que tiene la mayor cantidad de bots operando. Si bien la red social suele eliminar este tipo de usuarios al detectar un comportamiento sospechoso, quienes los emplean lo hacen sabiendo de su rápida caducidad por lo que los utilizan con fines a corto plazo. Inflar el número de seguidores, replicar una publicación sobre la que se tiene interés, quienes controlan las granjas de cuentas falsas definen la acción y los bots repiten cada uno de los miles de usuarios repite la acción.

Álvarez dijo que para detectar un bot hay que observar que sean cuentas con poca antigüedad, suelen relacionarse con un único tipo de contenido (publican acerca de un precandidato o marca), y a veces no tienen ni siquiera foto de perfil. Otros usuarios ficticios, en cambio, son programados para interactuar con más temas con el objetivo de simular un comportamiento más parecido al de una cuenta real. Hay compañías que ofrecen hasta 1.000 seguidores en Twitter por 9,99 euros (US$ 11).

Daniel González, socio de la empresa Bot.uy, dijo a El Observador que “es muy fácil” programar un bot para que realice determinada acción ante un tipo de publicaciones. Un hashtag o un nombre específico, puede provocar un comportamiento en la cuenta falsa, con variantes en el mensaje para que parezca una persona real. “Llegado el momento un bot puede detectar si un comentario sobre una marca es positivo o negativo y así elegir si lo comparte o lo ignora”, explicó.

González, dijo que es frecuente que empresas le pidan crear usuarios falsos para inflar la cantidad de seguidores o para que compartan artificialmente lo que esas firmas publiquen, pero que esa estrategia no es eficiente porque los bots suelen ser detectados y eliminados de las plataformas.  

Por eso, una forma de hacerse de falsos seguidores más duraderos es comprar cuentas en desuso, que por haber tenido en el pasado un comportamiento “humano” no suelen ser detectadas como bots.

El sitio Accsmarket.com ofrece cuentas asociadas a números de teléfono de Rusia por precios que van desde US$ 0,18 cada una.  

El valor de la cuenta está relacionado con su antigüedad, la cantidad de seguidores que tenga y el puntaje que saque en la plataforma Twitteraudit, la cual verifica que quienes siguen a una cuenta no sean bots. El precio de un usuario con 87.300 seguidores, creado en 2009 y con un puntaje casi perfecto en Twitteraudit (99%) alcanza los US$ 741.

Las Fake news

Delitos informáticos de Crimen Organizado investiga unas diez denuncias presentadas por políticos acerca de noticias falsas. Uno de esos casos es el que ocupa al precandidato nacionalista Luis Lacalle Pou, quien denunció el pasado 11 de abril ante la fiscalía a dos sitios de Facebook y Twitter (Uruguay Hoy y El Sol del Sur) por publicar imágenes de un supuesto extracto del libro Luis Lacalle Pou, un rebelde camino a la Presidencia, en el que el precandidato supuestamente admitía el hecho falso de haber atropellado y matado a una mujer en la década de 1990 cuando se encontraba bajo los efectos de drogas. Como ambos medios son seguidos cada uno por apenas 70 personas (muchos de los cuales se presume que son falsos usuarios), sus administradores pagaron para convertir aquella publicación en un contenido promocionado, ampliando así el número de usuarios que ven en sus muros la información falsa.

Otro caso afectó al precandidato colorado, Ernesto Talvi, quien denunció a un usuario de Whatsapp que se hacía pasar por él y que difundía la información falsa de que pagaba entre $ 400 y  $500 por ir a actos políticos que apoyen su precandidatura.

Hasta el momento, los investigadores no han podido determinar responsabilidades en ninguno de los casos denunciados por políticos.

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