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Del esplendor al silencio: cómo vive Balcedo en su mansión de Playa Hermosa

Desde que el empresario argentino cayó en prisión y luego fue enviado a su casa, el balneario ha notado varios cambios
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16 de enero de 2019 a las 05:02

El espeso monte agreste no permite que el visitante se acerque desde ningún rincón, y un alambrado cerca todo el predio. En la entrada principal hay un portón de madera que conduce a la casa ubicada al fondo del terreno, donde la vista es mejor: desde ese punto, con el privilegio de la altura que ofrece el Cerro de los Burros, puede verse la bahía de Playa Hermosa, Maldonado. Es "El Gran Chatarral”.

Una vista similar –aunque de mayor calidad por estar incluso a mayor altura– tiene hoy el empresario y sindicalista argentino Marcelo Balcedo, que cumple en su casa desde fines de diciembre la medida de prisión preventiva mientras la Justicia argentina espera que sea extraditado para poder investigarlo por lavado de activos en su país. Y en otra causa, la Justicia uruguaya lo indaga también por lavado de dinero, pero además por contrabando de vehículos y tráfico de armas de fuego, por lo que podrá enfrentar 11 de años de prisión, según la acusación de la Fiscalía.

Balcedo y su esposa Paola Fiege –quien al igual que él está acusada por lavado de dinero y contrabando– viven, como lo hacen desde hace poco más de 10 años, en una mansión de lujo instalada a lo alto de una loma que puede verse de casi todos los rincones del balneario. Por casi 11 meses estuvieron en la cárcel en Uruguay, pero la defensa logró a fines de diciembre que les otorgaran prisión domiciliaria, y esperen el desenlace de su casa en su palacio. Es “El Gran Chaparral”. 

El esquema en una vivienda y otra es el mismo: cerco perimetral, un camino principal y una casa en el punto más elevado. Pero las diferencias, como se encargaron en dejar escrito –con humor– los propietarios de la casa improvisada en un cartel de madera, son grotescas.  

"El Gran Chatarral" está a pocos metros de la entrada principal de “El Gran Chaparral” y hace honor a su nombre: un viejo ómnibus readaptado es toda la edificación que tiene el área, que no supera los 10 metros cuadrados. En un rincón hay desechos de construcción, y en otro restos de tablas de madera. Es 8 de enero y no hay nadie: el sol cae pesado y el silencio es casi total: una cuerda con tres trapos de limpieza apenas se mueve por la brisa del mediodía.

El mismo silencio llega desde la mansión que Balcedo –sospechado de tener vinculación con la banda de narcotraficantes rosarinos de Los Monos– adquirió en 2011 cuando la compró a un francés que la había construido a comienzos de este siglo.

Sin embargo, esa quietud no era habitual hasta hace un tiempo, según cuentan vecinos del balneario, y hoy representa la debacle de la familia. “La situación en la que viven es totalmente precaria”, dijo a El Observador Marcelo Domínguez, el abogado que asumió la cuarta defensa de la pareja desde que comenzó el proceso a comienzos de enero del año pasado, cuando fueron detenidos en un operativo de interpol.

“Están solos en la casa, con sus hijos pero sin nadie más, y con el dinero totalmente inmovilizado: se mantienen con ayuda de familiares en Argentina”, agregó Domínguez, que prepara la contestación de la acusación fiscal que descargará en una audiencia fijada para los primeros días de febrero.

Contraste y reclamos

Entrada y salida de autos lujosos, ruido de obra y maquinaria producían el paisaje sonoro al que los vecinos de la Ruta 73 –que pasa por detrás de la loma de la mansión y que tiene la segunda entrada a la chacra– estuvieron acostumbrados durante años: la pareja contaba con un equipo de casi 20 empleados –entre jardineros, caseros y trabajadores de limpieza– que ya no existe.

“Incluso ponían música a todo volumen a las cuatro de la mañana”, contó una vecina que pidió la reserva de su nombre.

Hoy, desde esa segunda entrada solo se escucha, lejano, el ruido de una sierra y las chicharras, y en la casilla de vigilancia de la puerta no hay ningún guardia. El único movimiento que puede verse desde algunos puntos es el de algunos animales que todavía viven en el predio, como ovejas, cabras y gaviotas que sobrevuelan los tajamares en la ladera de la colina. Hay, además, dos policías cuidando que no salgan las 24 horas del día.

Los vecinos también perciben cómo cambiaron los tiempos para los Balcedo cuando cae el sol: antes, el tramo del camino que pasa por detrás la chacra estaba completamente iluminado y hoy casi no tiene luz.

También sintió los cambios la escuela número 45, que está entremedio de los cercos de El Gran Chatarral y el Gran Chaparral. Los Balcedo solían realizar donaciones a los estudiantes, como entrega de championes en ocasiones espaciales –como en el día del Niño– aunque, según supo El Observador, había un grupo de padres que nunca se sintió cómodo con esos regalos.

Quienes tampoco se sintieron cómodos con la presencia del empresario ni ayer ni hoy es otro grupo de vecinos que han reclamado al Municipio de Piriápolis para que estudie el trazado de algunos caminos vecinales que, según sostienen,  han sido interrumpidos con el crecimiento de la chacra del argentino en los últimos años.

“Hemos recibido la inquietud, pero aún no sabemos si están en lo cierto”, dijo el alcalde Mario Invernizzi a El Observador.

Pez mediano
La pareja había sido detenido el 4 de enero de 2018 en un operativo internacional coordinado por el Departamento de Investigación de Fugitivos de la Interpol, la Dirección de Información e Inteligencia, la Dirección de Represión al Tráfico de Drogas y los servicios de inteligencia de Uruguay. Entre otros objetos de lujo, habían sido incautados varios vehículos de alta gama –un Ferrari, un Mercedes Benz, un Porsche y un Chevrolet Camaro–, US$ 500 mil, € 6.000, metralletas y revólveres, y varios tipos de joyas. En otras propiedades, las autoridades incautaron luego una suma superior a los US$ 6 millones, distribuidos en cofres fort.
En una entrevista con El Observador, Hugo Alconada Mon, periodista argentino especializado en corrupción que estuvo en Punta del Este la semana pasada para presentar su último libro, definió a Balcedo como un sindicalista "de peso" pero que no integraba "las grandes ligas nacionales". 
"Era un pez mediano que salió a la superficie y entonces lo vimos. Ahora, los peces gordos, están por debajo, navegan en la profundad de los mares. Porque si han aprendido algo algunos de los grandes peces gordos sindicalistas, es a cuidarse mucho más", dijo Alconada.

 

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