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En América Latina, el rescate bancario recaería aún en los contribuyentes

Las economías latinoamericanas son más vulnerables a los riesgos bancarios y financieros que en los años de la crisis financiera.
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17 de octubre de 2018 a las 15:10

Por Ricardo Aceves*

A principios del 2008, cuando ya había comenzado a desarrollarse en Estados Unidos la crisis financiera, en un diario financiero estadounidense Cate Ambrose, Presidenta y Directora Ejecutiva de la asociación Latinoamericana de Capital Privado y Capital de Riesgo, afirmaba sobre los riesgos para Latinoamérica:

“A finales de julio [2007] cuando el pánico se extendió desde los mercados de crédito estadounidenses al mercado accionario, ciertos administradores veteranos de fondos latinoamericanos se preparaban para lo peor. Estos, acostumbrados a ciclos impredecibles de volatilidad y confianza de los inversores, sólo podían esperar que los fundamentales económicos—altas reservas internacionales, bajo endeudamiento, exportaciones en auge, sólida demanda doméstica e inflación y tasas de interés estables en Brasil, Chile, Colombia, Perú y México—harían la diferencia esta vez. En agosto, cuando los mercados de valores de la región cayeron en picada desde niveles históricos para luego recuperarse, el amplio consenso entre los analistas y la prensa financiera fue que América Latina estaba mejor posicionada que en el pasado para sobrellevar una crisis financiera internacional”.

Efectivamente, las economías en América Latina se encontraban mejor preparadas para afrontar la crisis financiera global, y sus mercados de crédito y financieros evitaron en gran medida efectos de contagio, provocando que, en 2010, la economía regional se recuperara rápidamente. Incluso, en septiembre de ese mismo año, la revista The Economist declaraba en su portada: “El Patio Trasero de Nadie: El Ascenso de América Latina”.

A nivel global, las consecuencias de la crisis financiera pusieron bajo la lupa el papel que deberían asumir los gobiernos cuando sus sistemas bancarios afrontaran dificultades. Y los principales factores que atrajeron la atención fueron el riesgo moral y los costos de rescatar bancos en quiebra a expensas de los contribuyentes. Como consecuencia, el gobierno de Estados Unidos y varios países europeos dieron el paso para cambiar sus marcos regulatorios para gestionar quiebras bancarias y adoptar los Regímenes de Resolución Efectivos (RRE), conocidos como regímenes de perdidas compartidas (bail-in, por sus siglas en inglés) con lo cual se dejó de recurrir a los recursos provenientes de los impuestos.

En esencia, cuando un banco entra en un proceso de suspensión de pagos o en quiebra, los, los RRE se dirigen hacia los acreedores para que compartan las pérdidas de manera parcial o total. Debido a ello, ahora es prácticamente improbable que los gobiernos de estas economías desarrolladas intervengan para rescatar sus sistemas bancarios.

En América Latina, la historia es diferente. Al no verse igual de afectados que sus contrapartes norteamericanas o europeas, los bancos latinoamericanos no tuvieron que ser rescatados ni solicitaron inyecciones de liquidez por parte de sus gobiernos. Por ello, los gobiernos latinoamericanos no se han encontrado en la urgencia de completar las medidas acordadas con el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés) para gestionar procesos de quiebra de bancos que tengan importancia sistémica. Y la posibilidad de que en la región exista un cambio fundamental en los regímenes de resolución es muy baja, inclusive en países con marcos regulatorios relativamente más avanzados, como Brasil o México.

Las medidas asumidas por los países, principalmente las economías del G20, tienen como objetivo evitar el rescate de instituciones bancarias a costa y pérdida de los contribuyentes, alterar la economía, el mercado y el sistema financiero. Pero en América Latina, existen diferentes razones por las cuales no se están adoptando medidas para no rescatar a los bancos. Entre ellas, los procesos electorales, los cambios de regímenes, problemas políticos internos y la flexibilidad regulatoria y financiera, aunado a las diferencias existentes en cuanto a prioridades regulatorias en cada país.

Desafortunadamente, hoy en día las economías latinoamericanas son más vulnerables a los riesgos bancarios y financieros que en los años de la crisis financiera. Con excepción de la crisis argentina y la catástrofe económico humanitaria en Venezuela, las agitaciones actuales en la región se deben en gran medida a la política interna y amenazas al comercio internacional, mas no tanto a vulnerabilidades en los mercados financieros. Sin embargo, la falta de adopción de un marco regulatorio claro dirigido al rescate del sistema bancario latinoamericano, es una vulnerabilidad adicional en las economías de la región.

 

* Ricardo Aceves es un economista mexicano especializado en temas macroeconómicos latinoamericanos y actualmente trabaja como analista de riesgos en la agencia calificadora italiana CRIF Ratings en Barcelona. Anteriormente trabajó como Economista Senior para América Latina en la consultora FocusEconomics.

www.facebook.com/Latinoamerica21

@Latinoamerica21, @raacvs

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