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El plástico en la moda

Según datos de Greenpeace España, se estima que en 2020 se superarán los 500 millones de toneladas anuales. ¿Qué papel juega la industria de la moda en relación a su producción y reciclaje?
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01 de noviembre de 2018 a las 05:00

[Por María Eugenia Maurello]

El uso y la generación de materiales es una buena manera de considerar la historia más reciente y revisitar cómo se pasó de lo natural a lo industrial y qué costo tuvo ese recorrido. En este contexto, el plástico fue sin dudas uno de los materiales que signó el siglo XX, el mismo que hasta el día de hoy interviene en la vida cotidiana de todos los mortales. Es un hecho: hay plástico por todos lados y su uso está absolutamente naturalizado por personas de diferentes generaciones, extracciones sociales y formaciones. Se utiliza plástico en todo tipo de objetos, para herramientas, útiles escolares, juguetes, utensilios de cocina, packaging de diferentes tipos de productos y vestimenta, entre otros artículos. Durante décadas, el plástico contó con buena prensa y entre sus cualidades se destacaron la durabilidad, la flexibilidad y la ligereza. Lo cierto es que la utilización tan expandida no resultó para nada gratuita y el inevitable reverso es el resultado cada vez más preocupante de la creciente contaminación. “Al igual que su producción, el aumento de residuos de plástico se ha incrementado de forma dramática, —comenta Silvia Gómez, coordinadora de Greenpeace Colombia—; como consecuencia de una mala gestión de los residuos o de su abandono, unos 8 millones de toneladas de plásticos acaban en los mares y océanos anualmente”. La experta comenta además que, aunque hasta el momento se desconoce la cantidad exacta que está en los mares, se estima que se tratan de entre 5 y 50 billones de pedacitos de plástico, sin incluir los trozos que hay en el fondo marino o en las playas.

¿Hacia la plastificación?

En la industria de la moda el uso del plástico no solo prevalece, sino que es postulado como tendencia por marcas de referencia internacional. Esto se da —paradójicamente— al mismo tiempo que se conocen los informes sobre el tema. ¿Casualidad? ¿Efecto contrario? ¿Cuál puede ser la explicación para que se haga caso omiso y se proponga el plástico como si fuese lo mejor del planeta? Quizá todas esas preguntas pueden encontrar respuesta en que esta industria es la segunda más contaminante del mundo después de la del petróleo.

Varias firmas invitan a usar plástico como material vestible, ya sea en ropa, accesorios o carteras. Así pudo verse al menos desde el último año, cuando para la colección presentada en febrero del 2017, Raf Simons, en su debut en Calvin Klein, mostró abrigos recubiertos con vinilo. O la ya clásica Chanel, conducida por Karl Lagerfeld, que no solo incluyó accesorios en plástico, sino que además sumó zapatos y prendas que combinan el plástico con otros materiales. Céline (ahora Celine, sin tilde) propuso una bolsa de plástico como las usadas en el supermercado pero transparente y en un material más resistente que las de las compras. Esa bolsa, transmutada en cartera, vendida a más de 400 euros, fue objeto de deseo —y adquisición en muchos casos— por influencers y fanáticas de la moda. Este nuevo fetiche traslúcido permite que además se vea todo lo que la portadora o el portador de la bag lleva adentro. Así es que, con este producto, al síndrome de andar liviano se suma la obsesiva necesidad por exhibir aun lo más íntimo, aquello que se lleva adentro de la cartera. Otro dato a tener en cuenta es que este nuevo capricho demuestra una vez más como lo ordinario, lo de todos los días, también puede convertirse en moda. Así lo hizo Demna Gvasalia, el irreverente director creativo de Balenciaga, que en uno de sus típicos recursos irónicos logró poner en escena aquello que podría estar en las antípodas del podio fashion. Incluyó en su colección una bolsa cuadrada, rayada, multicolor, de buen tamaño, de esas que pueden ser adquiridas por apenas centavos como si se tratase de un producto de lujo que, por supuesto, la marca vende a miles de euros.

