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En Cuba apoyaron referéndum, aunque hubo lugar a las críticas

Un 87% a favor de las enmiendas, pero un 15% de abstención
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03 de marzo de 2019 a las 05:00

Elisabeth Malkin
New York Times News Service

 

Los cubanos votaron a favor de una nueva Constitución, pero la audacia cada vez mayor de quienes se oponen a las políticas pareció resonar más que los modestos cambios legales en la boleta. 

Casi el 87 %de los cubanos que emitieron sus boletas votaron sí en el referéndum del domingo 24, según reportes de medios locales sobre la Comisión Nacional Electoral. Pero un 15 % de los electores se quedaron en casa y esos cubanos, además de los que votaron no, fueron una muestra inusual de oposición en un gobierno unipartidista.

Aunque el resultado final no representa un reto real al liderazgo del presidente Miguel Díaz-Canel y al control del Partido Comunista, refleja la creciente confianza entre grupos diversos que se han opuesto a decisiones oficiales en los últimos meses y han logrado que el gobierno entable negociaciones.

Los grupos evangélicos protestaron en contra de una propuesta para la nueva Constitución con la que se habría legalizado el matrimonio igualitario, los artistas han demandado que se rechace un decreto con el que aseguran que el gobierno tendrá mayor poder para censurarlos y los dueños de pequeños negocios, llamados cuentapropistas, criticaron nuevas regulaciones.

“Ninguno de esos temas amenazó la estructura básica del sistema unipartidista”, dijo William LeoGrande, profesor de Política de la American University y especialista en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Pero añadió: “Cuando se crea el precedente de que la gente puede movilizarse políticamente para debatir sus diferencias con el gobierno, no es tan fácil meter al genio de regreso en la lámpara”.

Aunque no queda claro qué tanto ruido seguirán haciendo estas voces de la sociedad civil, ya revelaron la línea delgada por la que Díaz-Canel se ha movido entre la vieja guardia conservadora y una sociedad cada vez más plural.

Sin la autoridad que tenían los hermanos Fidel y Raúl Castro como líderes de la Revolución de 1959, y sin que haya tantas mejoras económicas que presumir, Díaz-Canel  busca establecer su legitimidad.

Para ello, de acuerdo con analistas, busca cultivar la imagen de un presidente que responde a las necesidades del pueblo.

Al mismo tiempo, internet ha facilitado que se movilicen grupos en torno a un mismo tema y las voces independientes se han multiplicado en línea a medida que los cubanos desafían los límites de la libre expresión.

De ciertas maneras, la nueva Constitución busca ponerse a la par de las realidades cambiantes en Cuba para asegurar la continuidad de su sistema político. Reconoce la propiedad privada y las inversiones extranjeras, además de que le da estatus legal a las aperturas del sector privado de la economía que llevan casi una década. Pero mantiene al Estado de un solo partido y la gestión socialista de la economía, no reconoce la separación de poderes y prevé pocos avances para los derechos civiles y políticos. En vez de eso, el texto final respaldado por los votantes resultó ser más conservador que el borrador presentado a mediados del año pasado.

Lo más significativo es que en el texto final reincorpora la palabra “comunismo” y redujo una propuesta para permitir el matrimonio igualitario. Eso sugiere que el sector “más conservador e inmovilista de la élite cubana” prevaleció en el debate sobre el texto final, de acuerdo con Rafael Rojas, historiador cubano del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), universidad en Ciudad de México.

“Que la Constitución quede muy por debajo de las expectativas reformistas que levantó hace dos años, cuando Raúl Castro la anunció, habla de la incapacidad del liderazgo de Miguel Díaz-Canel para hacer frente a una verdadera actualización constitucional del sistema cubano”, dijo Rojas en un correo electrónico.

Claudia Padrón Cueto, periodista de 26 años que escribe en El Toque, una publicación web no estatal, dijo que algunas personas han dejado de lado su miedo. “Las opiniones contrarias no se han permitido durante muchos años”, dijo en una entrevista escrita. “El acceso a internet ha empezado a cambiar ese contexto. Hay más acceso a información y la gente tiene más plataformas en las cuales expresarse”.

