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Buena madera

No son pocas las razones para emprender la restauración de un mueble antiguo
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28 de julio de 2015 a las 05:00

*Por Ina Godoy

Antes de empezar

Hay tres errores que suelen cometerse en un trabajo de restauración, evitarlos es sencillo y hará que la actividad sea más disfrutable y con mejores resultados. Es habitual sucumbir al rapto de ansiedad que produce la idea de renovar un mueble y echar manos a la obra sin prever algunos aspectos importantes como el espacio, la ropa y las herramientas. El optimismo del envión inicial nos hace suponer que será una tarea rápida y sencilla, pero es importante saber que el espacio de trabajo y la ropa se ensucian y estropean, así como puede resultar un objetivo más complejo o que requiera más tiempo que lo estipulado. Para que eso no suceda, y no nos frustremos a mitad de camino, es importante buscar un espacio amplio, ventilado, con buena luz y despejado. También resulta indispensable para disfrutar la actividad, evitar las malas posturas y sus dolorosas consecuencias, no hacerlo sobre el piso sino sobre una mesa o superficie que tenga una altura similar. El polvo y los productos que se utilizan dañan la ropa, por lo que será ideal elegir prendas viejas y cómodas, también se puede usar un mameluco o un delantal viejo con pechera. Aunque no resulta cómodo ni muy práctico, es necesario usar guantes, al menos durante la manipulación de productos irritantes o corrosivos. Los de látex descartables protegen y no quitan tanta sensibilidad al tacto. Por último, abastecernos de todos los productos y herramientas que necesitaremos es un detalle que se apreciará durante todo el trabajo.

Paso a paso

1- Una primera evaluación del mueble determinará el trabajo que necesita. Las piezas antiguas están hechas mayormente con maderas de buena calidad, por lo que resaltar sus características naturales suele ser el objetivo habitual. En cualquier caso, lo mejor será comenzar por una buena limpieza, quitando todo rastro de suciedad con un paño húmedo y jabón neutro.

2- Es importante detectar la presencia de polillas, cuyo rastro inconfundible son pequeños orificios circulares en la madera. En ese caso hay que aplicar un antipolillas y dejarlo reposar según las indicaciones del envase. Se cubre toda la superficie con un pincel bien cargado. Para aumentar la efectividad del producto, también se puede inyectar en el orificio con una jeringa.

3- El siguiente paso es evaluar las condiciones estructurales del mueble, si tiene movimientos indebidos o partes flojas y repararlo con cola vinílica o clavos. En caso de usar cola vinílica, es importante retirar los restos de producto viejo, aplicar la cola, sujetar ambas partes de manera bien firme (idealmente con una prensa, pero pueden ser pinzas, cinta, etcétera) y dejarla inmóvil durante 24 horas. En el caso de los clavos, habrá que considerar su tamaño y su ubicación, teniendo en cuenta que no sobresalgan ni queden a la vista. Esta suele ser la parte más compleja del proceso y no hay que desanimarse si consideramos necesaria la asistencia de un carpintero.

4- Antes de seguir adelante con el trabajo sobre la madera, es bueno quitar o enmascarar con cinta de papel todos los accesorios del mueble como los tiradores de las puertas y cajones, regatones de las patas, visagras, etcétera. Generalmente se trata de piezas de bronce y será una buena oportunidad para limpiarlas y pulirlas, con una simple solución de detergente y limón quedarán como nuevas.

5- Si la madera está pintada o barnizada, hay varias formas de limpiarla. La pistola de calor suele ser efectiva, aunque hay que tomar reparos para no provocar una sobreexposición y quemar la madera. Para que eso no ocurra es bueno ir midiendo de a poco la potencia de la pistola y a medida que el calor va derritiendo la pintura o barniz, vamos quitándola con la espátula. Otra opción es aplicar varias capas de removedor que también se van quitando con la espátula a medida que el producto va actuando. Es importante tener en cuenta que el removedor debe quitarse antes de que se seque, por lo que, si las dimensiones del mueble son grandes, será mejor hacerlo por partes. En ambos casos los restos de producto se terminan de sacar con una esponja de metal o lana de acero, ejerciendo una firme presión pero cuidando de no rayar demasiado la madera, siempre en el sentido de la veta. Es posible que esta resulte la parte más exigente del trabajo, por lo que también se pueden combinar ambas técnicas.

