Michelini y su libro
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > DE LA POLÍTICA A LA LITERATURA

De la novela histórica de Michelini a la ciencia ficción de Constanza Moreira: los cruces de los políticos uruguayos con la literatura

La publicación de Noah: un judío rebelde es el ejemplo más reciente de una tendencia de los últimos años de políticos que prueban suerte con cuentos o novelas
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22 de octubre de 2022 a las 05:04

Las portadas de los libros son, además de un llamador para el potencial lector y un anticipo del contenido que se encontrará entre sus páginas, una herramienta de marketing. Y cómo hay autores que se venden solos, y son marcas en sí mismos, es común encontrar tapas donde son sus nombres los que aparecen más destacados que el título de la obra, como pasa por ejemplo con Stephen King, John Grisham, o hasta Ludovica Squirru. En ocasiones esto también se ve esto en afiches de películas, aunque pasa cada vez menos.

La primacía del nombre por encima del título se nota también cuando el creador es una figura de peso por razones ajenas a la escritura, como por ejemplo si se trata de un político influyente.

En los últimos tiempos, distintos políticos uruguayos se lanzaron a escribir ficción, pero a diferencia de sus contrapartes internacionales, sus nombres no toman la misma preponderancia, aunque sin dudas toparse con ellos entre los lanzamientos editoriales puede llevar a alguna exclamación de sorpresa y a rebuscar en las solapas a ver si efectivamente se trata de esas figuras que es más común ver en las páginas de actualidad nacional que en las culturales.

Porque no es extraño que los políticos escriban, pero sí es raro que den el salto a los cuentos o las novelas. Un buen número de senadores, diputados, presidentes e intendentes han llegado a las librerías, pero en su enorme mayoría lo han hecho con libros sobre su área de trabajo, sobre historia, o con autobiografías y memorias, algo que parece ser un requisito casi obligatorio si uno fue mandatario.

Por mencionar solamente a los presidentes uruguayos desde la apertura democrática de 1985, Julio María Sanguinetti ha publicado múltiples ensayos históricos y políticos, así como biografías, en las que aúna sus facetas de periodista con la de historiador. Luis Alberto Lacalle escribió libros de análisis político y su autobiografía La historia vivida, mientras que Tabaré Vázquez fue autor de Crónica de un mal amigo, un tratado sobre el cáncer, la especialización de su carrera como médico.

Y José Mujica no firmó ningún libro, pero es con distancia el presidente uruguayo reciente que más bibliografía ha generado, y que más proyección internacional generó con ella, gracias al mote marketinero de “El presidente más pobre del mundo”. Es, también, el protagonista de Una oveja negra al poder, de Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, uno de los libros uruguayos más vendidos de la última década.

Sin embargo, ninguno de ellos saltó al otro lado de la barrera de la ficción como sí lo hicieron algunos de sus colegas. El más reciente en cruzar esa línea es el exsenador y exsecretario político del Frente Amplio, Rafael Michelini, que en octubre de 2022 debutó como novelista con Noah: un judío rebelde. La red de Burgos, una ficción histórica ambientada en el reino de Castilla durante los últimos años del siglo xv.

La novela tiene como trasfondo hechos reales como la reconquista de la península ibérica de manos de los árabes, el establecimiento de la Inquisición y el edicto que determinó la conversión obligatoria de todos los judíos del reino, con el exilio como alternativa. En ese marco, imagina la creación de una red clandestina establecida por un médico judío (que a ojos del reino se ha convertido) para salvar a sus correligionarios de la persecución de la corona.

Además del tono de intriga y acción de la novela, Noah: un judío rebelde también llamó la atención por las escenas eróticas que salpican periódicamente sus páginas, y que no son ajenas a este género literario (con ejemplos de bestsellers como los del autor galés Ken Follett o las novelas de la saga Outlander, conocida por su adaptación televisiva), pero que sorprenden cuando provienen de la pluma –siendo más estrictos, del teclado– de una figura como la de Michelini.

"'Dos bocas, dos coños, dos culos, cuatro tetas para un solo judío, un judío muy afortunado', pensó", se lee en uno de esos pasajes picantes. "Las manos de Sara y Julia disfrutaron de su cuerpo acariciándolo lentamente, acompañando con sus besos delicadamente a su miembro, que con sus labios lo recorrían, en toda su erección", prosigue uno de los pasajes más fogosos de la novela.

Michelini cuenta en el propio libro que la inspiración para la historia apareció en un viaje fugaz a la ciudad en la que se ambienta la historia, Burgos, en 2019. La muerte de su hermano Felipe, en 2020, fue lo que terminó de disparar la necesidad de escribir este relato, que según contó el exsenador, escribió en apenas 20 días, aunque luego le dedicó más de un año a pulir la narración.

