Acto por los 50 años del Golpe de Estado

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Cuatro presidentes y una noche de simbolismos: los 50 años del golpe de Estado

Los 50 años del golpe de Estado reunieron a los cuatro presidentes vivos desde el retorno a la democracia, y el acto como tal estuvo repleto de simbolismos, sellados en la calle al grito de "Nunca más"
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27 de junio de 2023 a las 02:30

Como hace 50 años, el Palacio Legislativo amaneció esta madrugada de 27 de junio inmerso en una fría neblina.

Pero a diferencia de las tanquetas que lo rodearon aquella mañana invernal de 1973, el edificio apareció cercado por los bidones y las velas de la vigilia, y aquel monumental Salón de los Pasos Perdidos, que a las 7:05 atravesaba la comitiva de militares comandada por los generales Esteban Cristi y Gregorio Álvarez, celebró hace tan solo unas horas la democracia

Los 50 años del golpe de Estado reunieron a los cuatro presidentes vivos desde el retorno a la democracia, y el acto como tal estuvo repleto de simbolismos, sellados en la calle al grito de "Nunca más"

El resto fue excusa de encuentro, anécdotas y hasta picardías políticas entre viejos rivales que ahora salieron juntos en la misma foto. 

–¡No había Anexo (al Palacio Legislativo)! –le recordó exultante el expresidente blanco Luis Lacalle Herrera a su par colorado, Julio María Sanguinetti, en referencia al edificio en que hoy tienen sus despachos los diputados. 

–El delegado nuestro era Gonzalo Aguirre, y un senador electo, cuyo nombre diré al final, dice: "Bueno, pero hay un despacho que ya tiene dueño". Nosotros lo mirábamos. "Sí, para el nieto de Herrera". Para un junior era una barbaridad, los demás estaban al fondo. ¿Sabés quién era? Rodríguez Camusso (exsenador de la lista 1001 y fundador del Frente Amplio). 

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–¿Qué te parece? –le devolvió entre risas Sanguinetti, mientras mataban la corta espera para pasar del ambulatorio del Senado a las barras de la Cámara. 

En ese piso 2 del recinto, los funcionarios se desvelaban por preservar los asientos para autoridades. "Les guardé el lugar a los expresidentes, y ya está. El presidente de Antel, (tendría que haber ido para el Salón de los) Pasos Perdidos. Corte Electoral, también", comentó una funcionaria.

Abajo iba a sesionar la Cámara de Senadores a partir de las 22:30, como lo hizo aquella legislatura bajo el quórum mínimo de 16 legisladores, antes de la disolución de las cámaras decretada por el gobierno de Juan María Bordaberry. 

El presidente Luis Lacalle Pou llegó sobre las 22:22, bajo el cuestionamiento planteado en la previa por el Frente Amplio respecto a por qué se había ausentado al reconocimiento del Estado por los crímenes de las Muchachas de Abril y las desapariciones de Óscar Tassino y Luis Eduardo González.

Mientras iba arrimándose a su lugar junto a los exmandatarios, coincidió con la vicepresidenta Beatriz Argimón y el presidente de la Cámara de Representantes, Sebastián Andújar. 

–¡Te estamos esperando! Mirá a la hora que llegás –le dijo entre risas, y también le preguntó si se había cortado el pelo. 

–¡Señor presidente! –lo recibió Sanguinetti, tendiéndole la mano derecha y palmeando la suya con la izquierda. 

–A usted lo saludo con la mano –bromeó Lacalle Pou. 

Junto al líder del Partido Colorado –que en la tarde había conmemorado el aniversario bajo la premisa de que la centenaria colectividad "siempre estuvo al pie de las instituciones"– estaba su padre, a quien sí saludó con un beso. 

Lacalle Pou continuó la ronda con el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado. Del otro lado de la columna, a pocos metros, divisó al dirigente colorado y presidente de Antel, Gabriel Gurméndez.

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–¡Candidato! ¡Candidato! –le exclamó dos veces para hacerse oír entre el murmullo generalizado. 

–Ah, no escuchás –se rió Lacalle Pou ante los gestos del jerarca de Antel. 

–Tenés que decírselo en inglés –le sugirió jocosamente Álvaro Delgado. 

–¡Candidate! –repitió Lacalle Pou entre risas, antes de proseguir con los saludos a las barras contiguas. 

–¿A qué hora te vas mañana? –le preguntó su padre, Lacalle Herrera. 

–A las ocho –contestó el presidente, que este martes se dirige a Cerro Largo para participar de distintas actividades.

La llegada de Mujica

Al cabo de dos minutos, llegaron el expresidente José Mujica y la exvicepresidenta Lucía Topolansky. Lacalle saludó a ambos, dirigiéndose al viejo líder tupamaro como "presidente". 

–Lo espero mañana –le recordó sobre el mensaje acordado junto a los exmandatarios en Torre Ejecutiva con motivo de los 50 años del golpe. 

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Mujica le consultó la hora, y el presidente apuntó que sería a las 19:30. El saludo con Sanguinetti –junto a quien protagonizó un libro publicado en los últimos meses por los periodistas Gabriel Pereyra y Alejandro Ferreiro– fue natural. Luego pasó a Lacalle Herrera, su adversario en las urnas en 2009, y quien lo ha tildado del "peor presidente" uruguayo en la historia reciente. 

–¿Cómo anda, joven? –lo saludó el herrerista, con expresión seria.  

A un costado, Lacalle Pou lo invitó a pasar más hacia la derecha: "Al fondo que hay lugar, como en los ómnibus". 

–Se va a desensillar, ¿o no? –le dijo Lacalle Herrera a Mujica cuando pasaba junto a él.

El presidente frenteamplista señaló su lugar, y el líder blanco le abrió paso.  

El ambiente entre ambos durante el resto de la velada sería ameno, con los dos compartiendo comentarios, incluso cuando pasaron juntos a la parte del evento que tuvo lugar en el Salón de los Pasos Perdidos. 

Antes, la Cámara recordó con un despliegue de mapping sobre las paredes curvas del Palacio, los archivos de aquella noche de 1973, con los fragmentos más emblemáticos de los discursos del blanco Wilson Ferreira Aldunate, el colorado Amílcar Vasconcellos y el frenteamplista Enrique Rodríguez, con pasajes retocados incluso con inteligencia artificial. 

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La reconocida alocución del caudillo blanco fue primero: "Los señores senadores (...) perdonarán que yo, antes de retirarme de Sala, arroje al rostro de los autores de este atentado, el nombre de su más radical e irreconciliable enemigo que será, no tengan la menor duda, el vengador de la República: el Partido Nacional. ¡Viva el Partido Nacional!”. 

–¡Viva! –gritó en sala su nieto, Wilson Ferreira Sfeir. 

Lacalle Pou le tomó fuerte de la mano, y Álvaro Delgado le palmeó la cabeza. 

La ovación de pie se extendió varios segundos. En el Salón de los Pasos Perdidos entonaron el himno. Afuera, alrededor del Palacio Legislativo, se encendían las velas. 

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