Por el Ing. Agr. Esteban Montes, coordinador del Fondo de Transferencia de Tecnologías y Capacitación del Instituto Plan Agropecuario
La ganadería de carne vacuna del Uruguay está viviendo un momento bastante especial.
El hecho de haberse volcado al mercado externo y más específicamente a los de alto valor (no aftósicos), sumado a otros factores, han impulsado a la producción vacuna a niveles históricamente muy destacados.
La rápida respuesta de la invernada llevó a pasar de una faena dominada por un elevado porcentaje de novillos de avanzada edad a una estructura dominada por novillos nuevos.
Es lógico que sea lo primero en dar respuesta, ya que es lo que tiene retorno en el corto plazo, llevando la faena a niveles récord en 2006, insostenible para una cría a media máquina.
Los buenos precios de exportación favorecieron esta escalada y la estructura de novillos en el stock nacional se rejuveneció, pasando a haber mayor proporción de novillos de 1 a 2 años y bajando la cantidad de los de más de 3 años.
Luego de siete años con una faena estabilizada en el entorno de 2 millones de cabezas (2007 a 2013), comienza a salirse del letargo, en principio por una mayor faena de vientres y actualmente debido al aumento de la faena de novillos, cumpliendo su rol en la cadena.
Sin embargo otro jugador ha comenzado a hacer fuerza en el sector: la exportación en pie, creando una competencia interna por los terneros y generando polémica sobre su conveniencia.
Pues bien, hoy la carne de exportación tiene casi todas las puertas abiertas y golpeando a las que permanecen cerradas. China es el principal mercado y se aprovecha la cuota 481 al máximo posible, aunque los precios logrados en promedio no son de locura.
Con la cantidad de novillos totales en el stock en niveles mínimos, al punto que para sostener faenas de 1,2 millones de novillos se necesitan todos los existentes de 2 a 3 años y de más de 3 años. Con una faena de vaquillonas histórica, como alternativa para la cuota 481 y el abasto interno. Con la exportación en pie llegando a niveles récord y un stock que se vuelve cada vez más criador.
La acumulación de vientres en el rodeo vacuno en respuesta a una cría que se viene afianzando, es lo primero que hace el productor para responder a este estímulo de buenos precios del ternero.
Otro desafío aparte es mejorar la cantidad de terneros logrados por vaca entorada, que se mantiene en niveles del 64%. En rodeos con bajos porcentajes de marcación, es probable que las pariciones sean dispersas, originando generaciones de terneras desparejas, que llegan al entore demasiado justas como para preñarse temprano por primera vez y eso lo trasladan al resto de la vida reproductiva.
Ordenar un rodeo en estas condiciones lleva mucho dinero y/o tiempo (cinco años, por lo menos), en un escenario de costos elevados de producción e ingresos escasos para enfrentar altos costos de vida.
De todos modos, en el corto plazo se van a sufrir los efectos del nuevo escenario con bajas del stock total y problemas de abastecimiento de la industria.
En la medida que se afiance la nueva demanda de ganado en pie y de faena, es de esperar que la cría empiece a ocupar los espacios que se generen y mostrar mejoras en su desempeño, produciendo los terneros necesarios.
En definitiva, finalmente la cría tendrá que tomar la posta para responder a los nuevos niveles de demanda.
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