El emprendimiento surge a partir de la historia de Rossana Roncaglia, Manuel Macero y sus tres hijos: una familia venezolana que arribó a nuestro país hace tres años con la idea de restablecer su vida aquí. Trajeron entre manos un proyecto vinculado a la construcción, que finalmente no prosperó. "Para una pareja mayor de 45 años, la posibilidad de emplearnos lucía remota, por lo que la alterativa era generar algo propio", dice Rossana, propietaria de Galartija, mientras se retrotrae a su llegada a Uruguay. "Cuando llegamos, una de las cosas que más nos golpeó fue el clima —muy diferente a Venezuela—. Llegamos en invierno, con hijos chicos: si llovía o hacía frío necesitábamos alternativas para no morir en el shopping y nos encontramos con pocas opciones", resume.
Evaluaron, en primera instancia, la posibilidad de importar un parque de juegos, pero los diseños disponibles son predeterminados y de limitadas opciones; por lo que surgió la ambiciosa idea de construirlo. "La diseñadora industrial Lucía Guidaí, con experiencia en la realización de parques abiertos en Uruguay, nos acompañó en este delirio", cuenta Rossana. En el camino surgieron imprevistos que aplazaron la apertura y desviaron el camino, pero también hubo azar y buena compañía. El 9 de marzo de este año, lejos de aquel primer invierno, Galartija inauguró con visitantes bajitos.
La casa se ordena por sectores: cafetería, librería, parque sensorial y —escalera mediante— salón de talleres. El parque es un amplio espacio interno dedicado al mundo lúdico de los niños, con distintos lugares diseñados en función de la edad y los intereses según cada etapa.
Para los bebés, se desarrolló un espacio contenido donde pueden disfrutar acompañados de sus papás. "Cada sector tiene un estímulo diferente: hay desde títeres de dedo hasta instrumentos musicales. Los bebés que ya se sientan tienen disponibles herramientas para hacer construcciones y así estimularlos motrizmente", dice la emprendedora.
Entrando al parque, y tras abandonar los zapatos para lograr más comodidad e higiene, se distribuyen las áreas lúdicas: una para niños de alrededor de 3 años, un circuito para mayores de 6 y, por último, una propuesta más desafiante pensada para mayores de 12 años (donde la protagonista es una pared de escalada). Las edades que dicta cada propuesta son a modo de referencia, según la complejidad del circuito y los requerimientos de destreza física que involucra cada pieza. La ecuación se resuelve teniendo en cuenta el desarrollo individual del niño y la habilitación de sus padres.
El mobiliario estuvo a cargo del estudio de diseño Menini Nicola. La estructura del parque no permanece estática, se continúa construyendo y rediseñando con el encuentro de los pequeños, que resignifican los juegos y traen vida a cada pieza. Se sumarán al jardín tableros de básquetbol y arquerías de fútbol, para disfrutar al aire libre si el clima acompaña. El espacio, colorido, seguro y espacioso, reúne pelotero, tobogán, puente colgante, almohadones, escaladas y demás artilugios para desarrollar la creatividad y divertir a los pequeños.
Un adulto supervisor acompaña y da pautas a los niños dentro del parque, sin cumplir el rol de un recreador, ya que la idea es que interactúen entre ellos y se diviertan a su manera. "La dinámica no es la de una guardería, la idea es que los chicos no se queden solos, sino que disfruten en familia. Mientras el niño juega, los adultos pueden tener una conversación tranquila, disfrutar de un café e incluso trabajar (el espacio cuenta con wifi)", explica la creadora.
El ingreso al parque cuesta $ 150, sin límite de tiempo, "aunque hemos comprobado que los niños lo disfrutan alrededor de dos horas y luego, naturalmente, optan por opciones más tranquilas, como pasar tiempo en la librería", acota Roncaglia.
La gastronomía está a cargo de Café Contento, con una fuerte aproximación a lo artesanal. Comida suculenta, dulce, que se abstiene de alimentos industrializados y refrescos. Ofrecen desayunos, almuerzos ligeros y meriendas.
La librería, diseñada especialmente para los niños —con libros a su alcance y almohadones—, fue armada bajo la curaduría de Virginia Mórtola. "Virginia es psicóloga, escritora y profesora de literatura juvenil en la Universidad Católica. Es la gran cabeza detrás de la librería y compartimos la idea de darle mucho peso al libro álbum. La ilustración es una buena manera de acercar las letras al niño", explica Rossana.
Los talleres, también coordinados por Mórtola, comenzarán en mayo y serán para toda la familia. Se encuentran abiertas las inscripciones para talleres de fotografía, cine, mindfulness, pintura de títeres y demás propuestas creativas. Galartija propone, además, la celebración de cumpleaños infantiles en sus instalaciones. Con el local cerrado exclusivamente para el evento, y con el catering de Café Contento, el cumpleañero puede recibir a sus invitados grandes y chicos.
Galartija (Cooper 2127) está abierto de martes a domingos de 10 a 18 horas.
Por más información: www.galartija.com.uy
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