El baile fue tricolor

Nacional ganó a lo Nacional. Jugando el fútbol que pretende Gustavo Munúa bailó a Peñarol y venció 3-1 en el segundo clásico de verano. El tricolor se repuso del golpe que significó el sorpresivo empate aurinegro cuando terminaba el primer tiempo y lo aplastó, con el plus de jugar casi 40 minutos con un jugador más por la expulsión de MacEachen.

El empate del primer tiempo solo se puede explicar desde lo imprevisible y lo dinámico de este juego. Nacional fue absolutamente superior, dominó en todos los sectores y en todos los aspectos a Peñarol, pero al cabo de los 45 minutos en el marcador de la Colombes se leía 1 a 1.

El ánimo de los hinchas cambió rotundamente. La euforia de los tricolores por la notable exposición futbolística de su equipo que se coronaba con una corta victoria por 1 a 0 con un gol de tiro libre de Sebastián Fernández a los 40', mutó repentinamente a la Ámsterdam cuando Jorge Fucile se chocó con la pelota y se hizo el gol en contra tras un tiro al medio del área de Rodrigo Viega a los 45'.

Tras un inicio titubeante en la zona defensiva, Nacional copó la cancha con autoridad. Sobresalió la exhuberancia física de los zagueros centrales (Erick Cabaco y Diego Polenta), la presencia de Gonzalo Porras y de Santiago Romero en el mediocampo, los toques de distinción de Ignacio González (ocupó el lugar de Matías Cabrera, quien no jugó por un a lesión) y el fútbol atrevido de los delanteros: Gonzalo Barcia, Sebastián Fernández y Kevin Ramírez.

Le faltó altura a Nacional en el área, pero le sobró audacia, picardía y velocidad por las bandas. Bien Barcia que generó dos faltas en el borde del área (la segunda terminó en el gol de Fernández) y muy bien Ramírez por izquierda. No solo le ocasionó problemas a Aguirregaray, sino que también colaboró y mucho en la recuperación del balón. El tricolor tuvo cinco chances claras en la primera parte, marcó un gol y Gastón Guruceaga atajó por lo menos dos de manera magistral.

El desempeño de Peñarol fue pobre. No tuvo juego por las bandas con Rodrigo Viega por derecha y Nicolás Albarracín por izquierda y tampoco se lució Diego Forlán, sin soltura para manejar el balón.

El equipo de Bengoechea defeccionó también en la zona defensiva, y se descalabrò del todo cuando resultó expulsado Emilio MacEachen por una innecesaria falta en la mitad de la cancha que le costó la segunda amarilla.

El gol del transitorio empate fue una ilusión. La realidad pronto tomó las riendas del clásico y Nacional continuó abrumando a su rival.

Con el fútbol que pregonó Munúa desde que asumió como técnico del equipo y que plasmó durante buena parte del torneo Apertura. Circulación del balón, sin desesperarse, movilidad de sus jugadores buscando el mejor pase y profundidad cuando se presentaba la oportunidad.

Así llegó el segundo gol, que contó con un remate fantástico del Colorado Romero que se metió en el ángulo. La pelota giró de un lado a otro hasta que el volante sacó el misil.

Munúa movió los cambios y le agregó velocidad al ataque con los ingresos de Christian Tabó y Nicolás López. La primera que tocó el Diente casi fue gol. En la segunda no falló. Se lanzó en carrera por el sector zurdo y no paró hasta vencer a Guruceaga con un tiro seco y rastrero.

El gol del perdón del delantero que no se fue bien del club en 2012, pero que regresó con todo en este 2016.

El partido se hizo cuesta abajo para Nacional. Munúa se dio el lujo de sacar a dos futbolistas para que reciban el cariño de la tribuna: Cabaco, de gran debut, y Romero, un predestinado clásico.

Fue fiesta con baile incluido para Nacional.