Con el fin de avanzar en la difusión y aplicación de un sistema de producción sustentable y certificable, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y Fucrea firmaron un convenio de vinculación tecnológica para llevar adelante el proyecto Ajuste, difusión y aplicación de la normativa de producción integrada para uvas de vino, alineada con exigencias del mercado internacional de vinos.
La firma de este Fondo de Promoción de Tecnología Agropecuaria (FPTA) se enmarca en la estrategia de INIA en su vinculación con el medio a través de nuevos proyectos de transferencia, validación y evaluación de tecnologías.
El acuerdo fue firmado por el presidente de INIA, José Luis Repetto, y por el presidente del consejo directivo de Fucrea, Germán Fernández. La presentación del mismo se realizó el pasado jueves en el Espacio Serratosa.
Participaron del lanzamiento las entidades ejecutoras asociadas de la alianza y sus representantes como José Lez, presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi); Roberto Pattarino y Néstor Lorenzut, presidente y secretariado de la Cooperativa Vitivinícola de Canelones (Vicca); y Avelino Casas, director de la Dirección General de la Granja (Digegra).
Durante la presentación, Roberto Zappolo, director del Programa Nacional de Investigación en Fruticultura de INIA, señaló que hoy hay una gran cantidad de tecnología a nivel vitivinícola que está siendo implementada por algunos productores y que la idea es promoverlo para que transcienda y lograr un programa de certificación.
"Las exigencias del mercado están con esa tendencia”, apuntó.
Por su parte, Germán Fernández hizo hincapié en que se trabajará fuertemente en los conceptos de sustentabilidad ambiental en todos sus caminos.
“Además, consideramos muy importante que esto vaya asociado a un análisis económico”, añadió.
El proyecto tendrá una vigencia inicial de 42 meses a partir del 1° de noviembre de 2018. INIA aportará los recursos desde el FPTA.
En este marco, se actualizarán las normas de producción integrada vitícola existentes y se promoverá un sistema de producción más amigable con el medioambiente que minimice los riesgos de salud para productores y operarios buscando una fruta inocua para la elaboración del vino.
En tanto, la certificación del proceso productivo dará a conocer a terceros las garantías del cumplimiento de las exigencias de los mercados internacionales del vino acercándolas al pequeño y mediano viticultor.
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