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Fuego, sirenas y maquillaje: simulacro de accidente aéreo en el Aeropuerto de Carrasco

Cerca de 300 personas participaron de un operativo que lo tuvo todo: víctimas, heridos, familiares desesperados, fuego y actores
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22 de noviembre de 2018 a las 19:44

Por Santiago Perroni

Primero a las risas y después a los gritos. Un grupo de 95 estudiantes de la Escuela de Aire, que aspiran a ser comisarios a bordo en vuelos de pasajeros, participaron de un simulacro de accidente aéreo en el Aeropuerto de Carrasco en la tarde de este jueves. Algunos se lo tomaron con seriedad y otros se limitaron a seguir las instrucciones que les daban. También estaban los creativos, que estaban maquillados simulando que tenían sangre en sus rostros e inclusive algunos fueron con ropa rota.  

El avión nunca despegó. Los pasajeros se subieron en un Boeing 727 de Air Class y en ese momento apareció una camioneta de bomberos. Un hombre se bajó y prendió una especie de fogata en el pasto a unos 20 metros del avión. Con esas primeras llamas se dio alerta a las autoridades del aeropuerto y “se desató el caos”. Según el simulacro, el avión se había accidentado al aterrizar. 

En ese momento la gran mayoría de los viajeros bajó corriendo por la escalera del avión. Muchos se tiraron en el pasto a conversar entre ellos en un actitud que no se parecía a la de una tragedia. Otros en cambio iban a los gritos, rengueando o simulando estar heridos. 

A los cuatro minutos llegaron tres camiones de bomberos y empezaron a desplegar las mangueras. El bombero que ya estaba allí comenzó a extinguir el fuego que él mismo había iniciado. Sus compañeros se colocaron sus trajes y empezaron a enfriar el fuselaje del avión. Visto desde afuera parecía algo absurdo porque le tiraban agua a un avión en perfecto estado, que por razones lógicas terminó más limpio de lo que estaba. 

Después de ese procedimiento los bomberos iniciaron el rescate. Subieron de a tres o cuatro a bajar a aquellos pasajeros que estaban heridos o no podían salir por sus propios medios. Según explicó un bombero a El Observador, pese a que en estos casos la prioridad debe estar en los heridos de gravedad, sacan primero del avión a los que pueden llegar a entorpecer el procedimiento. “Si para llegar a uno que está muy grave tenemos que pasar varias veces por donde hay diez que están bien, sacamos a ese grupo antes para trabajar con más comodidad. El avión es angosto y eso es bravo, por eso en algunos casos hay que romper pedazos del avión”. Esto último, obviamente, no fue necesario en este caso. 

Los bomberos tienen obligación de sacar a todos y no son ellos quienes deben juzgar la gravedad de los heridos. Esa tarea la lleva a cabo previamente la médica clasificadora, luego de evaluar a cada uno de los heridos y organizarlos por heridos leves o sanos y heridos de gravedad. En medio del pasto, y cerca del avión, dejó a los muertos, que en este accidente fueron dos.

Más tarde llegaron dos ambulancias, la policía aérea y personal del aeropuerto. Un funcionario del aeropuerto fue quien comandó el operativo y con un megáfono fue dando instrucciones. “Denle contención a los pasajeros y traiganles agua”, fue uno de sus pedidos. Un ómnibus retiró a los que no presentaban lesiones. 

La misma diferencia entre los accidentados que le pusieron empeño a su papel y quienes se enfocaron más en las selfies también se dio con los rescatistas. Muchos de los bomberos caminaban en vez de correr y se tomaron este procedimiento con mucha tranquilidad. Lo mismo pasó con los médicos: uno de ellos se llevó un rezongo por ponerse a atender a un herido leve en vez de darle prioridad a uno que al parecer estaba grave. En su defensa, eso no era tan fácil de distinguir. 

El caos no solo se generó en las cercanías del avión. En la Sala de Crisis estaban las autoridades del aeropuerto coordinando los pasos a seguir para minimizar las consecuencias del accidente. En la terminal estaban los familiares de las víctimas, representados por actores, que estaban desesperados por obtener información sobre quienes habían sido los heridos. La aerolínea LATAM se ofreció a asumir las responsabilidades y sus funcionarios fueron los que se encargaron de calmar a los familiares y brindarles información. 

“Esto nos sirvió para medir nuestras respuestas y conocer nuestras capacidades ante una eventual situación de estas características. (...) La idea no es que salga todo bien, es ver las oportunidades de mejora. Estamos trabajando en un ambiente público y privado, así que también se trata de amalgamar todos esos servicios para que con un trabajo en equipo podamos lograr un buen resultado”, dijo Nelson Rosano, gerente de operaciones del aeropuerto. Según dijo Rosano, el Aeropuerto de Carrasco tiene un alto estándar de seguridad. 

Estos simulacros se hacen una vez por año o cada dos. Lleva dos meses prepararlo y el de hoy necesitó de 300 personas. Además, el aeropuerto se cerró durante las horas en que se llevó a cabo. El coronel aviador Marcelo Pardo de Iriondo, director del aeropuerto por parte de la Dinacia, consideró que este simulacro fue mejor que el anterior porque fue más amplio e involucró a más organizaciones.

Esta desgracia planificada tuvo un final feliz. Los jóvenes accidentados se sacaron el maquillaje en el baño y luego se tomaron el ómnibus para regresar a sus casas a las risas.

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