Era verano en el viejo continente cuando los británicos, fieles a su estilo inverso de vivir la vida, fueron a las urnas para convertirse en el primer país que resolvía divorciarse la Unión Europea y romper así una alianza que los mantenía unidos desde 1995. En junio de 2016 se celebró el histórico Brexit y, desde entonces, los anglosajones no han podido hacer realidad aquel deseo revolucionario. Hace tres años que la isla ingresó en un periplo plagado de frustraciones del que, todavía hoy, ha sido incapaz de salir. En el camino perdieron dos jefes de gobierno, ganaron más incertidumbres que certezas y el mundo entero fue –es- testigo de ese tormentoso naufragio. Aquí la cronología de los sucesos más relevantes:
En un referéndum celebrado el 23 de junio de 2016, el 52% de los británicos votó a favor de salir de la Unión Europea. El resultado provocó la dimisión del primer ministro, el conservador David Cameron quien, paradójicamente, había impulsado la votación popular, a pesar de haber realizado una ardua campaña a favor de la permanencia. En la pugna por remplazarlo, el exalcalde de Londres Boris Johnson, a fin con la separación, se retiró en el último momento y la ministra del Interior Theresa May se convirtió en la jefa de gobierno el 11 de julio. Tenía un objetivo marcado: acordar la ruta para hacer efectivo el deseo de los ciudadanos por abandonar el club.
El 29 de marzo de 2017 el gobierno británico activó con una carta a Bruselas el Artículo 50 del Tratado de la UE que rige la retirada voluntaria de un país miembro. Se inició así el plazo de dos años que debía desembocar en la salida británica el 29 de marzo de 2019.
La primera ministra adelantó las elecciones al 8 de junio en un intento de fortalecer su posición, pero el tiro le salió por la culata. Perdió la mayoría absoluta y para poder gobernar tuvo que negociar el apoyo de los 10 diputados del partido unionista norirlandés (DUP). La cuestión irlandesa se convirtió en el principal escollo en las negociaciones: Londres y Bruselas quieren que la frontera entre Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte siga abierta, pero eso encaja mal con la oposición del DUP a que los norirlandeses tengan un trato diferente al resto de británicos.
El 8 de diciembre de 2017 Londres y Bruselas lograron pactar un puñado de condiciones, pero no lo suficiente. Recién redactaron un acuerdo completo el 13 de noviembre de 2018. Esa propuesta tuvo que superar una amenaza de veto planteada a última hora por España, respecto a las relaciones con Gibraltar, pero finalmente, el 25 de noviembre, Reino Unido y los 27 firmaron el Tratado de Retirada y una declaración política sobre su futura relación.
Luego le llegó el turno a Cámara de los Comunes en el parlamento inglés. Allí se debían votar ambos textos el 11 de diciembre. Pero ante la evidencia de que se encaminaba al fracaso, May anunció un día antes que aplazaba la sesión y pediría más "garantías" a la UE. El 12 de diciembre, 50 rebeldes entre los 317 diputados de su Partido Conservador, lanzaron una moción de censura para arrebatarle el poder, pero fracasaron.
El debate se reanudó tras el receso de fin de año y el 15 de enero, ante la falta de cambios sustanciales, el acuerdo fue estrepitosamente rechazado: 432 diputados votaron en contra y solo 202 a favor. El líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, presentó una moción de censura contra el gobierno británico, que fracasó al día siguiente por una estrecha mayoría.
May obtuvo más garantías de la UE sobre la salvaguarda irlandesa, pero el Parlamento británico volvió a rechazar el 12 de marzo esta "versión mejorada" del acuerdo. Faltaban solo dos semanas para que llegue la fecha en que el Reino Unido debía estar formalmente afuera. Algo prácticamente inviable, por la falta de coincidencias en cómo retirarse. El Consejo Europeo aceptó aplazar la salida hasta el 22 de mayo, solo si Gran Bretaña aprobaba el Tratado de Retirada, dejándole de lo contrario hasta el 12 de abril para presentar una propuesta alternativa.
El 27 de marzo, mientras los legisladores británicos debatían posibles alternativas al acuerdo de May, la primera ministra reunió a sus diputados y les prometió dimitir si ellos votaban a favor y aprobaban el texto. Pero volvió a tener mala suerte. Dos días después, sus colegas conservadores rechazaron nuevamente el documento por 344 votos contra 286. May decidió entonces girarse hacia la oposición laborista en busca de un compromiso para salir del bloqueo parlamentario y, el 11 de abril, obtuvo de la UE un aplazamiento "flexible": hasta el 31 de octubre, pero con la posibilidad de salir antes del bloque si Londres encontraba una solución.
El 17 de mayo el opositor Partido Laborista se retiró de las negociaciones y sus diputados abandonaron el diálogo con May, afirmando que la creciente "debilidad e inestabilidad" de la jefa de gobierno la incapacitaba para alcanzar un compromiso. El 21 de mayo, la primera ministra anunció que convocaría a principios de junio una nueva votación para poner a consideración un cuarto proyecto de acuerdo, en el que incluía algunas de las reivindicaciones laboristas, para contar con los votos de algunos opositores. Pero los rumores de que volvería a fracasar fueron muy altos. Dos días más tarde decidió posponer esa votación. Hasta que, el 24 de mayo, con la voz quebrada y al borde del llanto, May aceptó su derrota. Anunció que dejaría las riendas del partido y del gobierno el 7 de junio abriendo la carrera a su sucesión.
FUENTE: AFP
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