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Ida Vitale: vieja dama digna

A veces los años ponen a las poetas en su lugar
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16 de noviembre de 2018 a las 16:09

La vida de la poeta Ida Vitale es, hasta cierto punto, una parábola del Uruguay del último siglo.

Ella nació en los años ’20 en el seno de una familia culta y acomodada en un país optimista, comenzó a publicar junto a una generación muy crítica, coqueteó con el radicalismo político, padeció desarraigo y exilio, y volvió a su patria hacia el final del largo viaje.

Ahora, con 95 años, cuando poco se espera, recibe el Premio Cervantes, que equivale al Nobel de Literatura de la lengua castellana.

Vitale es la segunda persona de nacionalidad uruguaya galardonada con el Cervantes, después del narrador Juan Carlos Onetti, quien lo obtuvo en 1980, mientras permanecía exiliado en Madrid.

Entre los ganadores —cinco mujeres y 40 hombres— también se cuentan los españoles Jorge Guillén, Rafael Alberti, Juan Goytisolo, Camilo José Cela, Gonzalo Torrente Ballester y Juan Marsé; los cubanos Guillermo Cabrera Infante y Alejo Carpentier; el paraguayo Augusto Roa Bastos; los chilenos Nicanor Parra y Jorge Edwards; el peruano Mario Vargas Llosa; los argentinos Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Juan Gelman y Ernesto Sábato; y los mexicanos Octavio Paz y Carlos Fuentes.

El Premio Cervantes es concedido cada año por el Ministerio de Cultura de España, a propuesta de las Academias de la Lengua Española y de los ganadores de ediciones anteriores. Ida Vitale fue nominada en 2017 por la Academia Nacional de Letras de Uruguay, y ratificada este año. La Academia uruguaya, que preside Wilfredo Penco, quien también integra la Corte Electoral, dijo que ella es “autora de una poesía de lenguaje preciso, tenso, grave, y a un tiempo lúdico, equilibrada, melancólica, cargada de ironía y sutilezas, y, sobre todo, concentrada en los fulgores de la inteligencia”.

Vitale ha escrito ensayo y crítica literaria, además de poesía, y ha traducido prosa, obras de teatro y poesía del francés, el inglés, el italiano y el portugués. Publicó en muy diversos medios, incluido el semanario Marcha, el buque insignia de la “Generación del 45”, que integraron entre muchos otros Mario Benedetti, Julio C. Da Rosa, Carlos Martínez Moreno, Idea Vilariño, Antonio Larreta, Mario Arregui, Carlos Maggi, Emir Rodríguez Monegal, Ángel Rama, José Pedro Díaz, Arturo Sergio Visca, Homero Alsina Thevenet, Carlos Real de Azúa, Vivián Trías, Daniel Vidart o Carlos María Gutiérrez.

Ida Vitale se casó con el narrador, crítico y ensayista literario Ángel Rama; y luego con el poeta y ensayista Enrique Fierro.

Estudió becada en París entre 1955 y 1956 y fue docente de Literatura en Enseñanza Secundaria. Entre 1962 y 1964 dirigió la página literaria de Época, un diario publicado en régimen de cooperativa por varios sectores de izquierda, entre ellos el Partido Socialista y pequeños grupos radicales.

Tras el golpe de Estado de 1973 se radicó en México. Con Enrique Fierro desarrollaron una intensa actividad docente y editorial, y se integraron al círculo de Octavio Paz, un muy influyente poeta y ensayista, muy crítico de la izquierda totalitaria, que ganaría el Premio Nobel de Literatura en 1990.

El mes pasado Vitale contó a la agencia France Presse (AFP) que cuando estaba a punto de exiliarse en México, se encontró en Buenos Aires con el escritor uruguayo Mario Benedetti. “Cuidado porque ahí, en México, puede ocurrir que te encuentres con Octavio Paz: ten cuidado”, le advirtió él. En ese momento empezaron las “discrepancias ideológicas” con Benedetti, quien había encabezado el radical Movimiento 26 de Marzo, brazo político del MLN-Tupamaros.

Vitale y Fierro regresaron a Uruguay en 1985, cuando la apertura democrática, y él fue designado director de la Biblioteca Nacional. En 1989 se radicaron en Estados Unidos, donde Fierro fue docente en la Universidad de Texas.

Ida Vitale regresó a Montevideo en 2016, tras enviudar. Ahora vive entre libros y plantas en un apartamento en el barrio Malvín, a una cuadra de la rambla montevideana, y se mantiene muy activa.

Ha recibido muchos premios últimamente: el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2015, el Internacional de Poesía Federico García Lorca en 2016, o el FIL de Literatura en Lenguas Romances de este año.

Deberá recoger el Cervantes en Alcalá de Henares el 23 de abril, aniversario de la muerte en 1616 de Miguel de Cervantes, autor del Quijote.

No termina de comprender ese remolino de reconocimientos. “Es que durante todo el período de México e incluso de Estados Unidos, que veníamos todos los años a Uruguay, yo leí una sola vez en la embajada y una sola vez en el instituto de España”, dijo en abril en una entrevista con el diario El País. “Y ahora sí, parece que la edad arregla la cosa”.

 

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