Por Cecilia Pérez
Que la situación de nuestro planeta no es de las más auspiciosas es difícil de negar. Las señales están a la vista: eventos climáticos extremos, terribles inundaciones y sequías en diferentes partes, derretimiento de glaciares, etcétera.
Pese a eso, nos engañamos en el enfoque al hablar de ayudar al planeta cuando debemos centrarnos en no seguir agrediéndolo porque lo que está en juego no es la vida de la Tierra sino que siga siendo posible nuestra permanencia en ella.
Thomas Berry decía: es imposible que exista una humanidad sana en un planeta enfermo. Pienso que debería llamarnos a reflexión cuando aparece alguien como Greta Thunberg, cuya preocupación por la situación actual la llevó con solo 15 años a plantarse sola frente al Parlamento sueco con un cartel que decía “Huelga escolar por el clima”, con el que puso una revolución en marcha.
Sus convicciones han sido tan firmes que la llevaron a recorrer en el último año miles de kilómetros, negándose a utilizar el avión para no aumentar la contaminación. Esa admirable joven ha repetido que no pretende que la escuchen a ella sino a los informes de los científicos que hablan de la alarmante situación mundial. Además, en la cumbre de Madrid sobre el clima,invitó a los jóvenes ecologistas a exponer sus ideas negándose a ser la protagonista.
Creo que cualquiera con hijos de 16 años sabe que esa no es la conducta común en una adolescente, y que se necesita mucha determinación y fortaleza interior para hacer lo que ella ha venido haciendo.
Pero, en vez de analizar la veracidad de su mensaje, hubo una enorme mayoría que decidió criticarla como persona, entre ellos notorios jefes de estado, algunas veces de manera muy cruel y tejiendo todo tipo de difamaciones acerca de ella. Entiendo que alguien que tiene un sentido ético y una madurez que falta en muchos dirigentes políticos a nivel mundial no debería ser tratada con tanta desconsideración e irresponsabilidad. Greta vino a recordarnos nuestro error: creer que la Tierra es nuestra cuando en realidad nosotros somos solo una parte de ella, pero la que le ha provocado el mayor daño.
Por el bien de las futuras generaciones, esperemos estar aún a tiempo de corregir esto y que surjan muchas Gretas, para no permitir que lo olvidemos.
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