En una entrevista con Montevideo Portal, Michelini anticipó que Noah no será su último libro, o al menos esa es su intención. “Escribo todos los días”, comentó el político. “Tengo decenas de cuentos cortos sin terminar, y no había publicado nunca nada. Algunos son interesantes, otros más misteriosos. Escribo permanentemente. Es una de mis terapias”, dijo, además de adelantar que está trabajando en una segunda novela sobre la persecución a los gitanos en la España de 1499.

Crimen, carnaval y ciencia ficción

A fines de 2020, el entonces senador y antes ministro del Interior, Eduardo Bonomi, presentó su faceta literaria con la publicación de la novela Código 79, que tomó muchos ingredientes de su trama de las experiencias del ya fallecido político en sus distintos cargos. La novela, cuyo título refiere al número con el que en la quiniela se identifica a “el ladrón”, y que los delincuentes uruguayos han usado como signo identificatorio, es una historia de crimen ambientada principalmente en el oeste de Montevideo, y presenta a una galería de personajes cuyas historias se entrecruzan y se conectan a través del impacto y los manejos del crimen y el narcotráfico.

La influencia de las bandas en ámbitos como el fútbol o el mundo empresarial, el trabajo policial y los cambios en los códigos del barrio impuestos obligatoriamente por las pandillas criminales, el drama social de los jóvenes sin futuro, la violencia doméstica y de género, y los cambios sociales generados entre la década de 1990 y los 2000 son repasados por Bonomi en su novela.

Luego de la publicación del libro, Bonomi contó a El Observador que Código 79 surgió de su preocupación por la delincuencia en Uruguay, y por una percepción social que para él era errónea, y buscaba explicitar. “La gente, sobre todo a partir de información televisiva y radial, que es la que más pega, tiene una visión del delincuente de continua demonización y de convertirlo en un monstruo. En esos términos piensa una persona que estudia, que trabaja, que tiene una vida normal y vive de su trabajo, que le tiene miedo a muchas cosas, como a ir a la cárcel. Y piensa que el delincuente también. Pero el delincuente no le tiene ese miedo ni el respeto que tiene una persona honesta”, explicaba en ese momento.

Con esa motivación, Bonomi comenzó a escribir en distintos vuelos de larga distancia durante viajes oficiales, retomando una faceta de escritor en la que había incursionado por primera vez durante la década de 1970, cuando era uno de los tupamaros presos en el Penal de Libertad. Allí escribió una serie de cuentos, que sus compañeros de cárcel “editaron” de forma casera y le regalaron. Desde ese entonces, y hasta su muerte, siguió escribiendo cuentos y potenciales novelas, aunque lo único editado fue Código 79.

En febrero de este año, en pleno carnaval, otro exministro frenteamplista saltó a la palestra literaria. Álvaro García, que fue ministro de Economía entre 2008 y 2010, y que también fue letrista de la murga Contrafarsa, apeló a ese mundo conocido para ambientar una historia que se mueve en las aguas del thriller policial.

¡Escuchá la murga! se ambienta en la década de 1990, ya que de allí data el primer borrador de esta historia, que se enfoca en la desaparición de un murguista durante el desfile inaugural del concurso carnavalero montevideano, y que se cuenta desde la perspectiva de su novia, quien tendrá que descifrar las pistas escondidas en la letra de una retirada escrita por su pareja para conocer su destino.

Esa retirada en cuestión en la versión completa de la que García compuso para Contrafarsa para el Carnaval de 1997, que aquí reutiliza como parte del misterio que propulsa a la novela. En una entrevista con Subrayado en febrero de este año, García no cerró la puerta a una “precuela o secuela” con los mismos personajes que protagonizan esta historia.

También está la obra de Olympia Frick, con sus cuentos de fantasía y ciencia ficción, dos géneros poco visitados en la literatura uruguaya. Seguramente al leer esa frase anterior, su reacción haya sido ¿y quién es Olympia Frick?

Pues la respuesta es: Constanza Moreira, exsenadora y exprecandidata presidencial, que bajo ese seudónimo ganó a fines de setiembre un concurso de cuentos de ciencia ficción organizado por la editorial MM Ediciones, con su relato Correspondencia.

Si bien bajo su nombre real tiene publicados distintos libros de no ficción, bajo el seudónimo publicó el libro Diez relatos fantásticos en 2001. La historia de Olympia tiene un giro más: esa colección de cuentos fue publicada como parte de la colección De los flexes terpines, que tenía como director nada menos que a Mario Levrero.

