El financiamiento de los partidos

La corrupción de las campañas electorales no tiene ideología; es un mal que sufren naciones desarrolladas como no desarrolladas, que afecta la reputación de los partidos y también la popularidad de los gobernantes. Hay evidencia de cómo el lavado de activos y otros actos delictivos pueden contaminar a la actividad política.

La alta percepción de corrupción –que involucra la captación de fondos para las campañas electorales– es particularmente grave en América Latina, donde se presenta como una enfermedad muy extendida que corroe el funcionamiento de las instituciones democráticas. 

En ese sentido, Uruguay se destaca por ser uno de los países con menos problemas de corrupción, según surge de los estudios de Transparencia Internacional. Con una ley sobre el financiamiento de las campañas podría mejorar su puntaje actual de 70 sobre 100.

La corrupción de las campañas electorales no tiene ideología; es un mal que sufren naciones desarrolladas como no desarrolladas

Estamos ante un tema muy sensible para la legitimidad democrática. Más o menos recursos que logren captar los partidos para financiar estrategias de publicidad política afecta el grado de apoyo de los votantes. Es muy difícil, por no decir imposible, que un candidato obtenga una gran adhesión electoral sin dinero para realizar una campaña que incluya la publicidad en los diversos medios de comunicación.

Pero no cualquier proyecto es apropiado para desestimular el mal uso del dinero en la política. En primer lugar, debería ser uno que tenga el más amplio apoyo político de las fuerzas con representación parlamentaria y, por otra parte, que la propuesta de regulación realmente contribuya a combatir la corrupción.

En ese sentido, nos parece inconveniente que el Frente Amplio pretenda avanzar en solitario en su proyecto de financiamiento de partidos políticos, con media sanción y a estudio de la Cámara de Diputados, con un mínimo apoyo parlamentario.  

Un proyecto de esa naturaleza debería concitar una fuerte adhesión política. Hay dos poderosas razones para que el proyecto del Frente Amplio se postergue hasta el próximo período de gobierno: el probable cambio de relación de fuerzas en el Poder Legislativo en las elecciones de octubre y que la iniciativa no tendrá vigencia en los comicios de este año.

Parece inconveniente que el Frente Amplio pretenda avanzar en solitario en su proyecto de financiamiento de partidos políticos con un mínimo apoyo parlamentario

Una ley de financiamiento electoral nunca es inocua. La mejor ley es la que logre una mayoría muy evidente entre los partidos. La propuesta del Frente Amplio por ahora solo refleja el sentir del oficialismo y no recoge el punto de vista de buena parte de la oposición que entiende que el proyecto tiene fallas porque premia excesivamente al partido ganador y dificulta la visibilidad a las minorías con representación parlamentaria.

No sería saludable para la democracia que se establecieran reglas de juego para la competencia electoral que no representen a una evidente mayoría parlamentaria.