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Frente Amplio evita "escupir para arriba" y exhibe con orgullo la unidad de sus candidatos
“A nadie le interesa salivar contra la ley de gravedad”. Con esas palabras –que aluden a las inexorables consecuencias de escupir para arriba– resumía un editorial de La Diaria el panorama de la campaña interna del Frente Amplio. El texto, publicado el 11 de mayo, mencionaba que los cuatro precandidatos tenían "poderosas razones" para "pensar en octubre más que en junio" y que si bien eso colaboraba a evitar las fisuras, también generaba una falta de "entusiasmos ardientes" en la militancia. Esas palabras fueron leídas días después en el Secretariado Ejecutivo de la coalición como un insumo para el análisis político que realiza ese organismo cada semana. Allí, el secretario político del FA, Andrés Carvajales, lo mencionó como un buen diagnóstico de la interna.
En efecto, las aguas frenteamplistas están extremadamente tranquilas y en el oficialismo lo exhiben con orgullo. El pasado sábado, durante un acto en Melo organizado por el comando central de la coalición, los cuatro precandidatos se refirieron a la ausencia de roces entre sí y lo contrastaron con el enredado panorama en filas opositoras, que ya exhibió algunos episodios de desencuentros en esta campaña.
Más allá de que la unidad ha sido una histórica bandera del Frente Amplio, con el general Líber Seregni como principal representante de esa tradición, la armonía de la actual campaña es motivo de sorpresas incluso dentro de la coalición. ¿A qué se debe? Los fuertes incentivos a mantener el status quo, la desafiante coyuntura electoral de cara a octubre y los antecedentes de los cuatro precandidatos ayudan a explicarlo, dicen los especialistas en la materia.
Según el politólogo Mauro Casa, del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República, uno de los factores que contribuye a la falta de roces es la inexistencia de “antagonismos naturales” entre los competidores, algo que sí ocurrió en las últimas dos “tensas” internas. En 2009, José Mujica y Danilo Astori encarnaban dos proyectos marcadamente diferentes y lideraban facciones que “ya venían compitiendo” por el predominio político en la coalición. En 2014, por su parte, Constanza Moreira “construyó su candidatura en oposición a la figura de Tabaré Vázquez”, recordó Casa.
Ambas circunstancias contrastan con el menú electoral actual, conformado por “cuatro precandidatos que no son líderes de facciones internas” y que además comparten –salvo el sindicalista Óscar Andrade– un perfil “tecnocrático” asociado a la gestión, argumentó el politólogo. “Yo creo que Martínez, Cosse y Bergara tienen perfiles muy similares. Todos ellos se constituyen desde la gestión, ya sea en el Poder Ejecutivo o la Intendencia”, remarcó.
“En el caso de Martínez y Cosse aparecen indistinguibles por momentos. Si me ponen una declaración de alguno de los dos puede ser difícil ver de quién se trata”, añadió. "En materia programática hablan de los mismos temas: innovación, tecnología, investigación y desarrollo. En el cómo hacer también se asemejan y siguen un discurso tecnocrático, con referencia al trabajo en equipo, la gestión de proyectos, la transversalidad. No diría que es un discurso apolítico pero sí ideológicamente neutro, ya que nadie va a estar en contra de eso ni va a motivar una disputa política", agregó.
Además, detrás de la armonía reinante en el oficialismo están los "bajos incentivos" a pasarse facturas, ya que los cuatro competidores se "benefician" de algún modo con el status quo.
“Han elegido jugar sobre un terreno muy seguro evitando expresar opiniones divisivas", sostuvo Casa, quien lo atribuye, más que a una cuestión de bondad o camaradería, a que “no encuentran rédito político en pegarse los unos a los otros”, más allá de que el último mes de campaña pueda traer aparejado "algunas chispas".
