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El Uruguay “en obra”: grandes planes para 2019

La incidencia en un año electoral de la construcción de rutas, escuelas, liceos, jardines, polos deportivos, CAIF, locales de UTU, puentes, viaducto, calles…
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10 de noviembre de 2018 a las 05:04

Al gobierno de Tabaré Vázquez, y al Frente Amplio como partido político, le llegará a tiempo el shock de obras públicas que se viene para los próximos meses, como para revertir el pesimismo económico de los uruguayos?
Kilómetros de rutas en todo el país, escuelas, liceos, jardines para preescolares, centros de capacitación de oficios, locales de apoyo a infancia, polideportivos, ferrocarril y obras conexas, puerto nuevo y otro muelle, un viaducto de gran magnitud, decenas de calles, infraestructura hospitalaria, decenas de puentes; todo eso tendrá impacto significativo en la demanda de mano de obra, en el nivel de actividad económica y posiblemente en el ánimo de muchas familias.

No faltará el que acuse al gobierno de haber dejado todas esas obras para el final, como para que justo arranquen en tiempos en que la gente define su voto, y los indecisos o los que dicen que votarían en blanco, deban llegar a una decisión personal: ¿continuidad o cambio?
La realidad muestra otra cosa: tantas obras quedan concentradas para el próximo año, porque se demoraron demasiado, no por intencionalidad política sino por una conjunción de burocracia, problemas de gestión y dificultades propias de procesos complejos de inversión.

El gobierno quiso –y debió– haber comenzado antes con todo eso. Lo precisaba para que la demanda de obreros se diera en plazo más prolongado y amortiguara los problemas que se dan en el mercado, como ha quedado expuesto este jueves con la encuesta de hogares.
Para el gobierno era mejor, mucho mejor, haber tenido obras antes y poder cortar cintas de inauguraciones en el año que viene, y no dejar todo eso para la próxima administración.

Los uruguayos transmiten una doble inseguridad: una vinculada al temor de ser víctimas de delitos, y otra de tipo económico, sobre el puesto de trabajo e indirectamente el empleo. 

Los que no tienen trabajo, sufren por no conseguirlo, y muchos que lo tienen, temen perderlo o terminar aceptando rebajas salariales o de beneficios para conservarlo.

No hay crisis y no hay recesión generalizada, pero hay varios sectores afectados en producción o ventas, y eso se nota. 
No llegan a dos personas de cada diez los que creen que la situación económica es “buena” o “muy buena”, y aunque el gobierno tiene mediciones de opinión pública que así lo muestran, las autoridades no leen bien esos números.

No hay crisis y no hay recesión generalizada, pero hay varios sectores afectados en producción o ventas, y eso se nota.

Además, la falta de comunicación interna en el oficialismo deriva en problemas de comunicación hacia la gente.
Como ejemplo, el diputado Óscar Groba (de espacio 609; MPP y aliados), celebró en redes sociales el dato de inflación de octubre, diciendo que la tasa anual “bajó por tercer mes” y agregó: “Pero para los blancos la economía está mal!”

No es “para los blancos” que “la economía está mal”; es para la gente.
Los que creen que la economía está “mal” o “muy mal” se ubica en casi 50%, mientras que los que ven que está “bien” o “muy bien” no llegan sumados a 20%.

El Índice de Confianza del Consumidor que se hace con encuestas de Equipos Consultores y otros indicadores de esa naturaleza que maneja el propio gobierno, concluyen con contundencia que los uruguayos están en “pesimismo”, tanto por la visión de lo que está pasando, como por lo que esperan para próximos meses.

O sea, que no sólo hay una evaluación negativa de la gente sobre la gestión gubernamental, sino que hay escasa confianza de que se pueda revertir la situación antes de las elecciones.
Sin embargo, en materia de rutas nacionales el próximo año se deberá estar inaugurando el primer paquete de un portafolio de carreteras e iniciando al menos cuatro de seis proyectos.

A eso se suma el comienzo de obras de los proyectos de infraestructura educativa: (i) 44 Jardines prescolares, y 15 CAIF; (ii) 23 escuelas, 9 polos, 10 polideportivos, (iii) 27 centros CAIF y 15 escuelas y (iv) 42 liceos y 16 UTU.
El último tramo de esos centros educativos, el de liceos y locales de UTU, es por unos US$ 130 millones, pero es probable que no haya tiempo para arrancar en 2019.

El proyecto del ferrocarril central implica una inversión de US$ 1.000 millones, y tiene una magnitud tal, de lo que no hay muchos antecedentes.
Los nuevos accesos al Puerto de Montevideo, con un gran viaducto, la terminal portuaria para la exportación de celulosa a producir en el centro del país, otras obras portuarias, casi medio centenar de puentes en el interior y gran cantidad de obras viales en la capital, implican un shock para el sector de la construcción.

El proyecto del ferrocarril central implica una inversión de US$ 1.000 millones, y tiene una magnitud tal, de lo que no hay muchos antecedentes.

Y en el equipo económico estiman que –sin incluir las obras de la IMM– el conjunto de planes antes mencionados (los que podrán concretarse) “deberían contribuir aproximadamente en 0,3% adicional al crecimiento del PIB el año que viene”.
Esta semana se conocieron dos datos que refuerzan la idea de preocupación económica: la Tasa de Empleo volvió a bajar y la tendencia muestra un problema. Dicho nivel de ocupación, en promedios anuales, había llegado a 60,4% en el 2014, pero luego fue en baja: 59% en 2015, 58,4% en 2016, 57,9%% en 2017 y el promedio de enero-setiembre de este año da 56.9% (el último dato mensual dio 56,4% en setiembre).

Además, el dato de Ingreso de los Hogares mostró que el promedio de familias uruguayas tuvo una pérdida de poder adquisitivo importante en julio-setiembre, y en lo que va del año, la baja es de 1,2%.
La construcción genera trabajo, dinamiza a otros sectores que están vinculados a esa actividad, y derrama efectos en comercios y servicios. El impacto de esos planes se verá en parte en 2019, lo que podrá mejorar la aprobación de gobierno y el humor económico de muchas familias.

¿Llegará a tiempo y será suficiente para revertir tendencias de opinión negativa hacia el gobierno? Sólo el tiempo tiene respuestas para esa pregunta, aunque la mirada pesimista está instalada hace ya tres años. 

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