6- Para pulir defectos, como los orificios de las polillas, golpes o cachaduras, se utiliza masilla para madera al tono, rellenando las imperfecciones a mano o con espátula, dejando secar y lijando. Una buena manera de obtener masilla casera y de un tono exactamente igual al de la madera con la que estamos trabajando (cosa que no siempre es posible con la masilla comprada) es mezclando un poco de cola vinílica con el polvo que produce el lijado del mueble y rellenar las imperfecciones con esa pasta.

7- Llegada esta instancia, iniciamos la etapa de terminaciones. Cuando todos los detalles de la madera se han reparado, hay que lijar todo el mueble primero con un grano mediano y luego con granos más finos. Resulta muy práctico hacerlo con una lijadora eléctrica, aunque la sensibilidad de la mano será muy valorada en las últimas lijadas.

8- Es el momento de decidir qué terminación le daremos al mueble. Personalmente siempre opto por lograr un aspecto lo más similar posible al original, por lo que oscurecer la madera es una opción que solo se contempla si está manchada. En ese caso, aplicaremos una tinta al tono, que se puede agregar directamente con pincel sobre la madera o mezclada con el producto elegido para la terminación. También se puede usar nogalina, una tintura natural extraída de la corteza del nogal, que se diluye en agua, se aplica con pincel y se seca rápidamente. Es importante tener en cuenta que cada mano de tinta oscurecerá más el color.

9- Antes de aplicar cualquier producto de terminación, la madera debe estar lijada con grano fino y totalmente libre de polvo. Si el mueble en cuestión no va a estar contacto con líquidos o cosas que puedan mancharlo, una excelente opción de acabado es el encerado. Con un paño de algodón se aplica una generosa capa de cera natural incolora (la mejor es la de abejas) por toda la superficie, se deja secar y se termina con un paño de lana, lustrando hasta lograr el brillo deseado. Esta es la opción más natural y respetuosa de la madera, por lo que es cada vez más contemplada por restauradores y clientes, pero no es aplicable a todos los casos. Cuando se trata de muebles con estantes, mesas, escritorios y otros que suelen tener mucho uso, están en interacción con diferentes elementos o al aire libre, el encerado no es aconsejable. En esos casos lo mejor será aplicar un barniz o laca poliuretánica que podrá tener un acabado brillante, satinado o mate, según el gusto. Personalmente, y siguiendo con la lógica de lograr muebles que conservan su aspecto original, con un acabado lo más natural posible, elijo siempre el satinado. Además de tener excelentes resultados estéticos, el barniz poliuretánico tiene la gran ventaja de proteger la madera de los líquidos, por lo que no será necesario usar manteles o posavasos, ni será una catástrofe si se derrama un vaso, sencillamente la madera no se manchará. Es aconsejable aplicar una primera capa liviana de laca diluida con thinner, dejar secar, pasar una lija fina, quitar el exceso de polvo y por último, una segunda mano de laca pura. El proceso es el mismo si se opta por terminar el mueble con pintura.

Kit restaurador

- Paños

- Agua y jabón

- Esponja de metal o lana de acero

- Lijas de grano medio y pequeño

- Antipolillas

- Masilla para madera

- Cola vinílica

- Clavos de diferentes tamaños

- Martillo, destornillador y espátula

- Removedor

- Aguarrás

- Thinner

- Pinceles de distintos tamaños (dependiendo de las dimensiones del mueble)

- Protector para madera, cera o pintura (dependiendo de la terminación elegida)

Ina Godoy es copropietaria junto a Pía Baglivi de la tienda de antigüedades

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