Considerando las adversidades climáticas que hubo para concretar las labores de siembra de cultivos de invierno, con una segunda quincena de junio con muchas precipitaciones, el crecimiento esperado en el área total –un 3%– “debería operar como un máximo”, expresó Gonzalo Souto, ingeniero agrónomo y coordinador del Área Cadenas Agroindustriales en la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).
En la Encuesta Agrícola 2019, realizada en mayo por la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del MGAP, se detectó una intención de siembra de cultivos de invierno 3% superior a la de 2018, cuando se sembraron 460.000 hectáreas (se llegaría a 474.000 hectáreas).
En ese marco, la superficie sembrada de trigo alcanzaría las 230.000 hectáreas, 13% más que en la campaña anterior. La cebada, con una intención de 152.000 hectáreas, estaría 12% por debajo. Para la colza y la carinata en conjunto se estimó un aumento de 40% del área con respecto a la zafra anterior y se alcanzarían las 75.000 hectáreas.
Souto precisó que desde el inicio está en una suerte de “zona de duda” la concreción de esas intenciones, dado que los datos reflejan el estado de ánimo y la expectativa de decisión de inversión del productor en ese momento, lo cual puede verse afectado luego por diversos factores.
Señaló como clave, en ese sentido, el factor clima, a la hora de acelerar o frenar la intención inicial, no obstante también puede incidir lo que suceda en los mercados.
En esta oportunidad, no ha sucedido nada en los mercados como para alterar la intención comunicada, pero sí sucedió lo primero, dado que en la segunda quincena de junio, en un momento que es ideal para avanzar en la siembra, hubo temporales de gran magnitud, sobre todo con mucha lluvia, lo que impidió desarrollar las diversas labores durante muchos días.
Eso sucedió, además, en momentos en los que cuesta mucho que los campos sequen y permitan el reingreso de los equipos.
Pasado ese momento adverso, ya en julio, se instaló el frío, hubo jornadas mucho viento, las buenas condiciones de siembra se recuperaron “y realmente se sembró mucho”, detalló.
En ese marco, “la impresión es que el ánimo de retiro de semillas, incluso para resiembras, se mantuvo, en particular por el lado del trigo que es el cultivo que tiene condiciones para sufrir menos por ese atraso”.
Añadió que “seguramente en el caso de la cebada la imposibilidad de siembra (en la segunda quincena del mes pasado) haya hecho descartar alguna chacra” y que “en el caso de las crucíferas, tanto la colza como la carinata, ya estaban esencialmente sembradas cuando surgió la adversidad climática, porque eso se siembra antes”.
Por lo tanto, “es posible” que sea “menos probable” alcanzar la expectativa de siembra en cebada y “más probable” alcanzar la de trigo, reflexionó.
Eso establece, además, una duda sobre qué sucederá con el área total, porque de pronto, dijo, alguien decidió no sembrar todo lo que pensó en cebada, pero instaló trigo en esas chacras y sembró más trigo del pensado.
Es por eso que “capaz el área total no cambia mucho”, puntualizó.
Sousto expresó que “la respuesta en general de la gente a lo que sucedió en esa segunda quincena de junio fue de una enorme intensidad de siembra durante julio”. Y el dato del área definitiva se sabrá en la próxima encuesta.
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