Por Martín Mattos Carrera (*), especial para El Observador
Nadie puede dudar la importancia de la agropecuaria en la economía del país, pero históricamente ha sido un sector poco conocido por la población urbana, y eso muchas veces lleva a opiniones sin conocimiento real del tema.
Las causas de esto son muchas, y por supuesto el propio sector no ha sabido trasmitir a la población urbana toda su importancia y los aportes de la ruralidad al país todo, y eso deja las riendas en el suelo para que se escuchen voces al menos infundadas acerca del sector.
Pongamos como ejemplo al sector agrícola, dado que una empresa de dicho sector ha sido la principal empresa exportadora del Uruguay este año, pero podríamos hacer el ejercicio con la ganadería, la forestación, la lechería, la citricultura (con el gran trabajo genético que lleva adelante el INIA Salto Grande) y otros rubros donde debemos continuar la profesionalización de la producción.
Con todo esto, hoy salimos a recorrer el país y vemos rastrojos de cultivos de invierno cubriendo los suelos protegiéndolos de las lluvias, cultivos de verano implantados dentro de esos rastrojos invernales, luego de terminadas estas siembras de verano de segunda ya aparecen las siembras de maíz tardío, un paquete tecnológico que ha cambiado la historia de este cultivo en Uruguay y que permite eludir al mayor déficit hídrico en la época mas limitante como es la floración, y esto se pudo lograr por el avance genético, por los productores apostando al desarrollo de las rotaciones y por la integración con otras cadenas como las ganaderas y avícolas, que muchas veces son las demandantes de esos maíces tardíos para tambos, feedlots e industria avícola.
El sector va encontrando su desarrollo, va madurando y evolucionando con sinergias entre todos los eslabones de la cadena, como debe ser.
Muchos otros rubros pueden seguir evolucionando también, siendo la cría vacuna, la lechería que necesita hacerlo en forma urgente para sostener algunas industrias lácteas que deben poder trabajar a capacidad completa, el sector ovino (bien separado la producción de lana fina con la producción de carne) y el desarrollo del cultivo de la alfalfa, sea para productos fardos de calidad con contratistas tercerizados (hay que desarrollar un standard de calidad para ese producto) o para estribo de sistemas de producción de carne y/o leche.
(*) Ingeniero agrónomo, director general de Recursos Naturales del MGAP
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