Opinión > EDITORIAL

El poder de la libertad

Para llegar al éxito como Chile, es necesario creer en la libertad
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22 de junio de 2019 a las 05:00

Chile es hoy el mejor ejemplo de que la economía no miente, diría el economista liberal francés Guy Sorman. Es la comprobación de que las fortalezas de un país dependen de buenas prácticas de política económica, y que, además, en un contexto de incertidumbre y de desaceleración mundial, como el actual, contribuyen a evitar el descalabro que provocan los gobiernos necios que, pese a la experiencia histórica, creen que el Estado es un instrumento adecuado para engendrar prosperidad. 

La Venezuela chavista es el ejemplo extremo del desastre que provoca la intervención del Estado en la economía. Los problemas de este país caribeño se agravaron bajo la gestión de Nicolás Maduro, pero comenzaron con el llamado Socialismo del siglo XXI del extinto líder Hugo Chávez. Es cierto que la corrupción profundizó la crisis, pero la raíz de los males estuvo en un proyecto trasnochado y comprobadamente nefasto no solo para la marcha de la economía.

Está más que comprobado que el crecimiento económico genuino está altamente asociado al buen funcionamiento del capitalismo de mercado -y de un comercio abierto al mundo-, en el cual Estado tiene un importante papel regulador de la actividad económica y garante de que no ocurran conductas anticompetitivas. 

Desde que el liberal Sebastián Piñera llegó al Palacio de la Moneda, Chile ha recuperado la pujanza de los mejores años de los gobiernos de la izquierda moderada trasandina tras el fin de la dictadura. En 2018 registró un aumento del PIB de 4% -la mayor suba en cinco años-, aunque este 2019 seguramente termine con una tasa de crecimiento un poco menor, pero continuará por encima del promedio de la región. Una inflación interanual a mayo de 2,3% y un déficit fiscal estimado en menos de 2% al final del año (en 2018 fue de 1,7%) muestran una economía robusta, sobre todo en comparación al resto de los países de la región, pese a los contratiempos del mercado mundial. 

El gobierno chileno tiene todavía algunos retos pendientes para fortalecer más a la economía –y poder llegar a la meta de crecimiento anual de 5%– como reformas para mejorar la productividad empresarial –que incluyen reformas microeconómicas– y la flexibilización de leyes de regulación del mercado de trabajo que permitan bajar una tasa de desempleo de algo menos de 7%. Todos los planes pendientes están relacionados a garantizar más libertad al mercado. 

El destacado sitial logrado por Piñera ya es importante. El Fondo Monetario Internacional reconoció recientemente los sólidos fundamentos económicos de Chile, así como la estabilidad de entorno institucional y políticas macroeconómicas acertadas, que explican que sea uno de los países más dinámicos de la región. 

El gobierno chileno vuelve a demostrar, como ya lo hizo en la década de 1990, que los mejores aliados de la pujanza económica son una celosa política macroeconómica, especialmente de responsabilidad fiscal, sin miedo a competir en el mundo y reglas de juego claras para el sector privado, sumado los programas sociales que exigen contrapartidas a los beneficiados.

El camino exitoso de Chile no es un secreto. Pero hay que creer en el poder de la libertad. 

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