"Gracias por todo" es el mensaje que publicó Rodrigo Amaral en su Instagram junto a una foto del plantel de Nacional festejando el campeonato uruguayo número 47. Una nueva despedida sin jugar, en silencio, de uno de los futbolistas que surgió en las canteras del club con enorme potencial que nunca logró cuajar en Primera división.
Amaral se va sin jugar. No tuvo participación en las últimas cuatro jornadas de Copa Libertadores ni en las últimas dos del Intermedio. El clásico lo miró desde la tribuna tomando mate, cuando en el anterior partido jugado el año pasado en el Campeón del Siglo fue una de las figuras de Nacional.
Otra vez el sobrepeso y una grave lesión (rotura de ligamento cruzado) que le demandó nueve meses de recuperación lo apartan del equipo. Su contrato vence el 31 de diciembre y no será renovado por el club.
Amaral regresó a Nacional a principios de 2019 a préstamo desde Racing de Avellaneda. En Argentina solo jugó en la Reserva, pero recuperó un peso ideal a base de entrenamientos y dieta. Los kilos de más siempre fueron un problema para el volante, figura de todas las selecciones juveniles en las que participó.
Su rendimiento en el primer semestre del año pasado fue muy bueno, con cuatro goles en el Apertura y uno en la Libertadores. Ilusionó a todos en el club. Pero en mayo, durante un partido contra Rampla Juniors en Maldonado, se rompió los ligamentos. Era su mejor momento y lo disfrutaba el equipo conducido entonces por Alvaro Gutiérrez.
Una larga recuperación que el futbolista publicó en sus redes sociales, hasta volver en febrero de 2020 contra Rentistas. Pero ya no fue lo mismo, no logró volver a su mejor nivel y cada vez entró menos en el equipo, hasta perder totalmente la consideración del entrenador. Las últimas veces que jugó se notó un incremento en su peso.
Amaral se había ido de Nacional en 2017 después de un conflicto entre el club y su representante Daniel Fonseca, quien finalmente se llevó al jugador pagando la cláusula de rescisión, no el precio que estaba estipulado en el contrato (US$ 3 millones) sino por la mitad (US$ 1,5 millones). Lo colocó en Racing donde no jugó un solo partido en un año y medio.
Su debut en Primera división fue en 2015, cuando tenía 18 años y el técnico era Gustavo Munúa. Participó bastante, hasta que regresó a Tercera división y después resolvió entrenar en Maldonado con un preparador físico personal. Hasta que partió hacia Argentina, volvió a Nacional y ahora se va nuevamente, sin los beneficios que el club en algún momento se imaginó.
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