En esa misma colección participaron nombres que hoy son parte integral de la literatura uruguaya reciente como Fernanda Trías, Pablo Casacuberta, Felipe Polleri e Inés Bortagaray, además de los dos tomos de Irrupciones del propio Levrero. Editada en el contexto de la crisis económica de 2001-2002, la colección se financiaba entre los autores y el editor, y se publicaban los quince libros que la integraban en simultáneo, en pequeñas tiradas, con el fin de abaratar costos.

Por fuera del Frente Amplio, el exsenador y ministro Juan Carlos Raffo, integrante del Partido Nacional, ha publicado desde la década de 1970 distintas novelas y libros de cuentos, entre los que se incluyen la versión novelada del asesinato del embajador uruguayo en Paraguay Carlos Abdala titulada Error de persona y Tiatucura, una selección de relatos ambientados en ese pueblo de Paysandú.

Su libro más reciente salió en 2013 y es la novela Cien años más tarde, en la que su protagonista, Julieta, reconstruye la historia de cuatro generaciones de su familia en un proceso de reconstrucción de su identidad. 

Otro político que también ha incursionado en la ficción es el Exministro de Relaciones Exteriores y de Ganadería por el Partido Nacional (hoy está en el Partido Independiente) Álvaro Ramos, que tiene en su historial el libro de cuentos Retazos de vidas intensas.

Ejemplos internacionales

Además de estos cuatro casos uruguayos –casualmente, todos vinculados al mismo partido– a lo largo de la historia hay ejemplos de ilustres presidentes, primeros ministros y demás altos mandos que también se tiraron al agua e hicieron ficción.
Winston Churchill
El insigne primer ministro británico y héroe de guerra ganó en 1953 el Premio Nobel de Literatura, pero la justificación de la Academia Sueca para entregarle el galardón no menciona su única novela, Savrola. En ella, Churchill imagina un país europeo llamado Laurania, que no es más que una analogía del Reino Unido aunque ubicada en el Mediterráneo. La novela cuenta una revolución contra el gobierno desde la perspectiva de la esposa del líder del país al comienzo de la historia.
Churchill publicó el libro en el año 1900, y también editó un relato corto durante su juventud, así como un cuento de ficción especulativa, imaginando un final alternativo a la guerra civil estadounidense.
Jimmy Carter
Fue el primer expresidente de Estados Unidos en publicar ficción. En 2003 se lanzó The hornet’s nest, una novela ambientada en la guerra de independencia estadounidense en los estados del sur del país.
Bill Clinton
En colaboración con el novelista James Patterson (lo que seguramente implica que Clinton tenía una idea y una estructura básica que el escritor convirtió en libro) el exmandatario estadounidense firmó dos novelas. La primera se editó en 2018 y se llama The president is missing. Se trata de un thriller político protagonizado por un presidente ficticio, con la amenaza del jihadismo, y el ciberterrorismo como elementos claves en una historia cargada de  acción, que amagó con tener una adaptación televisiva que finalmente no se concretó.
En 2021 salió The president’s daughter, que, cual película de acción destinada al limbo de ser repetida periódicamente en el cable, cuenta la historia del secuestro de la hija de un expresidente estadounidense, y que más o menos sigue la misma fórmula de su antecesor al combinar intriga con acción, y un presidente de armas tomar, como si fuera Harrison Ford en los años 1990.
Hillary Clinton
El mismo año que su esposo publicaba su segundo texto de ficción, la excandidata presidencial lanzó State of terror, escrito junto a la bestseller canadiense Louise Penny. Es una historia de intriga política, con el terrorismo internacional como amenaza principal, y protagonizado por una secretaria de estado, cargo que Clinton ocupó entre 2009 y 2013.
Barack Obama
Antes de ocupar el despacho Oval de la Casa Blanca, Obama escribió el libro infantil Of Thee I Sing, en el que apoyado por las ilustraciones de Loren Long cuenta las historias de trece estadounidenses ilustres, una lista que incluye a Neil Armstrong, Martin Luther King y George Washington.
Donald Trump
En 2011 llegó a las librerías la novela Trump Tower, firmada por el entonces empresario. El libro se ambientaba en el edificio neoyorquino en cuestión, y venía derivado de la idea de una serie televisiva en la línea de Dallas y Dinastía que Trump no había logrado que se produjera.
La historia mezclaba elementos eróticos llegando incluso a narrar actos de sadomasoquismo y una violación, y luego giraba hacia el relato de misterio con la aparición de un cadáver en la torre que motivaba una investigación policial. Trump aparecía como personaje secundario, igual que otras figuras del mundo real. Una vez publicado el libro, se generó una polémica por su crédito, ya que el verdadero autor era el escritor Jeffrey Robinson, que en la edición original aparecía como colaborador del magnate, que en realidad no había tocado una sola tecla. Para 2012 salió una nueva edición que solo ponía a Robinson como autor.

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