Padrón dijo que iba a votar en contra de la nueva Constitución porque estaba en desacuerdo con que un solo partido, el Comunista, esté por encima de otras instituciones del gobierno y en contra de que se establezca un solo modelo económico, el socialismo. Su oposición también está cimentada en lo que consideró la falla del documento para reconocer libertades políticas básicas.

Pero expresar la oposición fuera de la web es más complicado. José Daniel Ferrer García, líder del grupo disidente Unión Patriótica de Cuba, fue retenido temporalmente en dos ocasiones este mes, la más reciente cuando protestó en un parque en Santiago de Cuba con un cartel de “No”.

La policía también hizo una redada en su hogar y en el de otros activistas, dijo Ferrer García; se llevaron computadoras y equipo de fotografía.

La mayor sorpresa fue la de las iglesias evangélicas que se opusieron a la propuesta en el borrador para reconocer el matrimonio igualitario.

Casi un cuarto de los cambios propuestos a la comisión del borrador del gobierno trataron con ese artículo, que habría definido al matrimonio como unión entre dos personas. El gobierno dijo que casi todos los comentarios eran en oposición.

Las iglesias evangélicas pusieron carteles en las fachadas de los edificios que decían: “Estoy a favor del diseño original. Matrimonio: Hombre+Mujer”, en una muestra pública prácticamente sin precedentes de oposición a una propuesta del gobierno.

Al final, el gobierno retiró el artículo, pero prometió regresar al asunto por medio de un cambio al código civil del país.

El revés parcial para el matrimonio igualitario sucedió después de otra concesión, a los cuentapropistas. Con la intención de regular el sector privado, las nuevas reglas habrían limitado a los cubanos a solamente tener una licencia de negocios y que los restaurantes solo tuvieran un cupo máximo para cincuenta clientes.

Pero a principios de diciembre el gobierno acordó quitar esas propuestas, aunque mantuvo muchas otras, después de protestas desde el sector privado. En la versión final de la Constitución una previsión para “limitar” la concentración de la propiedad fue cambiada para decir que el gobierno puede “regularla”.

El enfoque a veces contradictorio del gobierno hacia el sector privado refleja una incomodidad ideológica y una preocupación de que algunas personas han acumulado demasiada riqueza, dijo Michael Bustamante, historiador de Cuba en la Universidad Internacional de Florida.

“En el contexto cubano, el sector privado se volvió muy exitoso muy rápidamente”, dijo. “Es una cuestión de creciente desigualdad real”.

Al mismo tiempo, comentó, el gobierno retrató sus reveses respecto a las nuevas reglas como muestra de un nuevo enfoque por parte de Díaz-Canel.

Bustamante dijo que el mensaje que parece estar dando el gobierno es: “No es una retirada, más bien esto refleja que escuchamos y ajustamos el rumbo”.

“Uno puede ver en medidas así un apoyo para construir legitimidad, de presentarse como receptivos”, explicó Bustamante.

El gobierno estuvo menos dispuesto a cambiar su propuesta respecto a un decreto que regula a los artistas, el cual estos han calificado como una manera de establecer censura arbitraria. En vez de eso, el gobierno dijo que estudiará cómo se implementan las reglas.

Pero Ted Henken, experto en Cuba de Baruch College, de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, indicó que hay otra manera de pensar en los giros del gobierno.
“Díaz-Canel tiene menos poder para dictaminar”, dijo. 

“Es un balance más difícil” con el que “tiene que mantener en su esquina a la vieja guardia”, al mismo tiempo que busca construir puentes con grupos religiosos, artistas y el sector privado.

La sociedad cubana se ha vuelto más heterogénea social y económicamente, dijo Henken. 

Pero ¿la respuesta del gobierno a esos grupos más diversos es muestra de una mayor tolerancia o del peso de sus demandas? Eso, comentó Henken, aún no queda claro.  

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