La mano izquierda de Leonardo da Vinci ha delatado al maestro: fue en su taller y muy probablemente su pincel quien dibujó la Gioconda desnuda conservada en el palacio de Chantilly y envuelta en una controversia sobre su origen.
Como otros grandes artistas de su época, Leonardo no firmaba sus obras, lo que obliga a los expertos a utilizar métodos materiales para atribuir sus cuadros controvertidos.
Han sido necesarios años de investigación a cargo de algunos de los más reputados expertos en la obra de Da Vinci de todo el mundo para determinar que este dibujo sobre cartón, que guarda un evidente parecido con el ícono del Museo del Louvre, salió del imaginario de Leonardo y, casi con toda seguridad, de su pincel zurdo.
"Los análisis muestran que la obra fue pintada en el taller de Leonardo con la muy probable participación del propio maestro", aseguró a la agencia Efe Mathieu Deldicque, el conservador del Museo Condé, que desde mediados del siglo XIX alberga el dibujo en los fondos de Chantilly, al norte de París.
"Leonardo pintó Giocondas desde 1503, estaba muy interesado en esa composición y decidió desnudarla. Para él representaba la belleza universal y, al desnudarla, quiso hacer una alegoría del amor, de la seducción", sostiene el experto.
La de Chantilly, según Deldicque, fue pintada al final de la vida del florentino, cuando la edad había dejado ya huella en su salud, estaba parcialmente paralítico, pintaba menos y lo hacía de forma muy lenta.
Leonardo quiso abrir a sus alumnos una nueva vía sobre la enigmática figura femenina que le persiguió toda su vida y que se convirtió en un ícono del Renacimiento italiano y francés.
Existen otras Giocondas desnudas en el mundo, pero en ninguna otra hay indicios de que salieran del pincel de Leonardo.
Para avanzar en la comprensión del dibujo y en el influjo que tuvo en la época, el Museo Condé va a organizar a partir del próximo 1º de junio una gran exposición, con motivo del 500º aniversario de su fallecimiento, en la que tiene previsto reunir a todas las Giocondas desnudas conocidas, sobre todo las que se conservan en el Hermitage de San Petersburgo y en el Museo Da Vinci de Toscana (Italia).
Habrá otras procedentes de Suiza, Inglaterra y Praga, asegura Deldicque, que considera "extraordinario" poder verlas todas juntas, "una oportunidad para analizarlas en profundidad, comprender todos los elementos que rodean a esta composición enigmática".
Adquirida a elevado precio por el duque de Aumale, el mayor coleccionista de Francia en el siglo XIX, las dudas sobre si correspondía a Da Vinci comenzaron en la centuria siguiente, lo que dio origen a una controversia que ahora los expertos consideran superada.
Fuente: EFE
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