Por aquello de que el Patrimonio no se valora si no se ve, y de noche realmente no se ve, si no lo iluminamos, es importante resaltar cuán necesario es para Montevideo en particular y cualquier ciudad en general tener sus edificios emblemáticos bien iluminados.
Por "bien iluminados" definimos una iluminación pensada por profesionales, como los que trabajaron en algunos de los excepcionales lugares que de noche se destacan: El Hotel Carrasco, el Mercado Agrícola, el World Trade Center , el Teatro Solís, o el Liceo Iava.
La verdad es que no todos sabrán como iluminar bien una fachada pero seguro todos admiran una bien diseñada en cuanto a lo lumínico. De hecho la (buena) iluminación puede levantar un
diseño sin particularidades como pasa genialmente en las geometrías del World trade Center o su ausencia obviar el que recientemente se haya hecho una reforma intensiva, como en el Cabildo, tal como posteó recientemente @turistaenuruguay en Instagram.
Un desperdicio de fachada preservada, de edificio emblemático, bien conservado, en lugar estratégico que con algunos puntos de iluminación bien pensados puede resaltar al máximo ese trabajo realizado, y colaborar a la percepción general de la Plaza.
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Hay muchísimos lugares emblemáticos de Montevideo que no tienen un solo punto de referencia lumínica ya no hablemos de un diseño integral. Podemos citar a la propia Plaza Independencia (ninguno de sus edificios lindantes tiene diseño lumínico de fachada y si lo tienen, 99% de las veces no está activo, sumado a que la plaza cuenta con muy pocos puntos de luz, el resultado es muy pobre. A la Plaza de los 33 se le agregó un diseño de fachada del BROU inspirado en Las Vegas (Era necesario?) , la Plaza Matriz tampoco tiene, aunque sea, su fuente resaltada.
El tener calles que cuenten con varios mojones debidamente iluminados conforman recorridos interesantes y dinámicos que turística y comercialmente hacen que la gente quiera permanecer allí y no pasar lo más rápido posible. Cuando uno multiplica una calle por un barrio o una ciudad entera da como resultado, la percepción que los visitantes tienen cuando la recorren.
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Algunos de los beneficios inmediatos de contar con una iluminación superior:
- Aportar estética y resaltar características arquitectónicas
- Preservar seguridad del entorno
- Generar un polo de replicación para otros edificios que van surgiendo
- Promueven generación de circuitos comerciales y turísticos donde la gente quiere permanecer y no sólo ir de paso.
- Cuando se trata de un edificio corporativo, marcar presencia a distancia.
Como establecía el pionero del diseño de iluminación
Richard Kelly que trabajó con Maestros del Movimiento Moderno como Mies Van Der Rohe, por los años 50, hay tres niveles de iluminación: el que sirve para "ver" (vinculado a iluminación general más de orientación), otro para "contemplar" (más focalizado y diferencial) y un tercero, superior, más escenográfico.
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Gran parte de los edificios y espacios públicos locales ni siquiera llegan al mínimo digno para esa primera categoría "funcional", ya no hablemos de acentos estéticos o ambiciones más intensivas.
Qué tal si apostamos a una ciudad que invite a sus visitantes y los propios habitantes, a recorrerla, admirarla, y reconocer su acervo arquitectónico? A veces no son necesarias grandes ni millonarias obras de infraestructura para hacer feliz a la gente: sólo pequeños acentos para acondicionar cosas que están pero deben mejorarse.
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De esa forma, tal vez, un poquito de lo que admiramos en las ciudades de primer mundo podamos instrumentarlo por aquí y ofrecer una vidriera más digna de todo lo valorable de nuestra ciudad.