Pyongyang lanzó este sábado cuatro misiles balísticos de corto alcance en dirección al Mar Amarillo, informaron las fuerzas armadas de Corea del Sur.
Los proyectiles alcanzaron una altitud de 20 kilómetros y volaron una distancia de 130 kilómetros a velocidad máxima de Mach 5 (cinco veces la velocidad del sonido). Se sumaron a la treintena de misiles lanzados desde suelo norcoreano en lo que va de la semana.
Los disparos tienen lugar después de que Estados Unidos y Corea del Sur extendieran un día sus ejercicios militares Tormenta Vigilante, que comenzaron el 31 de octubre y debían terminar el viernes.
En estas grandes maniobras participan 240 aviones de combate y dos bombarderos estratégicos estadounidenses B-1B.
Según el portal alemán DW, esta operación “irrita cada vez más al régimen de Pyongyang”, que las replica lanzando cohetazos de advertencia sobre el mar, incluso en agua territoriales de su vecino del sur.
Los lanzamientos de esta semana, incluido un ensayo posiblemente fallido de un misil intercontinental, provocaron condenas de Washington, Seúl y Tokio y aumentaron las especulaciones de que Corea del Norte podría prepararse para reiniciar las pruebas nucleares que suspendió en 2017.
El viernes, Corea del Norte había demandado tanto a Estados Unidos como a Corea del Sur que pusieran término a sus ejercicios militares, a los que considera "provocativos".
Seúl, en tanto, desplegó varios aviones de combate en respuesta al vuelo de unos 180 aviones norcoreanos cerca de las fronteras entre ambos países en la misma jornada.
Dos días antes, Corea del Norte había disparado 23 misiles, un récord, uno de los cuales cayó en aguas territoriales surcoreanas por primera vez desde el fin de la Guerra de Corea, en 1953.
Ante este escenario, Washington y Seúl decidieron extender un día más sus ejercicios conjuntos, que debían terminar el viernes, y agregaron el despliegue de los dos bombarderos B-1B, que este sábado participan de las maniobras aéreas.
Aunque el B-1B ya no va equipado con armas nucleares, la Fuerza Aérea estadounidense lo define como "la columna vertebral de los bombarderos de largo alcance de Estados Unidos" que pueden atacar en cualquier lugar del mundo.
Los expertos citados por DW señalan que “Pyongyang se muestra especialmente irritado ante estas maniobras dado que la fuerza aérea es uno de los puntos débiles de su ejército, que carece de aviones avanzados y pilotos entrenados debidamente.
En el pasado, el país comunista se mostró especialmente molesto con el despliegue de este tipo de armas estratégicas estadounidense, como los bombarderos B-1B o los portaviones, habitualmente desplegados en la zona en momentos de alta tensión.
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