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Consecuencias económicas de la guerra entre Israel y Hamás

La evolución del conflicto tendrá implicaciones para una economía mundial ya sacudida por una serie de choques
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02 de noviembre de 2023 a las 15:47

Por Martin Wolf

¿Qué esperaba conseguir Hamás con el ataque a Israel del 7 de octubre? La respuesta era, sin duda, enardecer la región. Más concretamente, era provocar la respuesta que vemos, con consecuencias inevitables para la reputación mundial de Israel y para las perspectivas de paz en la región. En otras palabras, la estrategia consiste en convertir en mártires a los habitantes de Gaza por una causa mayor. Y, por desgracia, está funcionando.

La forma en que esto se desarrolle tendrá implicaciones para las vidas humanas, para el equilibrio de poder regional y quizás incluso para la paz mundial. Pero también tiene implicaciones para la economía mundial, seriamente afectada por una serie de choques durante los últimos cuatro años: Covid-19, la inflación post-Covid, la guerra entre Rusia y Ucrania y ahora esto. ¿De qué magnitud resultará ser este último horror?

Esto es más que una cuestión de dinero. Según un capítulo de "enfoque especial" de la más reciente edición del informe Perspectivas de los mercados de productos básicos del Banco Mundial acerca de las "Posibles implicaciones a corto plazo del conflicto en el Medio Oriente", el número de personas que sufren grave inseguridad alimentaria aumentó en más de 200 millones entre 2019 y 2021. La guerra entre Rusia y Ucrania debe haber empeorado considerablemente esta situación, aunque todavía no se dispone de datos al respecto. Esto se debe, en parte, a su efecto directo sobre los precios de los alimentos y, en parte, al aumento de los precios de la energía. Otro gran aumento en los precios de la energía empeoraría la situación.

Entonces, ¿de qué magnitud pueden ser las implicaciones? Esto depende de la respuesta a otras dos preguntas. ¿Hasta dónde y con qué intensidad podrían extenderse la guerra y sus ramificaciones políticas? Además, ¿cuáles podrían ser las consecuencias para la economía mundial, principalmente (pero no exclusivamente) a través de los mercados energéticos?

Afortunadamente, mi colega Gideon Rachman ha abordado recientemente la primera pregunta. Él nos recuerda que la Primera Guerra Mundial comenzó como un conflicto entre Austria y Serbia, ambos aliados de potencias mayores. En este caso, Israel podría considerarse un subsidiario de EEUU, y Hamás y Hezbolá, subsidiarios de Irán (el cual podría resultar ser un subsidiario de Rusia o incluso de China). Una cadena de acontecimientos desastrosos podría, Rachman señala, extenderse al propio Golfo. Incluso podría desembocar en un conflicto entre superpotencias. Además, podemos añadir, los regímenes de la región podrían verse desestabilizados por la indignación popular ante la falta de ayuda a Gaza. Merece la pena recordar que el enormemente perjudicial embargo de petróleo de 1973 no fue un resultado directo de la guerra, sino una respuesta política de los productores árabes de petróleo.

Si la guerra se extendiera, ¿importaría? Sí, definitivamente. La región es, sin lugar a dudas, la mayor productora de energía del mundo: según el informe Revisión estadística de la energía mundial 2023, contiene el 48 por ciento de las reservas mundiales probadas y produjo el 33 por ciento del petróleo mundial en 2022. Además, según la Administración de Información Energética (EIA, por sus siglas en inglés) de EEUU, una quinta parte del suministro mundial de petróleo pasó por el estrecho de Ormuz, en el fondo del Golfo, en 2018. Se trata del ‘cuello de botella’ del suministro energético mundial.

El Banco Mundial también señala que los choques energéticos pasados han sido significativamente costosos. La invasión de Kuwait por parte de Irak en 1990 elevó los precios promedio del petróleo tres meses después en un 105 por ciento; el embargo petrolero árabe de 1973-74 los elevó en un 52 por ciento; y la revolución iraní de 1978 los elevó en un 48 por ciento.

Hasta ahora, sin embargo, los efectos sobre los precios del petróleo de los ataques de Hamás contra Israel y la guerra de Gaza han sido modestos. En términos reales, los precios del petróleo en septiembre estaban cerca de su media desde 1970. En general, hasta ahora no se ha visto nada dramático. Además, añade el informe, el petróleo ha perdido importancia y los mercados petroleros se han vuelto menos vulnerables desde 1970: la intensidad petrolera de la producción mundial ha disminuido cerca de un 60 por ciento desde entonces; las fuentes de suministro también se han diversificado; las reservas estratégicas son mayores; y la creación de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha mejorado la coordinación.

Sin embargo, el petróleo sigue siendo un combustible vital para el transporte. El gas natural licuado del Golfo es también una parte importante del suministro mundial de gas natural. Las grandes disrupciones de estos suministros tendrían un poderoso impacto en los precios de la energía, en la producción mundial y en el nivel general de precios, sobre todo de los alimentos.

El Banco prevé escenarios con pequeñas, medianas y grandes disrupciones del suministro: el primero, supone, reduciría el suministro hasta 2 millones de barriles diarios (alrededor del 2 por ciento del suministro mundial); el segundo lo reduciría entre 3 y 5 millones de barriles diarios; y el último lo reduciría entre 6 y 8 millones de barriles diarios. Los precios del petróleo correspondientes se estiman entre US$93 y US$102, entre US$109 y US$121 y entre US$141 y US$157, respectivamente. Esto último acercaría los precios reales a sus máximos históricos. Si se cerrara el estrecho de Ormuz, los resultados serían mucho peores. Todavía estamos en la era de los combustibles fósiles. Un conflicto en la mayor región proveedora de petróleo del mundo podría ser extremadamente perjudicial.

La mejor manera de pensar en esto es enfatizar la incertidumbre. La gran probabilidad es que el conflicto se contenga. Si es así, los efectos económicos seguirán siendo insignificantes. Pero es posible que se extienda y se convierta en algo mucho más grave. Los disturbios civiles también podrían obligar a los Gobiernos de la región a considerar la posibilidad de embargos. Puede que Hamás desee que la región esté enardecida. Pero, desde luego, eso no va a redundar en beneficio de miles de millones de personas que quieren continuar con sus vidas de la mejor manera posible. Depende de los responsables políticos de la región y de fuera de ella evitar el tipo de errores que han resultado devastadores en el pasado.

En estos momentos, la pregunta más importante es qué va a hacer Israel. Yo entiendo la indignación que sienten los israelíes por el brutal asalto y su determinación de eliminar a Hamás. Pero ¿es eso factible por cualquier medio militar? ¿Cuál es su objetivo político? ¿Cuál es la estrategia para llegar a un acuerdo con los palestinos? Y, sobre todo, ¿hasta qué punto será sensato comportarse tal como Hamás tan evidentemente lo deseaba?

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