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El factor humano: ¿qué está pasando por la cabeza de Sendic?

"Me está juzgando gente que no es mejor que yo", se quejó el vicepresidente
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09 de septiembre de 2017 a las 05:00
Su propia fuerza política lo está dejando cada vez más solo o, al menos, solo rodeado por su familia, sus dirigentes más leales y, cuando sale a la calle, por sus guardaespaldas. En los medios de comunicación y en las redes sociales, políticos y gente del llano lo insultan, le toman el pelo, lo desprecian. "¿Cómo querés que esté? Ahí anda, tratando de no aflojar", dice un allegado al vicepresidente Raúl Sendic cuando se lo consulta por el estado de ánimo del líder de la lista 711.

Mientras rumia en su cabeza sus próximos pasos, Sendic siente que lo están tomando como chivo expiatorio de un sistema político que, poco menos, lo ha convertido en la personificación de la corrupción, de la ineficacia y la mentira.

Sabe que la decisión de seguir adelante a como dé lugar puede otorgarle argumentos a sus muchos detractores para que, además, lo señalen como un hombre obcecado, capaz de perjudicar a su partido con tal de amarrarse al poder. En cambio, renunciar a la vicepresidencia lo hará pasar a la historia de la peor manera y el golpe, después de haber volado tan alto, podría ser brutal. Si se va, se convertiría en la versión uruguaya de esos presidentes argentinos que han despegado del helipuerto de la Casa Rosada acosados por el repudio popular.

En una nota publicada por el diario La Nación acerca de la vida de los políticos luego de ser expulsados del poder, se aborda el caso de Graciela Fernández Meijide, la exministra de Desarrollo Social del presidente Fernando de la Rúa quien tuvo que escaparse de la presidencia argentina durante la crisis de 2001.

"Dejar el cargo es como si vinieras en un Fórmula 1 y de repente te chocás contra una pared", dijo Fernández Meijide quien agregó que el hecho de volver al llano no la tornó invisible. Por el contrario, temía que la gente la agrediera por la calle. La dirigente argentina tuvo que recurrir a la terapia para salvarse de la depresión.

Sobre Meijide pesaba, además, la responsabilidad ética de ser madre de uno de los miles de desaparecidos durante la dictadura. Sobre Sendic, planea la sombra de su padre, el guerrillero tupamaro Raúl Sendic Antonaccio, tomado como ejemplo por más de una generación de izquierdistas. La sangre también puede ser una pesada herencia.

En una de esas tantas reuniones que en las últimas semanas mantuvo con sus allegados, Sendic se quejó ante lo que, considera, es una injusticia mayúscula. "Me está juzgando gente que no es mejor que yo", dijo. El factor humano, con sus egos, sus vergüenzas y sus dignidades también está jugando su rol en estas horas de definiciones.

Si Sendic se va de la vice presidencia ¿le reconocerán el gesto? ¿qué será de él cuando ya no corra en ese metafórico Fórmula 1? ¿qué será de la suerte de aquellos que lo acompañaron hasta el último momento? Si se queda, ¿le cobrarán la cuenta de una eventual derrota electoral del Frente Amplio?
Todo eso, y muchas cosas más, deben pasar por la cabeza de Sendic cuando en la alta noche lo asalta la duda.

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