El fútbol volvió a estar ausente

Otra vez el partido entre Peñarol y Nacional, entre Nacional y Peñarol, fue la sublimación de lo rutinario y mediocre, con un juego impreciso, previsible y aburrido que volvió a demostrar que en cuanto a torneos locales, el fútbol uruguayo debe figurar entre los peores del mundo. Nada de técnica, de dinámica, de dribbling y vértigo, de algo con fantasía que saliera del libreto de lo mismo de siempre para este tipo de encuentro, en los cuales, tal como lo venimos viendo de un tiempo a esta parte, el espectáculo es de pobrísima factura y carece de entretenimiento. Si fuera una película o una obra de teatro el público posiblemente silbaría durante y después de terminada la obra.

Otra vez el partido entre Peñarol y Nacional, entre Nacional y Peñarol, fue la sublimación de lo rutinario y mediocre, con un juego impreciso, previsible y aburrido que volvió a demostrar que en cuanto a torneos locales, el fútbol uruguayo debe figurar entre los peores del mundo.

Tal como había pasado en el clásico por el torneo apertura, el fútbol fue el gran ausente, pues ni siquiera los dos goles, producto más bien de dos fallas defensivas, sirvieron para maquillar la pobreza generalizada y total que caracterizó a un partido para el olvido. Fue tanta la ausencia de fútbol, que ni la pasión y el fanatismo por los respectivos clubes sirvieron para paliar la sensación de permanente aburrimiento que recorrió implacable los 90 minutos más los descuentos del partido. En su libro más conocido, La vida: instrucciones de uso, Georges Perec escribe: “Lo que ocurre cada día y vuelve cada día, lo trivial, lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infraordinario, el ruido de fondo, lo habitual, ¿cómo dar cuenta de ello, cómo interrogarlo, cómo describirlo?”. Así fue lo del sábado: lo “infraordinario” imposible de describir. Si no fuera porque estaba en juego un campeonato, cualquiera podría haber dicho que se trataba de un partido amistoso en el que estaban probando jugadores, o uno de la B en el que se decidía el descenso de uno de ellos a la serie C.

Luego del partido, El Observador tituló la nota informativa en la página digital: “Un empate clásico con gusto a poco”. Poco fue poco. Fue un clásico con gusto más bien a nada. Lo ya dicho: considerando que prácticamente se definía el campeonato, resulta difícil de entender, por lo que la decepción se carga de interrogantes que buscan entender el constante reinado del mal fútbol. ¿Son incompetentes los técnicos, malos y con escasísima preparación técnica los jugadores, incapaces de poder hilar cuatro o cinco pases seguidos? ¿Ambas cosas? Como en los accidentes aéreos, varios factores coinciden para impedir que el fútbol uruguayo pueda salir del pozo. El decepcionante partido sirve para explicar por qué hace más de 30 años que ninguno de los dos clubes grandes gana la copa Libertadores.

Luego del partido, El Observador tituló la nota informativa en la página digital: “Un empate clásico con gusto a poco”. Poco fue poco.

A pocas semanas de terminado el reciente mundial de Rusia, Uruguay figuraba en el quinto lugar del ranking de FIFA en cuanto a selecciones. Viendo el partido de antes de ayer, queda claro que la valoración de la FIFA nada tiene que ver con lo que sucede en las canchas uruguayas.