“(Inglaterra) es el único país en el que puedes ganar un título en febrero y, además, podemos ganar tres más. Ahora toca ver cómo están de cansados los jugadores. Lo que pasó hace dos semanas –cuando el City venció 6-0 a Chelsea– no era real. El partido era una final y siempre es difícil”, explicó el español.
Un Manchester City más pragmático de lo habitual, que estuvo durante muchos minutos a merced de Chelsea, consiguió sostenerse y someter al irreverente cuadro de Maurizio Sarri en los penales después de 120 minutos de 0-0.
El lanzamiento de Raheem Sterling que certificó el sexto título para el City en esta competición, terminó con un Chelsea que supo manejar el favoritismo del rival y en el que Kepa Arrizabalaga protagonizó el momento del encuentro al negarse a salir del campo, cuando Maurizio Sarri quiso cambiarle para meter a Willy Caballero en la tanda de penales.
Sarri, consciente de su delicada situación, se redujo en el planteamiento. Renunció a su estilo, a la posesión y al “9” puro y le entregó los galones a Eden Hazard en detrimento de un Gonzalo Higuaín quien fue al banco de suplentes.
Guardiola había ganado el primer duelo, el mental, haciendo creer a Sarri que el City era superior y los Blues saltaron al campo dejando el balón en las botines celestes y resignándose a defender y aguantar el chaparrón de ocasiones que no existió.
El City embotelló a Chelsea en su campo y apuñalaba los extremos sin la suficiente profundidad para hacer daño, perdiéndose en centros laterales –solo Agüero cazó uno para rematar por encima del arco– y estrellándose una y otra vez en Antonio Rudiger y David Luiz.
Los de Sarri, herido por un esquema ilógico en su fútbol, pero con el que ya venció al City en liga, se ampararon a un destello que tuviera Hazard o a un casi improbable error de la defensa rival, bien plantada con Aymeric Laporte y Nicolás Otamendi.
Cuando el Chelsea se lo creyó y mordió arriba con el objetivo de robar la pelota y no tener que aguantar la anodina posesión de los de Guardiola, que no crearon apenas ocasiones en una primera parte marcada por el miedo y la falta de clarividencia arriba.
No había apenas agresión y el mayor resentido por ello era el fútbol y el aficionado. Ninguno quería que le salieran en un contraataque ni verse sorprendido por un error. Cautela máxima y poco espectáculo del que se beneficiaron los londinenses.
La que, a priori, era la cenicienta comenzó a creerse y vio cómo Hazard empezó a meter miedo, con varias llegadas que bien pudieron terminar en gol si no fuera por las malas definiciones de N’golo Kanté y Pedro.
Sarri le había dado la vuelta al partido y había conseguido arrebatar la posesión. Se notaba un City cansado físicamente.
Llegó el alargue y Guardiola había agotado los tres cambios; el cuarto fue el ingreso Danilo y el City, siguió a la espera del fallo del rival, en tanto que Hazard se erigía como el mejor del encuentro.
En el fondo donde estaba la afición de Chelsea, Jorginho arrancó la tanda de penales con un lanzamiento horrible que paró Ederson, seguido de un seguro Ilkay Gundogan que no erró. Azpilicueta, Agüero y Emerson también acertaron, antes de que Kepa se estirase para sacarle el lanzamiento a Sané.
Chelsea volvió al torneo solo por segundos, ya que David Luiz mandó su tiro al palo, Bernardo marcó, Hazard forzó un lanzamiento más y Sterling, con mucha seguridad abrochó el título para el City.
Así, Pep Guardiola consiguió su título 25 como entrenador, el cuarto en Inglaterra en una carrera demoledora.
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