Lenin tiene 16 años. Vive con sus cuatro hermanos y su madre. Una enfermedad degenerativa provocó que perdiera casi por completo la vista. Hace algunos años, cuando Peñarol lanzó su equipo de fútbol para ciegos, Lenin se sumó al grupo.
Fanático del equipo aurinegro, encontró en el deporte una pasión y en noviembre de 2018 viajó a San Luis de Potosí, en México, para defender a su cuadro en la Copa Libertadores de Fútbol para ciegos. No sólo fue la primera vez que Lenin subió a un avión, sino también la primera vez que él y su familia pisaron el aeropuerto.
Ahora, espera viajar a Brasil para poder disputar su segunda competencia internacional. Lenin integra una de las 280 familias que pudo ser realojada en Toledo, Canelones, en el marco del Plan de Mejoramiento Barrial (PMB) denominado “San Felipe y La Capilla” por el que en enero de 2017 se entregaron 28 viviendas, 16 de 2 dormitorios y 12 de 3 dormitorios.
La directora de la Agencia de Vivienda de la Intendencia de Canelones, Silvana Nieves, dijo a El Observador que sólo un techo no soluciona los problemas endémicos de pobreza e inclusión social, pero está convencida de que el acceso a una vivienda digna por parte de la población “mueve la aguja”.
Por eso, la comuna apostó entre otros programas, a esta iniciativa para intervenir en los barrios más vulnerables del departamento. Muchas de estos realojos se realizaron a través de convenios con el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma) y apoyo financiero del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Para llevar adelante estos proyectos, la comuna se fijó en aquellas familias que vivían en zonas inundables o de contaminación por cables de media y alta tensión de UTE. En algunos casos, se tuvo en cuenta la ubicación de las viviendas, la crecida de un arroyo podía llegar a impedir que los más chicos llegaran a la escuela. Entre todos los programas de este tipo se realojaron en todo el departamento a 1.674 familias.
“Tener que juntar a los gurises y salir corriendo cada vez que caen tres gotas… Eso es violencia, no hay vuelta de hoja”, aseguró Nieves en relación a la situación en la que vivían muchas de las familias que fueron beneficiarias del plan y en la viven aquellas que todavía no fueron realojadas.
El proceso conlleva meses de trabajo con las familias, en conjunto con asistentes sociales y autoridades de la intendencia. Nieves, licenciada en Trabajo Social, encabezó más de una vez asambleas complicadas con vecinos, en las que incluso llegaron a amenazarla con “picarla”. Para esas familias -en especial los adultos- no siempre es fácil resignar su hogar bajo la promesa de una vivienda más digna.
La jerarca dijo que el proceso tampoco se termina cuando le entregan las llaves de las viviendas a las familias, ya que una vez instalados surgen otro tipo de problemas que es necesario atender. Por ejemplo, todos los referidos a la convivencia y a acostumbrarse a vivir en un complejo en el que, en un escenario ideal, todos los vecinos tienen que aportar para mantener el orden.
“No le cambiás la condición de vida a la gente sólo con una casa si no hacés un trabajo social del Estado en un formato integral”, sostuvo Nieves y agregó que los cambios en esta materia “no son visibles de un día para el otro”.
Barros Blancos es otro de los barrios en los que hubo realojos. Allí se crearon viviendas tipo dúplex, para realojar a las personas que vivían en el asentamiento Las Cañitas. "Es como haber sacado el 5 de oro sin haber jugado", dijo Sergio a El Observador, quien hace poco más de un año vivía en el asentamiento en un rancho. Su esposa, Natalia, recordó que lloró el día que demolieron su casa, porque era feliz en ese espacio pero la nostalgia desaparece cuando la asistente social le pregunta cómo se sienten ahora los días de lluvia o de frío.
Sobre 1950 un grupo de empresarios decidió instalar en Pando un hipódromo, que buscó competir con el emblemático hipódromo de Maroñas. Pero el proyecto no prosperó y ni siquiera llegó a cumplir diez años, recordó Alfredo Mazzei, integrante del grupo Amigos del Patrimonio de Pando. Al cerrar el hipódromo varias familias que no tenían viviendas ocuparon las caballerizas y en la zona se instalaron varios prostíbulos.
"Los prostíbulos eran vistos como un estigma. Eran muchos y eso hizo que durante muchos años quedara ese barrio muy poco poblado", explicó Mazzei sobre lo que se conoce como Pando Norte. En los últimos años, sin embargo, la situación cambió. Ya no hay muchos prostíbulos y se construyeron viviendas para realojar a las personas que vivían en las caballerizas, en pésimas condiciones de higiene y salubridad, así como de hacinamiento.
Nieves está "convencida" de que en los últimos 15 años se ha llegado al "núcleo más duro" de la población vulnerable.
"Lo que no podemos dejar de decirle a la gente -no a quienes son los beneficiarios directos- es que la aguja se mueve. Esos impuestos, esa movida, esa inversión del Estado en políticas sociales o públicas tiene resultado. No se equilibra, pero se mueve", reflexionó Nieves.
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