Este es el panorama actual, las firmas insisten en el uso de la vestimenta plástica en gabardinas, faldas, pantalones y camperas en un guiño, incluso, a tendencias de otras épocas. “En su carácter de representante simbólico de los avances tecnológicos, el plástico mantiene en el imaginario de la moda las connotaciones que le fueron otorgadas en las décadas de 1960 y 1970, cuando las fibras sintéticas, como el poliéster y el nailon, fueron incorporadas masivamente a la producción”, explica Natalia Nupieri, del Observatorio de Tendencias del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) de Argentina. “En estos años, con un sistema de la moda aún sólido y coercitivo, firmas como Paco Rabanne, Courrèges y otras impusieron los vestidos espaciales metalizados y plásticos, con botas y viseras en vinilos y acrílicos, que referían a los exitosos viajes realizados por la NASA”, agrega.

Según la especialista, este material representó el avance industrial y tecnológico, y al mismo tiempo un universo de protección. “Estas construcciones simbólicas permanecen aún hoy vigentes y se retoman casi 50 años después en las pasarelas internacionales”, explica. El caso es que, tanto en la década de 1970 como ahora, la consecuencia sigue siendo la misma o aún más grave; todos estos productos, hechos con distintos tipos de plástico, podrían tardar cientos de años en biodegradarse (más de 100 las bolsas de polietileno y hasta 1.000 las botellas hechas con plástico PET). A eso se suma que, al igual que pasa con algunos artículos que se usan por única vez o que su uso es acotado, en la moda el imperativo de la denominada fast fashion hace que todo vaya muy rápido y que artículos que podrían usarse durante años finalmente terminen teniendo una vida útil muy corta y queden arrumbados en el ropero.

Grietas plásticas

Mailen Calvo

En medio de esta hegemonía del plástico existe una contracorriente conformada por aquellos que presentan alternativas pensando en cómo reutilizar el material ya existente. Justamente ese es uno de los problemas principales a afrontar: qué se puede hacer con lo ya generado. Al momento, el reciclaje es la solución. Gómez antes que nada alienta a “usar bolsas de tela para evitar pedir las de plástico, utilizar botellas de vidrio y recargarlas, no usar sorbitos, no comprar platos, cubiertos y vasos de plástico para nuestras reuniones. Intentar comprar en marcas que no usen envoltorios de plástico o en ferias”, y reconoce que “si no se pudo evitar usar una bolsa o botella de plástico, hay que tratar de reutilizarla”. Aunque esto último pueda parecer tan simple, implica un cambio cultural en un doble sentido: por un lado, resulta fundamental el trabajo de aquellos que piensan y generan los objetos usados en una comunidad y a su vez es indispensable la toma de conciencia por parte del consumidor. Sobre este punto, Nupieri asevera: “Lo que hoy está en discusión no es tanto el uso en sí del material, sino la continuidad de su producción. Podemos abastecer de protección, impermeabilización, envasado y traslucidez a toda la población mundial con lo que hasta hoy llevamos producido de este derivado del petróleo, pero el desafío es poder reusarlo, aprovechar su existencia y su larguísimo ciclo de vida, descubriendo formas de regenerarlo y transformarlo con el menor impacto posible”.

Diseñadores de indumentaria, accesorios y otros objetos ya están indagando y trabajando en nuevos desarrollos con plástico usado. Pionera en la tarea del diseño sostenible es la reconocida Stella McCartney (de la marca homónima) que se asoció con la organización Parley for the Oceans para desarrollar calzado deportivo para la línea que hace especialmente en fusión con Adidas. Trabaja con el plástico de las botellas PET que fueron arrojadas al mar. Vale el dato además que la firma alemana de ropa deportiva se comprometió a utilizar solo plástico reciclado tomando como meta el 2024.

