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Contenedores de reciclaje de la oficina nos convierten en monstruos

Contenedores de reciclaje de la oficina nos convierten en monstruos. Servicio Financial Times.
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09 de noviembre de 2023 a las 16:20

Henry Mance

La mayor parte del tiempo sé que mis colegas son personas inteligentes, dedicadas y colaboradoras. Luego, de vez en cuando, echo un vistazo al interior de los contenedores de reciclaje de la oficina y pienso: ¿quiénes son estos monstruos?

¿Por qué alguien tira una manzana a medio comer al contenedor de reciclaje de papel? ¿Quién cree que un vaso de café cuenta como residuo alimentario? ¿Cómo deben ser sus hogares?

La evidencia anecdótica, acumulada a lo largo de mi carrera, sugiere que los profesionales son pésimos en el reciclaje básico en la oficina. O por decirlo amablemente: no son lo suficientemente buenos. Si depositas, por ejemplo, sólo dos cáscaras de plátano o un envase de sopa a medio terminar en un contenedor de reciclaje de papel, es muy posible que todo el contenedor se considere contaminado... y se incinere. En el reciclaje, como en las criptomonedas, unas pocas manzanas podridas estropean todo el barril.

Entonces, ¿por qué todos estos inteligentes oficinistas no pueden seguir instrucciones básicas? Un colega veterano me confiesa que no fue hasta hace poco que aprendió a lavar en casa las latas de frijoles cocidos. Otro miembro del personal dice disculpándose: "Me esfuerzo bastante, pero me confunden los vasos de café".

El acto de reciclar es tan molesto que el primer ministro británico, Rishi Sunak, prometió eliminar "las propuestas para que los hogares tengan siete contenedores" como parte de su reciente relanzamiento político (aunque semejantes propuestas no existían y la promesa de eliminarlas no ha revertido sus pésimos resultados en las encuestas).

Pero hay razones psicológicas por las que resulta especialmente molesto en la oficina. Quizás en casa hacemos algo que nos toma mucho tiempo simplemente porque creemos que es lo correcto. Pero es menos probable que hagamos esa misma tarea en el trabajo, donde estamos acostumbrados a que nos paguen por nuestros esfuerzos. Por eso nadie riega la maceta de la oficina ni mete su taza en el lavaplatos de la oficina. "En casa hay más tiempo y más espacio", dice Simon Futcher, director de desarrollo de negocio comercial de la compañía de residuos Veolia UK.

Otro aspecto es el control. En casa, nosotros ponemos las reglas. "Tienes la propiedad de tu contenedor", dice Adam Herriott, de la organización benéfica Programa de Acción sobre Residuos y Recursos. También te echan la culpa cuando sale mal. En el trabajo, "los dioses del reciclaje no sabrán que fui yo", dice un colega. En una encuesta, los trabajadores de laboratorio estimaron que reciclaban dos tercios de su basura en casa, pero sólo un tercio en el trabajo (o cuando estaban de vacaciones).

Los equipos de instalaciones intentan simplificar las cosas, optimizando el número de contenedores, colgando carteles con instrucciones claras, difundiendo mensajes alentadores. Pero el mundo está en contra de ellos. Los vasos de café desechables parecen reciclables, pero la mayoría son una mezcla de plástico y papel, difícil de separar. En general, deben ir en el contenedor principal. Parece que los pañuelos de papel deberían en el contenedor de papel, pero las fibras de papel se han reciclado tantas veces que no pueden volver a reciclarse.

Sería más fácil clasificar estos productos antes de que lleguen a los consumidores. Inglaterra prohibió los popotes de plástico y los agitadores de café en 2020, y este mes ha prohibido los cubiertos de plástico y los vasos de poliestireno. Muchos comedores de oficina han eliminado todos los vasos desechables. "En una utopía absoluta, nada sería de un solo uso y no habría envases, y punto", dice Herriott. "Pero eso no va a ser posible".

Futcher, de Veolia, dice que, en promedio, las oficinas han pasado de reciclar alrededor del 10 por ciento de sus residuos hace dos décadas a cerca del 45 por ciento en la actualidad. Cuando encontré al responsable de reciclaje en la sede del Financial Times (FT), me dio una noticia sorprendente: el FT es relativamente bueno en eso. En el último recuento, reciclamos el 82 por ciento de nuestros residuos.

Las compañías tienen un incentivo económico para fomentar el reciclaje. El recolector de residuos del FT cobra cuatro veces más por cada kilo de basura general que por un kilo de residuos alimentarios separados. Pero los oficinistas individuales no cobran por tirar una lata de Coca-Cola en el contenedor correcto.

Los expertos en medio ambiente señalan que el reciclaje es menos importante que otras medidas de sostenibilidad. Dado que el proceso de reciclaje implica residuos y energía, es menos eficaz que utilizar menos cosas (pero más eficaz que no reciclar). Incluso puede resultar contraproducente. En su libro Wasteland (terreno baldío), el periodista Oliver Franklin-Wallis cita un estudio del Journal of Consumer Psychology que reveló que los participantes utilizaban el doble de papel en una tarea de oficina cuando había un contenedor de reciclaje que si no lo había. En otras palabras, creer en el reciclaje puede volvernos despreocupados. Posiblemente reconocer cuán mal se recicla en la oficina podría tener una ventaja: quizás produciríamos menos residuos.

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