En Montevideo la marca Gaia, comandada por Agustín Petronio y Denise Rozza, ambos estudiantes avanzados de diseño de la Escuela Universitaria Centro de Diseño (Udelar), desde el 2016 realiza productos con materiales reutilizados, entre ellos el nailon, ahora transformado en materia prima. “Busca introducir en el mercado una alternativa que contenga conceptos de concientización y lo hace creando prendas de alta calidad a partir de materiales reciclados”, dice Rozza. “Gaia combina el consumo de ropa con el cuidado del medioambiente y la utilización de mano de obra artesanal nacional, con el mínimo costo energético, de una forma que permite maximizar dichas aristas”. Así es que, a los plásticos utilizados en los diseños, los combinan con otros materiales (lana, algodón crudo, hilados. telas de prendas antiguas) y técnicas ancestrales. Este dúo creativo obtuvo el segundo puesto del concurso Lúmina del año pasado, que les permitió viajar a la edición 2017 de New York Fashion Week y dar a conocer su trabajo en la escena grande del mundo de la moda.

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Mailen Calvo, diseñadora de indumentaria argentina, graduada en la Universidad de Buenos Aires (UBA), se propuso diseñar con material sostenible, y en el plástico que la rodeaba encontró una buena opción. Trabajó con un grupo interdisciplinario en la Fábrica de Diseño e Innovación que funciona en el predio de Tecnópolis, bajo la órbita de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. A partir de esa experiencia es que pudo experimentar y generar una especie de textil plástico. Lo hace con envoltorios enteros (de sachets, por ejemplo) para la superficie, y otros plásticos cortados que son usados como relleno. Primero limpia el plástico con alcohol y después arma una plancha uniéndolo a través de un sellado. Posteriormente lo apoya sobre una matriz con la trama calada y lo sublima. Con el calor y la presión da lugar a un material con aspecto de matelassé. Con ese resultado liviano, resistente e impermeable, realiza chalecos, camperas y bolsos, entre otros productos. Otra diseñadora graduada de la UBA y miembro de la Asociación de Moda Sostenible Argentina (Amsoar), que también trabaja con sachets de leche y yogur, es Carolina Etchevers, a quien la preocupación por la cantidad de residuos que generaba en su casa la llevó a investigar la posibilidad de reutilizar el plástico en sus diseños y que además reemplazara al cuero. Tras una intensa investigación realizada en Casa Textil (el reconocido taller de la diseñadora Araceli Pourcel) pudo alcanzar el desarrollo que buscaba. “El polietileno de baja densidad (LDPE) es un material termoplástico moldeable que puede volver a fundirse una vez que ha tomado la forma, manteniendo sus características plásticas y deformables en altas temperaturas. Esto permite aprovechar los desperdicios al máximo”, comenta Etchevers. Ella diseña mochilas y accesorios a los que les da color utilizando foils dorados, plateados y cobre, que también los aplica sometiéndolos a la acción del calor.

El rubro de los objetos para la casa y mobiliario es otro en el que ya existen desarrollos de diseño a partir de material reutilizado, como pueden ser las tapitas de las botellas de plástico. Eso hace Mutan, el emprendimiento liderado por los diseñadores Sergio Fasani y Luciano Bochicchio, quienes son parte del Centro de Emprendedores de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA. Realizan lámparas con esos plastiquitos reunidos de a toneladas por la Fundación Garrahan, que ayuda al hospital de la ciudad de Buenos Aires especializado en pediatría. Para cada lámpara usan 600 tapitas y hasta el momento ya reciclaron alrededor de 800.000, el equivalente a 1.850 kilos de plástico. A eso hay que agregar que este proceso representa un ahorro de 1.700.000 litros de agua que se utilizarían para fabricar plásticos nuevos. “Creemos que son objetos concientizadores, transmiten un mensaje. La gente cuando se encuentra con un producto de Mutan percibe una textura a la que no está acostumbrada”, explica Fasani. “A partir de ahí, se hace preguntas, hasta que descubre de dónde viene el material y eso hace que cierre el círculo del plástico en la cabeza del consumidor”.

Mutan

Alarma en los océanos*

• 8 millones de toneladas de plástico por año

• 200 kilos de basura llegan por segundo

• Entre 5 y 50 billones de fragmentos de plástico es lo estimado

• 80% del total proviene de la tierra

• 70% queda en el fondo marino, 15% en la columna de agua y 15% en la superficie

• 5 islas de basura distribuidas en los océanos: Índico (1), Atlántico (2) y Pacífico (2)

*Fuente: Greenpeace.org

 

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